Anoche, dentro de mi revisión Kong, le tocó el turno al remake de
King Kong (1976) de John Guillermin, producido por Dino De Laurentiis.
Ya lo decía el otro día: siento debilidad por este remake.
El King Kong de 1933 no sólo es netamente superior sino que es una obra maestra, un catedral, referencia y además absolutamente crucial en el devenir de los FX en cine. Pero también, producto de la época en que se hizo, es cruda, directa y hasta cruel. Esto decía el guionista del remake, Lorenzo Semple:
We made a very deliberate attempt not to be anything like the original movie in tone or mood. Dino wanted it to be light and amusing, rather than portentous. I don't think the original was meant to be mythic ... The original King Kong is extremely crude. I don't mean it's not wonderful. It was remarkable for its time, but it was a very small back-lot picture. We thought times had changed so much that audiences were more sophisticated.
Por eso la KK '76 me parece un GRAN remake. Porque, como tal, es más que notable. Y porque expande lo que en KK '33 siquiera se tuvo en cuenta (insisto en el año de producción; antes muerto que criticar ese portento de 1933 o a Fay Wray y sus celebérrimos gritos frente a la bestia) logrando cotas emotivas más complejas y tridimensionales (ole por mi) sin alterar una historia universal, conocida y de enorme impacto por mucho que uno la vea 400 veces.
Como buen remake que quiere contar más KK '76 pudiera parecer que empieza remolona, dando vueltas, y no, en absoluto: su adaptación a los años 70, lo que marca de entrada la diferencia con la del '33, pero contando lo mismo sobre la voracidad humana es que ahora quienes buscan oro y fortuna en un lado, para terminar encontrando a Kong, es una enorme petrolera. En su barco se cuela un profesor, moderno,
hippy (en 1976 su imagen y discurso no era extraño pero que junto a él habite gente más de otra época, también) que sabe que algo raro ocurre en la isla adonde se dirige el barco.
¿Y la chica de Kong?
Pues (respira Synch, RESPIRA MAMON), una Jessica Lange, imposible, que aparece embutida en un elegante traje de noche y en un bote como única superviviente del yate de un cineaste. De ese modo mantienen en Dwan (que no Dawn) (no recuerdo como arreglaron en el doblaje la explicación que da ella del nombre... A saber

) el mismo trabajo, aspiraciones y carácter inocente/sueño despierta de Ann en 1933.
Tras su rescate hay un montaje basado en como Dwan confraterniza con la tripulación, su disfrute al sol, el relax de la travesía en el Pacífico: y ahí se mezclan dos elementos del film como son la BSO de John Barry (con un TEMAZO cursileras pero inapelable) y la foto de Richard H. Kline, junto a las inevitables miocardias varias que a uno le da ver a la Lange en todo su esplendor: de nuevo el film se adapta a los tiempos. Es bella, pero a la vez consciente de su poder, atlética y anida un tema sensu/sexu-al en todo esto que es completa y asbolutamente expreso. Y lo compro todo. Esa mezcla de tema musical bello/cursi, foto espectacular, paraje pacífico oceánico soleado y chica imposible, no debería funcionar, pero FUNCIONA.
La llegada a Skull Island es, de nuevo, la ejecución de ese curioso cocktail: Dwan juguetea por la playa, hasta el punto que Jack (un intelectual, pero atlético, pero hippy, pero elegante Jeff Bridges) debe llamarle la atención.
Ahí el film deriva en una recreación escena a escena, casi, del clásico de 1933, con la boda interrumpida (la tribu en este caso se siente más auténtica, cruda, casi que quieres seguir viendo que ocurre ahí), el jefazo FLIPANDO ante la Lange (NO TE JODE), regreso al barco y secuestro de Dwan. Eso sí: nos cuelan ahí un cortejo, rápido, LETAL, de Dwan a Jack que uno está ahí pensando que en ese remoto lugar del Pacífico no hay fuerza superior a Dwan diciéndote que si quieres relajarte con ella.
Pero no. Sí la hay.
TODA la escena de Dwan presa de la tribu es netamente superior a la original. NO es Fay Wray. NO son sus gritos (mito absoluto del cine). Pero la escena sí lo es. De entrada el detalle, no explícito pero obvio (de pequeño pensaba que estaba medio dormida) de que está drogada. La aúpan y la llevan hasta la puerta, abren, la atan al final de la escalera donde se da la ofrenda y la dejan ahí sola: el plano es terrorífico. El punto de vista desde dentro de la fortaleza, cerrándose, dejando a Dwan atada frente a la nada es de puro horror.
La llegada de Kong es ACOJONANTE. El sonido de sus pisadas, los árboles yéndose a tomar por saco (error ahí: o la ofrenda es cada 150 años o ya no debería haber árboles ahí

), el plano lateral del enorme simio andando hacia su ofrenda.
Los gritos de la Lange (o doble) no me convencen. Pero la presencia de Kong es BRUTAL. Se detiene ahí, en plan chulo, y el horror ante la enorme bestia es imposible de denegar.
En este remake se reduce a una sola bestia más, una enorme serpiente, la fauna de la isla. Jack y el resto acuden a salvar a Dwan, ayudándose de radares, radios etc Pero aquí lo que destaca son los momentos Kong-Dwan que derivan en su particular arco: los gestos de Kong cuando la observa, atónito (JODER, NORMAL), casi como si fuera un imposible, mientras horrorizada trata de escapar, primero poco a poco y luego corriendo. Cuando hace eso, ese plano de Kong levantándose para, en cuatro pasos, alcanzarla es algo que me aterrorizaba de pequeño. Y eso que en mi cabeza ya tenía claro que al ser un tio, y lejos de lo que supone la Lange, Kong me iba a matar rápido, pero aún así...
Los dos momentos eroto-festivos son de estudio pertinente: tras ensuciarse con barro la mete bajo una cascada y el secado proviene de sus soplos. SI, Dwan tal vez tiene un pequeño orgasmo. Se dice, e ya. Y más tarde Kong empieza a desnudarla, con delicadeza, pero collar a collar pues... La pobre se queda casi en tetas pero, antes de que la cosa vaya a más, interviene la serpiente y Jack.
En este film sí sabemos como llevan a Kong a NYC: en un petrolero de verdad, en el depósito (el jefe ha pedido todo por radio al darse cuenta del negocio que hará con Kong en vez de con el petróleo que no ha encontrado). Cuando Dwan cae al depósito es otro momento de HORROR que aún viéndolo ahora me deja acojonado. Él, rendido, tan sólo la suelta, pero todo el camino de ella hasta la escalera, luego subiendo y tal.. Se hace eterno.
KK '76 tiene un uso mixto de efectos especiales y visuales que... Se nota cuando es uno u otro: los diseños y cableado de Carlo Rambaldi (E.T.), con artilugio mecánico enorme, y Rick Baker metido en su trake de Kong de cuerpo entero. Parece que Baker terminó muy decepcionado pero a mi me acojona cuando se ve entero y tal y como dice él tal vez el mérito sea de la foto de Kline. Ah: si uno se fija, cuando Dwan se agarra de la enorme mano de Kong, esta se arruga de un modo que se revela el plástico o cualquiera que sea el material utilizado.
Lo peor del film es la parte en la que deben reproducir el show de 1933. Aquí es al aire libre, y como publicidad de la petrolera, pero aún con el elemento fantástico, no cuadra que se permita un show así. Ni tiene sentido, la verdad (en 1933, con el auge de los espectáculos bizarros, la NYC hambrienta de volver a los felices 20, una consideración 0 sobre los animales etc Aún...).
Pero el resto lo adoro: si el horror en el 33 era que ni estabas a salvo en un apartamento, en el 76 no lo estás ni en un puto bar de los de sótano en NYC. Kong sube al WTC y en esta ocasión son helicópteros quienes acaban con él. La escena es mucho más dramática: la sangre, la sensación de que están asesinándolo, pero ESPECIALMENTE, la culminación de algo qu se inicia en la cascada cuando Dwan se agarra libremente a la gigante mano de Kong. Le teme pero le respete, sabe que le ocurre al simio (sí, metáfora de ser friendzonizado, e ya), y cuando le suplica que no la suelte, pues eso hará que los helicóperos no disparen, es el triunfo dramático del film.
Sus latidos, en descenso, suplen el extraordinario diálogo final de Denham y el policía en el '33.