Es que depende mucho de cuál sea tu fin último. Si el fin es dejar a tus hijos una bonita librería llena de títulos clásicos como herencia (es decir, algo "físico"), entonces una parte de mí no puede evitar pensar que estás perdiendo el tiempo. Y eso que yo mismo tengo una librería que mimo todo lo que puedo y me encanta tener mis libros, pero para cuando tus hijos tengan edad de llamarla suya es muy probable que muchas de esas ediciones tengas traducciones un poco añejas. En este escenario tendrías que tener ojo con la edición y cruzar los dedos para que tus peques las aprecien cuando crezcan, porque de aquí a 20 años el empuje de lo digital va a ser tan bestia que igual el concepto de librería les parece algo alienígena.

En cambio, si tu fin es tener una librería precisamente para que le saquen provecho en sus años de formación y que les pique el gusanillo por la literatura... yo priorizaría títulos que sirven de puerta para que ellos mismos vayan descubriendo otros géneros y autores. El Principito, Momo o Alicia en el País de las Maravillas son libros "asequibles" pero que ganan mucho en relecturas más tardías: suelen copar las listas de libros que te marcan cuando los lees siendo joven. Las sagas de Harry Potter y La Materia Oscura tienen un buen equilibrio entre literatura de calidad y best-seller. Asimov es genial para ir metiéndose en la ciencia ficción cuando se es joven. Ya pensando en la adolescencia, si no te gusta El guardián entre el Centeno es posible que sí te interesen El lobo estepario o On the road como libros iniciáticos.

Se me ocurren muchísimos, pero también esto es ir viendo qué les interesa a ellos. Muchas veces lo mejor que puedes hacer por un niño para que lea no es tener 100 libros en casa (que también), sino llevártelo a una librería y decirle "elige el que más te guste, que nos lo llevamos".