Yo creo que también, pero hay una regla no escrita en cine según la cual casi todo lo que no está infravalorado está sobrevalorado.
Truffaut en general no me disgusta, pero siempre me cayó un poco mal, me leo las biografías y me parece un tanto trepa, el chaval. Me gusta mucho la anécdota que cuentan en el libro de De Baecque y Toubiana de que el joven Truffaut no sabía escribir críticas negativas y se hizo amigo de Lucien Rebatet, famoso colaboracionista durante la ocupación nazi, que era uno de los críticos más temidos de la prensa de Vichy, para que le enseñara a ensañarse con sus bestias negras favoritas, los Delannoy, Grémillon y compañía. Rebatet escribió un libro de memorias titulado "Los escombros" que el editor Jean-Jacques Pauvert, viejo zorro, convirtió en un superventas rebautizándolo "Memorias de un fascista". Pues el "fascista" fue uno de los mentores en la sombra de las críticas de "Cahiers".
Respecto a los demás, eran un grupo muy heterogéneo y muy desigual. Para mí, el de más talento innovador era sin duda Godard, lo que no quita, o es parte del personaje, para mucha de su obra tienda a ser irritante e insufrible, pues Jean-Luc siempre ha dedicado gran parte de sus energías a irritar y ser insufrible. Chabrol empezó muy bien, al igual que Malle, pero sus películas no eran tan "nueva ola". Rohmer era bastante individual, tiene cosas rarísimas como una ópera prima casi sin diálogos (!) o una versión de la leyenda artúrica que no es para impacientes, y fue gravitando hacia ese cine de análisis de sentimientos y relaciones que en ocasiones era tremendamente libertino bajo una superficie de gran urbanidad. A mí no me gusta tanto, porque las puestas en escena "invisibles" me aburren, prefiero cosas más exhibicionistas y obvias.
La gran "tapada" del movimiento era Agnès Varda, que tenía tantas ideas como Godard pero con otra personalidad que la hacía menos repelente (claro que, si Godard hubiese sido menos repelente, molaría menos). La primera película de Varda, "La Pointe Courte", está mejor rodada que la mayoría de óperas primas del movimiento. Y también veo algo postergado al marido de Varda, Jacques Demy, al que se toma poco en serio porque hacía películas con los actores cantando todo el rato en vez de hablar.
En fin, que sobrevalorada sí, pero hay cosas interesantes. Lo que pasa es que a mí ahora lo que me interesa es ver a los de los 50, los de la "cierta tendencia". Esos documentales de Tavernier dan muchas ganas de investigar todo ese cine que se ha quedado un poco fuera del canon.