La especializada en cine es la Xavier Benguerel, de la Villa Icària. En la de mi barrio, Manuel Arranz, hace tiempo me aceptaban Dvd que tenía repetidos, incluso fundas vacías. Pero ya hace tiempo que no me cogen ni una cosa ni la otra. La sugerencia era que lo dejara en los puntos de intercambio, pero ahora con la Covid ni eso.
Hubiera salido un peliculón también. Pero para mi, El imperio del sol es una de las peliculas más emotivas de Spielberg, y eso que tiene muchísimas a sus espaldas. La elección del Bale, muchacho, fue fundamental, y el tiempo le ha dado la razón al director, viendo lo actorazo que se ha convertido.
Mi blog: www.criticodecine.es
"There’s this misconception these days that a thematic score means a dated-sounding score. This, of course, is a cop out. There’s no reason to throw the baby out with the bathwater. The art of composing modern scores is the having the skill set to keep motifs alive while being relevant. But too many times, newer composers have no idea what fully developed themes are because they grew up on scores that are nothing more than ostinatos and “buahs.”
John Ottman.
Bottom line is, even if you see 'em coming, you're not ready
for the big moments.No one asks for their life to change, not really. But it
does.So what are we, helpless? Puppets? No. The big moments are
gonna come. You can't help that. It's what you do afterwards that
counts. That's when you find out who you are. You'll see what I mean.
Whistler (Buffy The Vampire Slayer - 2x21 Becoming, Part One - Joss Whedon)
Spielberg no le robó el proyecto a Lean. Insistía en que el lo dirigiera pero Lean no le gustaba lo suficiente la novela de Ballard.
Pues si, la verdad que lo es y te digo mas, aun no he visto Espartaco, si lo se, no tiene perdón, ya la tengo en casa en 4K así que la intentare ver en breve, pero es tan extensa la lista de pendientes que parece que no me decido y siempre la voy posponiendo, quizás la vea el Domingo que viene antes de la Superworld aunque este año empieza pronto (00:30), a ver si me decido de una vez.
Nop. Spielberg le torpedeó el proyecto para acabar de hacerse con él. Y eso que, según Steve, veneraba al director Británico. Pero fue una lucha entre ambos por abordar la historia a su manera que acabó por la expulsión soterrada de Lean por Spielberg, que tenía el apoyo de los estudios.
THE NAVIGATOR: A MEDIEVAL ODYSSEY (1988, NAVIGATOR (UNA ODISEA EN EL TIEMPO))
Coproducción entre Australia y Nueva Zelanda.
Estreno: 16 de septiembre de 1988 (Festival Internacional de Cine de Toronto); 24 de julio de 1989 (España).
Dirigida por Vincent Ward.
Escrita por Vincent Ward, Kely Lyons y Geoff Chapple, a partir de una historia original de Vincent Ward.
Fotografiada por Geoffrey Simpson (en blanco y negro y color y formato panorámico).
Musicalizada por Davood A. Tabrizi.
Protagonizada por Bruce Lyons (Connor), Chris Haywood (Arno), Hamish McFarlane (Griffin), Marshall Napier (Searle), Noel Appleby (Ulf), Paul Livingston (Martin), Sarah Peirse (Linnet).
NAVIGATOR (UNA ODISEA EN EL TIEMPO) es una película que desde su estreno en 1989 no había a vuelto a ver jamás y de la que tenía un vago recuerdo, apenas el uso alternativo del blanco y negro y del color y ese amargo final con la muerte de su joven protagonista una vez conseguida (aparentemente) la misión de alejar a la peste negra de la pequeña aldea en la que vivía.
Una cinta que ganó el premio a la mejor película en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges en 1988 y que desde entonces se ha convertido en una pieza de culto.
De su director, el neozelandés Vincent Ward (1956) – cuya breve filmografía no abarca más que seis largometrajes en 28 años (de 1984 a 2008) –, únicamente he visto MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS (1998), otro delirio cromático (en este caso mucho más acentuado) en el que Robin Williams, fallecido en un accidente de tráfico y ascendido al Cielo (sic) trata de rescatar a su esposa, Annabella Sciorra, del Infierno (sic) al que esta ha ido a parar después de suicidarse al ser incapaz de soportar el dolor por dicha pérdida.
Una película, por cierto, que ganó un Oscar en 1999 a los mejores efectos visuales, sin duda uno de los grandes logros de la cinta.
Ambas películas comparten el mundo onírico en el que se mueven los personajes y esa obsesión más bien nórdica (léase Carl Theodor Dreyer o Ingmar Bergman) por la Muerte (con Mayúsculas).
También el hecho de que ambas sean auténticas odiseas, viajes con un propósito determinado e inflexible y que obligarán a sus protagonistas a enfrentarse a sus propios miedos y creencias para lograr sus fines, aunque a veces ello conlleve su propia muerte.
No deja de ser curioso que el éxito (relativo, todo hay que decirlo) de NAVIGATOR convenció a la 20th Century-Fox para contratar a Ward en su doble faceta de guionista/director en su empeño de sacar adelante la tercera entrega de la saga “Alien”.
Lo que finalmente se convertiría en ALIEN 3 (1992), de David Fincher, fue un auténtico quebradero de cabeza no sólo para la productora sino para todos los que intervinieron en ella.
Una película de la que Fincher acabó por desvincularse completamente después de que le fuera amputada una parte sustancial de su metraje en la sala de montaje.
Y a pesar de que actualmente está disponible tanto en DVD como en BD una versión notablemente fiel a las intenciones de su director, Fincher fue el único de los cuatro directores de la saga original que se negó a participar en el audiocomentario de la película.
Y a todo esto, ¿qué pinta Vincent Ward?
Pues el hecho de que pese a haber sido apartado del proyecto a las primeras de cambio su nombre sigue apareciendo en los títulos de crédito como autor de la historia original en la que se basó el guion de David Giler, Walter Hill y Larry Ferguson.
Pero volvamos a NAVIGATOR.
Pese a estar rodada íntegramente en Nueva Zelanda la historia se inicia en Cumbria, condado del norte de Inglaterra fronterizo con Escocia, entre el final del invierno y el principio de la primavera de 1348.
Inglaterra, como el resto de Europa, está azotado por la peste negra, una época que el citado Ingmar Bergman recreó a la perfección en su obra maestra EL SÉPTIMO SELLO (1957).
Griffin (Hamish McFarlane) es un adolescente que tiene visiones de cosas que están por pasar.
Ya desde un principio Ward alternará el blanco y negro del presente con el color del (presunto) futuro y de lo onírico.
En realidad y a pesar del título nacional, NAVIGATOR es (o no) un viaje tanto en el tiempo como en el espacio, como pronto veremos.
Ward cuidará extraordinariamente la textura de la imagen a lo largo de toda la película, no sólo en lo referido a esa alternancia entre el blanco y negro y el color (que después de todo ya estaba presente en el cine desde los tiempos, al menos, de EL MAGO DE OZ (1939), de Victor Fleming) sino también trabajando a fondo con los grises en el primero y acentuando los colores primarios en el segundo.
Esa primera visión de Griffin es un avance de lo que va a acontecer en la película y que algunos podrían considerar un spoiler en toda regla, pero lo cierto es que la cosa es más compleja de lo que parece en un principio.
Por cierto, dada la época en la que transcurre la historia, esas visiones que tiene Griffin y que le provocan desvanecimientos le hubieran convertido en candidato automático a la hoguera…
Los habitantes de la aldea se dedican a extraer cobre de una mina con el que pretenden fundir una cruz que les proteja de la enfermedad.
Mientras, todos esperaran con ansiedad el regreso de Connor (Bruce Lyons, esposo de uno de los guionistas) con noticias del este.
Connor es como un padre para Griffin, algo que pronto se hará realidad literalmente puesto que su madre, Linnet (Sarah Peirse), está embarazada del primero.
Sin embargo, como veremos al final, el regreso de Connor significará la muerte (involuntaria) de Griffin.
Pero no adelantemos acontecimientos.
Los habitantes de la aldea tomarán la decisión de que un grupo de ellos, encabezado por Connor y guiado por las visiones de Griffin, se dirija al oeste, donde se dice que están construyendo una gran catedral y en la que los peregrinos dejan sus ofrendas, las cuales sirven para alejar a la Muerte que se enseñorea por doquier.
Uno de los aldeanos, Arno (Chris Haywood), comenta que en una mina abandonada existe un agujero tan profundo que llega hasta el otro extremo de la Tierra.
La misión, por tanto, será bajar por ese agujero y de esta forma llevar su ofrenda a esa catedral que se encuentra en el extremo opuesto de la Tierra.
- Evidentemente, en la Edad Media no se tenía una estimación demasiado precisa del diámetro de la Tierra, por lo que el viaje, la odisea, se convierte en algo fantástico.
-Magnífica esa imagen del túnel excavado aunque apenas se aprecie en la captura de pantalla... -
Sin embargo, incluso el propio Jules Verne en su tercera novela, VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA (1864), cometió un error similar aunque mucho más doloroso puesto que en el siglo XIX ya se sabía con toda precisión el tamaño real del planeta. -
Ward hace un corte brusco entre el color del futuro y el blanco y negro del presente y que nos podría servir de pista acerca del desenlace de la película.
En el fondo del pozo existe una máquina que les permitirá hacer un agujero en el túnel y de esta forma poder acceder a ese otro mundo.
Pero la misión tiene que completarse antes de la nueva Luna llena, si no todo habrá sido en vano.
- Esa asociación entre la Luna y las visiones de Griffin no acaba de quedar muy clara aunque sirve a la perfección en la escena cumbre de la película. -
Siempre estamos hablando de visiones pero tal vez estemos en realidad ante sueños, otra forma inteligente por parte de Ward de introducir en nuestras cabezas la idea de que todo, en el fondo, no sea más que un sueño de Griffin…
Apuntalando esa idea, la transición entre el blanco y negro del exterior del pozo (y del mundo real) y el color del interior del mismo, podría ser un truco como el que empleó Fritz Lang en el final de LA MUJER DEL CUADRO (1944). Quien haya visto la película sabrá de qué hablo.
El nuevo mundo al que acceden – aunque no se indique, la ciudad de Auckland, la más grande de Nueva Zelanda – llevará al pequeño grupo primero a forjar una cruz con el cobre que han llevado consigo y gracias a la ayuda de unos metalúrgicos y a colocarla en el punta de esa catedral que Griffin vio en sus sueños – aunque tampoco se menciona, la Catedral de San Patricio y San José – no sin antes pasar por una serie de peripecias que pondrán a prueba el valor y las convicciones de nuestros protagonistas.
Esas peripecias tienen un carácter alegórico, como la presencia de un submarino que bien podría ser el mismísimo Leviatán o el gesto final de Griffin de colocar la cruz en la torre de la catedral antes de que el amanecer traiga consigo la llegada de la nefanda Luna llena.
El gran acierto de Ward es conseguir que en ningún momento de la proyección sepamos exactamente si estamos ante una historia fantástica o todo ella no es más que un sueño de su joven protagonista pues juega hábilmente con ambos conceptos y de ahí seguramente el estatus de película de culto que se ha granjeado con el paso de los años.
De hecho, un nuevo corte brusco nos devuelve al túnel en el que se encuentran los peregrinos (y al blanco y negro) y donde todo ese viaje fantástico no parece ser más que un sueño de Griffin.
La noticia de que la Muerte pasó de largo por la aldea nos hace dudar aún más de la verdadera naturaleza de la propuesta.
¿Acaso el sueño de Griffin no fue tal?
¿La ofrenda de la cruz sirvió entonces para ahuyentar a la Muerte?
Como decía antes, ni siquiera al final sabremos si como decía Calderón de la Barca, la vida no es más que un sueño…
Un final, como indicaba al principio, triste puesto que Connor (al que Ward había representado ya desde un principio como una especie de alter ego de la Muerte, por la forma en la que iba vestido) trajo consigo la peste a la aldea.
Sin embargo, sólo Griffin, el más cercano a su corazón – más que su propia esposa -, será la víctima de la plaga.
Un final que bien podría ser una parábola bíblica puesto que Griffin se convertirá en la ofrenda a un Dios aparentemente ciego, sordo y mudo (en la sintonía de las mejores películas de Bergman).
Por eso decía al principio que únicamente recordaba el final de la película.
La aparición de una buba en el cuerpo del protagonista.
Las visiones (o sueños) de Griffin acaban por convertirse en autoprofecías. No es Connor la persona que muere sino el propio Griffin.
Connor, aunque inmunizado, traerá la peste a la aldea y Griffin será la primera víctima. O tal vez la única.
Griffin tratará de convercer a Connor de que su visión es real, de que la aldea se ha librado de la Muerte.
Con ese pensamiento nos dejará para siempre.
¿O acaso no ha sido todo un sueño?
Una película que deja múltiples interrogantes pero que fue un soplo de aire fresco en el adocenado panorama del cine fantástico (¿o no lo es?) de la época.
Dulces sueños, Griffin.
Buenas tardes y, buena suerte.
Ah, y cómo os habréis dado cuenta, una película de rabiosa actualidad dada la situación que nos ha tocado vivir por cortesía de la Covid-19.
Última edición por Alcaudón; 11/02/2021 a las 22:19
Fuente?
El asunto es que Lean estaba tratando de tirar para adelante el proyecto de NOSTROMO. Insisto, Spielberg quería que la dirigiera Lean.
Por supuesto que Spielberg veneraba a Lean, su estilo bebe muchísimo del ingles. Más que de cualquier otro Hitchcok, Ford, Kurosawa. Es su mayor infliencia. Teniendo estas referencias.ASi de bueno es Spielberg.
Vista la segunda de Pesadilla en Elm Street, esta claro que no llega al nivel de la primera pero es entretenida lo mejor ha sido ver cómo sale Freddy de dentro de Jesse es flipante, muy bien hecho y me fascina el tema de que no consigan abrir ninguna puerta, el tramo final esta muy bien, en general muy bien, más tratándose de una segunda parte donde la mayoría bajan de nivel, esta es una digna segunda parte.
Más allá de los sueños pasará a la historia del cine por ser la única banda sonora, ya completamente terminada y grabada, que rechazaron a Ennio Morricone en toda su carrera, que tiene bemoles la cosa, porque hablamos de una exquisitez. Michael Kamen fue contratado para reemplazarle.
"There’s this misconception these days that a thematic score means a dated-sounding score. This, of course, is a cop out. There’s no reason to throw the baby out with the bathwater. The art of composing modern scores is the having the skill set to keep motifs alive while being relevant. But too many times, newer composers have no idea what fully developed themes are because they grew up on scores that are nothing more than ostinatos and “buahs.”
John Ottman.
Acabo de ver Palmer (2021) de Apple TV+, sin ser una gran película creo que aprueba con nota, el niño está fantástico en su interpretación al igual que Justin Timberlake y el resto de protagonistas, la recomiendo.
Para cerrar el fin de semana he vuelto a revisar Oblivion, en esta ocasión mi copia de iTunes, me encanta esta película, no me canso de verla, para mi de las mejores de Tom Cruise y muchas o casi todas me parecen muy buenas, si aún hay alguno que no la ha visto que no se lo piense, yo diría que ya la he visto unas 12 veces y seguro que no será la última este año.
Hay consenso generalizado de que fue la tercera de la saga la que revitalizó la misma, tras una caída con la segunda. Que tiene sus cosas buenas, pero que la tercera, con esas pesadillas reales de los chicos en el centro psiquiátrico fue un mecanismo fantástico para que la película creciese. A mi me gustan casi todas, y la cuarta la llegué a ver (todo cagado) en el cine (en el extinto América Multicines en una sesión de 5:30 de la tarde y rodeado de gente, claro), pero la tercera le tengo un cariño especial. La alquiló mi hermano y la vimos en casa. Ayer de mañana, vamos. Treinta y tantos años ya.
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"There’s this misconception these days that a thematic score means a dated-sounding score. This, of course, is a cop out. There’s no reason to throw the baby out with the bathwater. The art of composing modern scores is the having the skill set to keep motifs alive while being relevant. But too many times, newer composers have no idea what fully developed themes are because they grew up on scores that are nothing more than ostinatos and “buahs.”
John Ottman.
A mí tampoco me gustan las de Misión imposible, aunque solo he visto la primera (de De Palma) y la tercera (de Abrams).
Ya se me había olvidado. Gracias por recordarla
Te compro las tres primeras. Las otras son al gusto del consumidor, y cuanto menos, discutibles. A mi me parecen buenas.
Alex y mad dog, la oficina de apedreamientos de Tom Cruise, por el tema de COVID, no tiene consulta presencial. Ya les pasaremos un teléfono para el tema próximamente.
Ahora en serio, de tantas pelis que ha hecho, es normal que tenga también algunas malas. Pero creo que la media sigueu siendo muy buena.
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Hoy, para deleite de todos los que le admiramos (yo entre ellos) y sobre todo, del amigo Alcaudón, que lo tiene en la mesita de noche , celebramos el nacimiento de John Ford, el maestro de maestros.
la mayoría de los grandes de Hollywood y de fuera, han ido admitiendo, a lo largo de los años, la influencia del cine de Ford en su propia trayectoria. Eso dice más que las muchísimas peliculas que dirigió, y entre las que se encuentran bastantes obras maestras.
John Ford nació tal día como hoy, un 1 de febrero en 1.894, en Maine, uno de los estados más pequeños del país americano. Y sin embargo, se convirtió en, para muchos, el más grande de la historia.
Desapareció en 1973, con 79 años, pero aún hoy en día, sigue siendo, entre otras cosas, el único director que ha conseguido 4 estatuillas a la mejor dirección en los Premios de la Academia.
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Tom Cruise me gusta curiosamente como cómico. En ¨Magnolia¨hace un papel estupendo riéndose de sí mismo...O riéndose de él PTA. Sobretodo en el principio. Pero es que tiene un papel como productor hollywoodiense en Tropic Thunder, que es simpatíquisimo también. Ya comentamos a Ben Stiller como algo así como autor de humor crítico...
Yesterday (2019), de Danny Boyle
Cuento muy blanco, apto para todos los públicos (¡qué lejos parece quedar Trainspotting!), que parte de una premisa curiosa y divertida: un extraño apagón a escala mundial deja la población mundial “a oscuras” en el conocimiento de… The Beatles, cuya existencia queda borrada. Solo un joven cantante aficionado, Jack Malik (Himesh Patel), trabajador de un supermercado, parece recordar las canciones de los cuatro de Liverpool. Una vez superado el desconcierto, Jack se aprovecha de la situación cantando las famosas piezas del grupo inglés, como si se tratara de composiciones propias. La situación da pie a dilemas morales sobre la apropiación del trabajo de otros, y sobre la confrontación entre el éxito y el amor que Jack siente por su amiga de toda la vida, y mánager vocacional, Ellie (Lily James), profesora de matemáticas. La película se ve con una sonrisa en los labios, más acentuada si uno es fan de The Beatles (aclaro por si alguien no la ha visto, que ese borrado de memoria no afecta a The Rolling Stones, aunque sí a Oasis… ¿lógico, no?).
Bajocero (2021), de Lluís Quílez
Primer film que veo fechado en 2021. Se trata de una robusta película de acción, notablemente defendida por Quílez, en su segundo largometraje. Un furgón policial traslada durante una fría noche un grupo de 6 presos. Pero alguien parece querer vengarse de uno de esos presos, para lo cual consigue que el camión se salga de la carretera e iniciar a continuación una confrontación a muerte con los policías que los custodian (Javier Gutiérrez y Isak Férriz). Bien interpretada, con buen pulso y notables efectos especiales, la película flojea en lo que al guion respecta y pierde algo de eficacia en el tramo final (que tiene algo de western). Con todo, una buena muestra de cine de género, sin más pretensiones. Habrá que seguirle la pista al director barcelonés (no he visto su anterior largo, Out of the Dark). Por cierto, ignoro por qué el título es Bajocero y no "bajo cero".
No dormirás (2018), de Gustavo Hernández
A diferencia del film de Quílez, el film del uruguayo Gustavo Hernández me ha parecido malo sin paliativos, una amalgama confusa y pretenciosa de alucinaciones, sustos, fantasmas y demás recursos supuestamente terroríficos, inmersos en lo que quiere ser una experiencia teatral extrema, dirigida por Alma Böhm (una Belén Rueda que ha tenido mejores momentos). La joven actriz Bianca (la argentina Eva de Dominici) acepta participar en los ensayos que Alma está llevando a cabo en un viejo edificio medio en ruinas, antiguo sanatorio mental. El reto consiste en actuar bajo los efectos de no haber dormido durante más de 100 horas, lo cual lleva a Bianca a un estado que linda con la locura. Final pirotécnico de lo más risible.