EL ÚLTIMO GRAN ROMÁNTICO DEL CINE CLÁSICO NORTEAMERICANO
O
REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE NICHOLAS RAY / PARTE XI:
REBEL WITHOUT A CAUSE (1955, REBELDE SIN (UNA) CAUSA)
Estudio: Warner Bros. Pictures, Inc.
Productor: David Weisbart.
Guión: Stewart Stern, basado en la adaptación de Irving Shulman de una historia de Nicholas Ray.
Dirección artística: Malcolm Bert.
Fotografía: Ernest Haller (en
WarnerColor y
CinemaScope).
Música: Leonard Rosenman.
Reparto: James Dean (Jim Stark), Natalie Wood (Judy), Sal Mineo (John “Platón” Crawford), Jim Backus (el padre de Jim), Ann Doran (la madre de Jim), Corey Allen (Buzz Gunderson), William Hopper (el padre de Judy), Rochelle Hudson (la madre de Judy), Dennis Hopper (Goon), Edward Platt (Ray Fremick).
Duración: 111 minutos.
Inicio de rodaje: 28 de marzo de 1955.
Estreno: 26 de octubre de 1955.
De las tres películas en las que actuó como protagonista sólo la primera, EAST OF EDEN (1955, AL ESTE DEL EDÉN), fue estrenada antes del fatal accidente que sesgó la vida al actor más prometedor del momento, James Byron Dean (8 de febrero de 1931-30 de septiembre de 1955).
Desconozco si fue cosa de la Academia el que Dean únicamente fuera nominado al mejor actor por la citada obra maestra de Elia Kazan o sencillamente la Warner Bros. prefirió no dividir esfuerzos y centrarse únicamente en una de las dos películas que el actor había estrenado ese año. Y por ello sólo sería nominado por su formidable papel de Caleb Trask en lugar del no menos determinante (y, desde luego, más influyente) de Jim Stark. [Por cierto, la película acabaría recibiendo tres nominaciones aunque no alcanzaría ninguna estatuilla (Nicholas Ray (historia original) y Natalie Wood y Sal Mineo (como actores secundarios)].
Película profundamente personal de Nicholas Ray y probablemente su obra más famosa, REBELDE SIN (UNA) CAUSA [Del libro de Carlos Benpar sobre el director: “Son innumerables la cantidad de barbaridades que se han cometido cambiando los títulos originales de las películas para su distribución comercial. Pero nunca ha sido tan grave como en el caso de REBEL WITHOUT A CAUSE, el más flagrante de todos precisamente porque no lo es en apariencia. REBELDE SIN UNA CAUSA es la única traducción correcta y fiel del título de Nicholas Ray. La exclusión del artículo “una” dejando el título español en REBELDE SIN CAUSA cambia diametralmente el sentido otorgado por el autor al término “causa”, perdiendo éste su significado de principio ideológico o bandera y convirtiéndose simplemente en motivo o razón. Y así Jim Stark pasa a ser un rebelde sin motivo alguno para ello, es decir sin razón, cuando en realidad es un rebelde sin ninguna bandera que defender sino la de su propia condición.] es de toda la obra director la película que más me gusta. Ojo, no digo que sea su mejor película porque tiene imperfecciones que no percibo en la anterior JOHNNY GUITAR (1954, ídem) o en otras de sus primeras obras por las que siento especial debilidad (THE TWISTED ROAD (1948), IN A LONELY PLACE (1950), ON DANGEROUS GROUND (1951) o THE LUSTY MEN (1952) – curiosamente todas ellas inéditas en salas comerciales en nuestro país - ) pero comparte con todas ellas el romanticismo exacerbado tan característico del mejor cine del director así como el desarraigo de los personajes principales quienes a falta de una familia propia acaban por construirse una propia.
Originalmente presupuestada como una película más bien de serie B, en b/n y CinemaScope (cuando el formato estaba en pleno auge (recordemos que la primera película estrenada en tal sistema sería la plúmbea (pero extraordinariamente exitosa) THE ROBE (1953, LA TÚNICA SAGRADA) de Henry Koster)) no sé si fue cosa de la 20th Century-Fox, propietaria del invento y que obligaba a que toda producción que fuese rodada con las lentes CS tenía que ser en color (política que además empezaría a cambiar al año siguiente) o más probablemente por decisión de la Warner cuando vio los primeros “rushes” de la película y de un plumazo decidió desechar todo lo filmado (de lo que hay constancia (sin sonido) en los abundantes extras que acompañan a la (estupenda) edición en
BD) y volver a hacerlo en rutilante WarnerColor, un procedimiento más barato que el habitual Technicolor de tres bandas que ya estaba empezando a estar en desuso pero que Ray, al igual que en JOHNNY GUITAR, trabajaría a fondo para crear unas texturas cromáticas que servirían para definir a cada uno de los personajes de este drama con trasfondo de tragedia griega (como muy bien narra el guionista original Stewart Stern en los extras que complementan el visionado de la cinta).
Prefiero dejar el desarrollo de la trama al compañero mad dog earle pues REBELDE SIN (UNA) CAUSA es una película que todo cinéfilo que se precie ha visto, al menos, alguna vez en su vida (y si no es así, ¡a qué esperas!). Además el tiempo y el espacio de que dispongo es limitado así que me limitaré a poner por escrito algunas de las ideas que se me vinieron ayer a la cabeza mientras disfrutaba de la velada. Espero poder articularlas de forma coherente y razonada y sobre todo de una manera breve y concisa.
Lo primero que me gustaría destacar es que Ray (y su guionista) comprimen toda la acción en un sólo día.
Ya durante los títulos de crédito (y es una pena que los mismos se coman buena parte de la imagen (pero aquí era la productora la que mandaba) ya que el inicio es determinante en la resolución de la historia (una historia circular, como ya veremos)) donde vemos a nuestro protagonista, Jim Stark (un prodigioso James Dean (sin duda, nunca podremos valorar en toda su importancia la pérdida de un actor de su talento)) aparecer tambaleándose por la calle, borracho y cae (o más bien, se deja caer) donde hay un pequeño monito que funciona a cuerda y toca los platillos. Jim se tumba junto a él y finalmente le arropa con un periódico como si fuese alguien que estuviese vivo y hubiera que proteger (no nos olvidemos de esta imagen pues, como decía, nos dará una de las claves del trágico final).
Si el tema de la delincuencia juvenil ya fue tratado por Ray en dos de sus primeras (y mejores) películas como la citada THE TWISTED ROAD (1948) o KNOCK ON ANY DOOR (1949, LLAMAD A CUALQUIER PUERTA) aquí el caso es bien diferente pues como Ray quiere dejar claro desde el principio (y en eso difiere completamente de las mencionadas obras) la delincuencia entre los jóvenes no es algo que venga condicionado por las condiciones sociales del entorno donde viven los chicos ya que buena parte de los mismos proceden de buenas familias sino más bien de una generación desencantada y desubicada, hija de los estragos que la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) dejara en sus progenitores y en ellos mismos.
Algo que comparten los tres protagonistas principales (Jim, Judy y Platón (por cierto, ya he mencionado el extraordinario trabajo de James Dean, pero me gustaría destacar igualmente el de la maravillosa Natalie Wood (1938-1981) y el de Sal Mineo (1939-1976), ambos al igual que Dean prematuramente desaparecidos) es el desarraigo.
Jim quiere a su padre pero detesta a su madre y su abuela (la madre de ella). Son mujeres dominantes que anulan la “masculinidad” de su padre (Jim Backus). Trata de que su padre se haga valer y deje de comportarse como un perrito faldero de su esposa.
Judy, igualmente, ama a su padre y no soporta a su madre (que apenas asoma en la película salvo para recordarle a Judy que se tome su zumo de tomate...). Pero para su padre Judy ha dejado de ser su “niñita” (su actitud hacia ella es, ciertamente, ambivalente – atracción/repulsión -) y ahora vuelca todo su afecto en su hijo pequeño (varón).
Platón vive al cuidado de su ama de llaves negra (Marietta Canty) ya que sus padres están separados. Su madre siempre está “de viaje de negocios” y su padre únicamente le envía sustanciosos cheques con los que pretende compensar la falta de afecto abismal que necesita el chaval.
Tres personajes que a falta de pertenecer a una familia acaban por “crear” la suya propia, aunque sólo sea durante unas breves horas (la referencia que hace Stern a la obra teatral de Barrie, PETER PAN, es justamente aplicable cuando entran en la gran mansión abandonada, ese País de Nunca Jamás, donde Jim ejercerá de Peter Pan, Judy de Wendy y Sal de uno de los “niños perdidos”).
Si para Jim el que le consideren un “gallina” es algo que no puede soportar, quizás porque ve lo que le ha pasado a su padre, Judy necesita el afecto de su padre (la madre, como ya decíamos, está desaparecida en combate) y a falta de él se enrolla con el matón del instituto, Buzz (Corey Allen) [el diálogo más recordado de la película (lo dice el propio guionista, no voy a contradecirle) es el que se establece entre Jim y Buzz antes de empezar la famosa (y ya mítica) carrera de coches:
Jim: ¿En el fondo por qué lo hacemos?
Buzz: Algo hay que hacer, ¿no?]
y Platón “adoptará” a los dos primeros como sus padres (auque algunos creen ver una más que evidente atracción homosexual de Platón hacia Jim (algo que tampoco es descartable) yo me inclino más porque la diferencia de edad entre ellos dos (el personaje encarnado por Mineo es algo más joven) y porque el primero ve al segundo como el padre que nunca tuvo, por su actitud protectora y amable hacia él).
No deja de ser sintomático que después de la escena del monito (repito, vital en el ulterior desenlace de la trama) se encuentren los tres bajo arresto en la división juvenil de la policía.
Ray usará el enorme formato del CinemaScope (por el que no sentía especial entusiasmo pero que usó magistralmente) para ubicar a los tres personajes principales en el mismo espacio, ocupando los extremos del encuadre.
Jim intentará (infructuosamente) prestar su chaqueta al joven Platón pero éste la rechazará en un primer momento (hay un instante mágico cuando los tres protagonistas se ven por primera vez. La forma en la que Ray los encuadra es asombrosa en su simplicidad). El casi adolescente ha sido llevado a comisaría por haber matado con una pistola a unos cachorros. Ni siquiera él sabe por qué. Tal vez, simplemente, por aburrimiento.
Judy (que aparece con un abrigo de un rojo fulgurante (de nuevo el buen ojo de Ray en el diseño de los colores del vestuario de sus interpretes)) le comenta al policía que la atiende que su padre la desprecia y ya no la quiere como antes.
Jim, una vez han llegado sus padres, sólo puede sincerarse con el oficial Fremick (Edward Platt) descargando su ira primero contra él y luego contra el mobiliario. Una forma de poder soltar todo lo que lleva dentro y que le hace incapaz de hacer entender a sus progenitores, especialmente a su padre, con el que tiene una más íntima relación, cuales son sus sentimientos.
No quiero alargarme que ya me conozco y como decía tengo el tiempo muy limitado.
Escenas como la famosa carrera hacia el precipicio son ciertamente míticas y especialmente me encanta el plano de Judy cuando da la señal de salida y luego cuando se vuelve y se pone a correr tras los coches.
O cuando después de la muerte (accidental) de Buzz Judy queda la borde del acantilado donde parece querer abalancarse y Jim le extiende su mano. Un instante mágico y el inicio de su relación amorosa. Y justamente en ese mismo plano Platón observa a los dos, tal vez con un deje de envidia por esa relación que acaba de crearse entre Jim y Judy pero también porque empieza a atisbar esa descabellada idea de formar con ellos una familia.
Como decía los colores juegan una importancia decisiva en el carácter de los personajes y tienen un valor dramático determinante aunque quizás no alcance las alturas de lo conseguido en su anterior pieza maestra, JOHNNY GUITAR.
El abrigo rojo de Judy al principio de la historia.
La cazadora roja de Jim (y que Platón acariciará tiernamente como más tarde lo haría algo similar Martha Edwards (Dorothy Jordan) con el capote de Ethan Edwards (John Wayne) en la cima del cine norteamericano THE SEARCHERS (1956, CENTAUROS DEL DESIERTO)).
El abrigo blanco de Judy cuando va a buscar a Jim y empieza su enamoramiento.
El propio suéter rosa de Judy.
Los dos colores citados, símbolos de pureza. El primero, el rojo, símbolo de protesta ante la fría actitud de su padre.
La camiseta amarilla de Buzz.
Pensamientos que rápidamente se me vienen y se me van de la cabeza.
El planetario donde los asustados estudiantes (especialmente Platón) ven cómo acabará el mundo. Ese mismo planetario donde finalizará la historia, con la muerte de uno de los protagonistas (al parecer la idea original es que tanto Platón como Jim murieran por disparos de la policía pero al final (y muy juiciosamente, a mi modesto entender) se prefirió que sólo el primero lo hiciera).
Y Jim volverá a cubrir con su cazadora el cuerpo de su desvalido amigo.
[Cuando comenté IN A LONELY PLACE se me olvidó mencionar que una de las cosas que definían a los personajes era la forma en la que uno de ellos ponía las manos sobre los hombros del otro, yendo desde la amistad, pasando por la autoridad y llegando al desprecio.
En REBELDE SIN UNA CAUSA (lo siento, lo prefiero) esa actitud de Jim de ceder primero su chaqueta y luego su cazadora a Platón (o tapándole con su propia prenda al chico cuando él y Judy se marchan a explorar la mansión deshabitada) es determinante del sentimiento de soledad y desamparo que expresan los protagonistas.
Al final, el propio padre de Jim le cederá su chaqueta. El instante en el que el padre entienda de una vez que su hijo ya es un nombre y que tiene que aprender a madurar ya comportarse como el hombre del que su hijo (y no su padre) se sienta orgulloso.]
Me alegra que una película tan bella, tan romántica (los diálogos entre Jim y Judy, aparentemente mil veces oídos, resuenan todavía en mi memoria), tan deudora de su tiempo (pero a la vez intemporal) fuera el mayor éxito de taquilla de su director (1.500.000 de dólares de presupuesto frente a más de 4.500.000 de recaudación).
Y a ese romanticismo ayuda y de qué manera la bellísima banda sonora de Leonard Rosenman (quién ya había trabajado con James Dean en la citada AL ESTE DEL EDÉN). Una música, por cierto, que me recuerda a ciertos pasajes de la magistral VERTIGO (1958, DE ENTRE LOS MUERTOS) de Alfred Hitchcock (¿tal vez se inspiró siquiera parcialmente el gran Bernard Herrmann en la partitura de Rosenman?).
Y, por supuesto, la excepcional fotografía en
WarnerColor y
CinemaScope de Ernest Haller (el mismo que el de GONE WITH THE WIND (1939, LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ), ahí es nada), usando un procedimiento que todavía no había alcanzado su máxima depuración.
Y para acabar decir que los protagonistas de la película, James Dean, Natalie Wood y Sal Mineo, tenían al inicio del rodaje, 24, 17 y 16 años.
Como dije al principio, REBELDE SIN UNA CAUSA no es la mejor película de Nicholas Ray pero si es mi favorita dentro de su impresionante filmografía.
Y si no la has visto todavía, no sabes cómo te envidio...
Feliz tarde y Nicholas Ray os bendiga.
Warner Bros. Entertainment (2014).
P. D. A la vuelta del trabajo añadiré las fotos de rigor para hacer más lindo el comentario pero ahora me tengo que marchar al trabajo.