En el caso de Taron creo que la idea andaba coleando por los estudios desde hacía veinte años atrás, y que la producción de la película fue singularmente cara y complicada. Los estudios habían comprado todas las obras del Ciclo de Prydain de Lloyd Alexander con la idea de hacer varias películas, un poco al estilo de El Señor de los Anillos, pero al final acabaron metiendo cosas de varias de ellas en una sola película que ya sabemos tuvo el resultado que tuvo, con lo que no se hicieron secuelas ni parece que vayan a retomar la temática en un futuro próximo (da más pelas hacer Piratas del Caribe XII, como dices, aunque sea una paparrucha de tomo y lomo basada en una atracción de Disneyladia, y no una especialmente chula). Incluso había planes para que los cines donde se proyectara Taron fueran invadidos por zombies 3-D en la escena final, gracias a un proyector especial que podía proyectar hologramas, pero el coste era prohibitivo y la idea se abandonó. La película, sin embargo, desde el punto de vista de la estética y la animación, no puede ser más clásica, recordando mucho a La bella durmiente o Merlín el encantador. A pesar de éso, era casi una película de espada y brujería, trufada de referencias al folklore y la mitología celta y repleta de situaciones y ambientes muy oscuros y terroríficos, donde los animalitos no hablan y no se ponen a cantar cada tres minutos (de hecho, no hay un sólo número musical en toda la película). Otra peli de esos años que también me encanta (debí de ser la única cría que se lo pasó bien en el cine con ella), fue Basil, el ratón superdetective, que es, digamos, más familiar -muy deudora del estilo y estética de Los rescatadores-, pero que también, sobre todo en su tramo final, está plagada de momentos angustiosos y terribles, con uno de los villanos Disney más divertidos pero también más cabronazos que se han visto, el Profesor Ratigan (al que, en la versión original, ponía voz nada menos que Vincent Price). De cuando en una peli Disney, el malo te mola mucho más que los buenos. Creo que hasta La bella y la bestia no volví a ver un villano tan violento e intentando cargarse al prota tan a lo bestia

. Y todo ello con un tono discreta, pero persistentemente irónico, casi
campy, que dirían los anglosajones, que para un niño, y sobre todo, un niño de esa época, pasa totalmente inadvertido, pero que para un adulto es muy evidente (significativamente, los -pocos- números musicales de esta película están a cargo de los malos...).
Luego vinieron las princesitas, luego, las princesitas empoderadas -pero princesitas igualmente-, y ahora Pixar y Piratas hasta la náusea

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