Topaz, junto con Frenesí, son quizá las únicas películas que Hitchcock que no he sido capaz de terminar :fiu...
A mí sí me gusta El premio, aunque tampoco sin exagerar. Yo la podría también en conexión con algunas películas que combinaban elementos de suspense con otros romántico-cómicos de los años 30-40, como
Espías en el mar, de Michael Powell, de la que ya he hablado en alguna ocasión.
A Paul yo sí me lo creo como ganador del Premio Noble o de lo que sea. Está tan guapo que puede ser lo que le dé la gana :ansia. Y por otra parte, los Premios Nobel son ya como los Oscars, no me creo ninguno y parece que es más fácil que den uno a quien no ha hecho nada por merecerlo que entrar en la Universidad :cafe. Al menos Paul no ha ordenado ningún genocidio y está potente. Pero qué te vas a esperar de esas organizaciones :cafe. Yo aún recuerdo lo que se destapó hace poco de cierta
oenegé, en un país asolado por una catástrofe.
Bueno, últimamente me ha dado por dibujar ángeles, preferentemente arrebatando a hermosas mujeres. Quizá por eso me dio por revisitar ayer
Barbarella, que recuerdo que en su día me pareció un truño. Tanto, que no la he acabado esta vez :fiu... Y es que la película de Vadim es un cuádruple fracaso. Como película de ciencia-ficción, es un rato largo costrosa. Como película de aventuras, muy, muy aburrida. Como película sexy, es muy mojigata. Y como comedia involuntaria pues no es lo bastante graciosa. El ángel en cuestión, Pygar (John Philip Law), tiene el atractivo de un farol apagado. Y chicas, recordad, si os mandan a un planeta perdido de la mano de Dios, os viola en él un fulano con pelos hasta en la lengua, os atacan muñecas de Famosa carnívoras y siniestos niños que parecen salidos de una versión de terrorífica de Peter Pan, al día siguiente os despertaréis guapísimas, contentísimas y con un pelo precioso...
No he sido capaz de terminarla. A lo mejor con un director un poco más interesado, de ahí había salido una buena película fantástica-terrorífica, porque hay algunas ideas bastante chungas e inquientantes. Pero no, Vadim se limita a filmar de manera desganada una despatarrada sucesión de tonterías, aderezadas con decorados costrosos, efectos especiales de chichinabo, música que no es casi ni música, diálogos para besugos e interpretaciones que dan vergüenza ajena. Barbarella es una chica muy modera (moderna de los años 60, se entiende) que vive en una nave espacial gilipollesca con voz de gay y que está decorada como un puticlub de los años 60. La mandan a no sé qué planeta a buscar a no sé qué científico maloso que tiene un rayo de la muerte como si la mandaran, no sé, a comprar fruta. Porque sí, porque la película tiene que avanzar de algún modo. Supongo que en los años 60, con la revolución sexual y todo éso, tenía cierta gracia ir al cine bien pasado de sustancias psicotrópicas o tras haberse metido, entre pecho y espalda, unas cuantas copichuelas en su defecto, para ver a Jane Fonda en leotardos y botas de lúrex. Su belleza y desparpajo, al que ella añade ocasionales dosis de ironía y mala leche (no sólo estaba buena, era buena actriz y yo creo que lo bastante lista como para darse cuenta de que estaba metida en un bodrio de proporciones galácticas, así que se limitó a intentar divertirse lo más que pudo), es lo único que se salva.