El otro día se habló de un documental dedicado a Robert Crumb. Precisamente he revisado un largometraje basado en uno de sus personajes:
El gato Fritz (Fritz the Cat), dirigida por Ralph Bakshi. Al parecer Crumb se mostró disconforme con esta adaptación de sus cómics. Según su versión, no dio autorización para la película. Sea como sea, el film, con una animación expresionista, muy colorida, retrata ese mundo contracultural que se movía por el Greenwich Village y que alimenta la imagen mítica de esos años, finales de los sesenta y principios de los setenta, de droga, sexo, música y una cierta contestación social. La película es un pelín confusa y a mí se me ha hecho algo larga. Entre lo más meritorio, la aparición en la banda sonora de una escalofriante canción de Billie Hollyday, “Yesterdays”, o un clásico como “Bo Didley”, interpretada por… Bo Didley. Hubo una secuela en la cual ya no participó Bakshi.
Tomboy, de Céline Sciamma. El film trata un tema muy de actualidad: una niña de aspecto andrógino, Laure, que se acaba de instalar en un nuevo barrio, entabla relación con los niños y niñas de la zona haciéndose pasar por niño, Mickaël, quizá porque eso le permite acceder a ciertos juegos, como el fútbol, que le atraen más que tener que asumir el papel más pasivo de las niñas. Para ello llegará incluso a fabricarse con plastilina un pequeño pene que le permitirá bañarse sin destapar su condición de chica. Admirable interpretación de Zoé Héran, en un film en que la cámara se pega a los niños, consiguiendo un alto grado de naturalidad. Al final se nos pone delante de una situación tremendamente incómoda: la madre obliga a la niña a que confiese su condición sexual a sus compañeros de juegos, y en especial a otra niña que ha empezado a sentir atracción por “él”. La película se queda ahí, sin proponer ningún discurso concreto sobre la problemática del transgénero (no queda claro si es el caso), aunque quedan cuestionados ciertos roles sexuales. ¿Cómo será Laure en el futuro?
He rescatado un film de Rodrigo Sorogoyen, dirigido junto a Borja Soler:
Stockholm. Dos jóvenes madrileños, sin nombre, interpretados esforzadamente por Javier Pereira y Aura Garrido, se conocen durante una fiesta, intiman después de un largo tira y afloja nocturno y pasan la noche juntos. Lo que podía parecer un polvo ocasional, sin más trascendencia (aunque él se declara enamorado de ella), a la mañana siguiendo se convierte en un drama, generándose momentos de tensión, que incomodan al espectador. El final, aunque se intuye, no deja de ser impactante. Film que, a diferencia de los últimos de Sorogoyen, encaja en eso que a veces se llama cine “indie”.
Haciendo caso al comentario de Alcaudón (
), y aprovechando que la pasaban por televisión, vi ayer
Orgullo + Prejuicio + Zombis, de Burr Steers. No he leído la novela de Jane Austen, por lo que no puedo apreciar lo acertado o no de la ocurrencia de introducir zombis en esa novela clásica (detalle que, a priori, me parece una memez). Sea como sea, a mí particularmente no me ha hecho ninguna gracia. El film no me ha interesado en ningún momento, a pesar de estar rodado con medios y con un diseño de producción vistoso. Pero los personajes no tienen ninguna fuerza y las situaciones van de lo ridículo a lo tedioso. Eso sí, mención especial para la bella Lily James, lo mejor de la función (aunque me sobran sus numeritos de “action woman”).