HARDCORE (1979, HARDCORE (UN MUNDO OCULTO), escrita y dirigida por Paul Schrader.
A-Team Productions, Inc. / Columbia Pictures Industries, Inc.
El primero guionista y luego director Paul Schrader (1946), de filmografía desigual pero apasionante, viene a ser como el Cecil B. DeMille de la segunda mitad del siglo XX, dado que ambos autores mezclan por igual sexo y religión aunque mientras que en el segundo prima el colosalismo y la espectacularidad en la puesta en escena, en el primero hay una tendencia al ascetismo profundamente acentuada por su pertenencia a la Iglesia Reformada Holandesa.
Segunda película como realizador de Schrader y después de haber elaborado los libretos de obras tan magníficas como YAKUZA (1974) de Sydney Pollack y TAXI DRIVER (1976) de Martin Scorsese (una colaboración que devendría capital en la historia del cine), HARDCORE viene a ser una versión encubierta (o quizás no) de la obra maestra de John Ford CENTAUROS DEL DESIERTO (1956).
Si allí teníamos a Ethan Edwards (un colosal John Wayne) en una búsqueda sin descanso de su sobrina Debbie (una Natalie Wood recién salida de REBELDE SIN CAUSA (1955) de Nicholas Ray) raptada por los comanches, aquí tenemos a Jake VanDorn (un igualmente espléndido George C. Scott) que busca con igual ahínco a su querida hija Kristen (Ilah Davis) que, aparentemente, ha caído en el mundo del cine porno más salvaje.
Pero mientras en CENTAUROS el personaje encarnado por Wayne se va endureciendo según la búsqueda se va alargando en el tiempo y finalmente no tiene más deseo que una vez encuentre a su familiar acabar con ella pues ha sido “contaminada” por su contacto con los salvajes (sólo el Martin Pawley interpretado por el prematuramente desaparecido Jeffrey Hunter parece contrarrestar la ira y el resentimiento que se va acumulando en Ethan) en HARDCORE VanDorn no tiene más misión que recuperar a su hija de ese mundo de pesadilla al que paradójicamente él parece haberla avocado dada su distante y autoritaria relación con ella (aquí hay ecos de la relación de Schrader con su padre que más tarde exortizaría en la excelente AFLICCIÓN (1997)).
Un Jake que cual Abraham parece haber sido puesto a prueba por su celoso dios y sólo a través de la expiración de sus pecados (¿tal vez la soberbia?) ejemplarizado en ese descenso a los infiernos en los que se ve inmerso podrá lograr la absolución de los mismos.
Pese a contar en la fotografía con el gran operador Michael Chapman (TAXI DRIVER, LA INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS (1978), TORO SALVAJE (1980), etc.) Schrader prefiere un tono feísta en cuanto a las imágenes tal vez buscando un fiel reflejo de ese mundo tan deprimente como era el del incipiente cine porno más extremo.
Igualmente contrasta el espléndido trabajo de George C. Scott (que curiosamente se había iniciado en el cine con el papel de un (falso) predicador en el magistral western de Delmer Daves EL ÁRBOL DE AHORCADO (1959)) con el amateurismo de buena parte del reparto.
Y si Ethan contaba como ya indicábamos con Martin que le sirve no sólo de compañía sino principalmente de conciencia, aquí Jake acabará acompañado de la actriz porno Niki (Season Hubley) con la que establecerá una especie de amistad aunque nunca llegará a más dados los estrictos principios religiosos que rigen su conducta.
Más suelto en los diálogos que en la puesta en escena
Niki: ¿Cuánta importancia le das al sexo?
Jake: Muy poca.
Niki: Entonces, somos iguales. Es decir, tú le das tan poca importancia que ni siquiera lo practicas. Yo le doy tan poca importancia que no me importa con quién lo hago.
HARDCORE es una más que estimable muestra de ese cine de los ‘70, mucho más combativo y comprometido socialmente que el de los venideros ‘80 y que sirvió de carta de presentación de un autor esencial en su doble faceta como guionista y director.
Película deprimente dada la temática que trata (no quiero ni pensar en cómo sería – o es – el mundo del “hardcore” real) merece no obstante el desplazamiento.
Feliz tarde.