Dos películas muy distintas las que he visto esta semana.
Recordando a la recientemente desaparecida Doris Day, he revisitado
Una sirena sospechosa, que recuerdo que cuando la vi por vez primera hace muchos años, no me gustó demasiado. Sigue sin gustarme. La película es básicamente la Sra. Day haciendo una considerable cantidad de sinsorgadas por minuto, en esos escenarios imposibles que tenían las películas con cierto aire de elegancia de los años 60. Nos meten con calzador un par de cancioncillas tontorronas, además del clásico
Che será, será, sin que vengan muy a cuento ninguna de ellas, excepto explotar el éxito de la ya famosa melodía (como cuando en
La Dama de Shangai sonaba el Amado mío de
Gilda, vamos

). La historia es una tontuna tontorrona sobre una señora que se enamora de un científico
playboy (el rudo y apuesto Rod Taylor, que falleció no hace demasiado), que vive en una casa hipermoderna (de los años 60, o sea, al estilo de
El Guateque o
Mi tío), y a la que, en plena carrera espacial, un grupo de
mindundis sin nada mejor que hacer (la paranoia de la guerra fría) toman por una espía rusa. Todo bastante disparatado, pero sin demasiada gracia.
La otra es
Las manos del destripador, que el compañero Alcaudón mencionaba el otro día (después del visionado de
El enemigo de las rubias, me ha dado por revisar algunas películas sobre Jack el Destripador). La excelente y atmosférica ambientación de este clásico menor de la Hammer y lo estético y arriesgado de la puesta en escena, además de las buenas interpretaciones, salvan una historia que de otro modo no se sostendría por ningún lado, ni aún haciendo una suspensión de la incredulidad muy grande:
¿tres mujeres asesinadas -una de ellas casi a la vista de un montón de gente- con poca diferencia y nadie hace ni dice nada? ¿dónde está la policía? ¿nadie denuncia la muerte o desaparición de ninguna de ellas? ¿La policía no dice nada de que un médico se lleve a su casa a una detenida por homicidio..?

?
. Por demás, no faltan los apuntes de crítica social que suelen estar presentes en las cintas de la H gótica.