Fin de semana con mucho cine y muy contrastado:
Los cuentos de Hoffmann, de Michael Powell y Emeric Pressburger. Adaptación cinematográfica de la ópera de Jacques Offenbach sobre relatos de E.T.A. Hoffmann. Vista en la maravillosa edición restaurada por la fundación de Martin Scorsese y publicada por A Contracorriente. Un placer para los sentidos, de una belleza visual desbordante y una imaginación en la puesta en escena, en los decorados, en las coreografías e incluso en las interpretaciones, fabulosa. La película se estructura en un prólogo, tres cuentos (que en la ópera y en la película protagoniza el propio Hoffmann) y un epílogo. El primer cuento es la adaptación de “El hombre de arena”, donde Hoffmann (el tenor Robert Rounseville) se enamora de una autómata (Olympia, interpretada por Moira Shearer); el segundo, de “El reflejo perdido”, una fantasía veneciana, en la que Hoffmann pierde su reflejo como consecuencia de las malas artes del mago Dapertutto y de la cortesana Giulietta (Ludmilla Tchérina); y el tercero, de “El violín de Cremona”, en que la cantante tuberculosa Antonia (la soprano Ann Ayars), alejada del mundo en una isla del Egeo que recuerda la isla de los muertos de Arnold Blöcklin, y bajo el influjo del draculiano Dr.Miracle (un espléndido Robert Helpmann, que también es Coppelius en el primer cuento y Dapertutto en el segundo), se arriesga a morir si continúa cantando. Hoffmann cuenta los tres relatos como ilustración de su mal de amores, de sus fracasos sentimentales. Imprescindible.
Wind River, de Taylor Sheridan (guionista también de
Comanchería y
Sicario). Un notable thriller “bajo la nieve”. La aparición del cadáver de una chica descalza en medio del paisaje nevado de la reserva india de Wind River pone en marcha una investigación que conduce una agente del FBI (Elizabeth Olsen), ayudada por la policía de la reserva y un cazador del departamento de Caza y Pesca (Jeremy Renner). Sobria producción, mantiene el pulso durante todo el metraje hasta su tensa resolución. Sheridan parece que se perfila como un director a seguir.
Me quedé con ganas de más thriller sobre la nieve y revisé
Affliction, uno de los mejores sino el mejor film de Paul Schrader, que en esta ocasión adapta una novela de Russell Banks. El elemento criminal se centra en la muerte, accidental o no, de un importante sindicalista de caza en la zona. El protagonista, Wade (un espléndido Nick Nolte), policía local, sospecha de su colega, mientras su vida privada y profesional se desmorona: muerte de la madre; enfrentamiento con un padre violento (un magnífico James Coburn); separado, tiene problemas con la custodia de su hija; relación incipiente con Margie (Sissy Spacek), pero conflictiva; y un tremebundo dolor de muelas que lo lleva hasta casi la locura.
Rio Conchos, western “crepuscular” de Gordon Douglas, en que la mítica del Far West ya no da para héroes, sino solo para seres violentos, marcados por el odio y el deseo de venganza: de sureños contra yanquis; de blancos contra apaches, etc. El protagonista, Lassiter (Richard Boone), antiguo oficial de la Confederación, se nos presenta en la primera secuencia masacrando un grupo de indios que están enterrando un cuerpo. Con esa carta de presentación, poca simpatía nos va a permitir sentir por él. Tampoco el resto de protagonistas: un criminal que está en prisión (Tony Franciosa); dos militares yanquis (Stuart Whitman y Jim Brown); y una apache (Wende Wagner) que recogen en el camino, han de transportar un cargamento de pólvora para destruir unos modernos rifles que está vendiendo Pardee (Edmond O’Brien), un coronel de la Confederación que parece querer recomponer en México un ejército sureño en colaboración con los apaches. Film violento (hay una dura escena de tortura en la que Boone, Whitman y Brown son arrastrados por caballos), sucio, desmitificador, lo podría haber firmado quizá Robert Aldrich. Uno de los guionistas, Clair Huffaker, lo es también de
Los comancheros o
Ataque al carro blindado. Lástima que la edición que he visto, de Impulso, no respeta el formato: recorta el scope a 1,85:1.
Y para acabar, la cuota silente:
Varieté, de Ewald André Dupont. Espléndido melodrama, que más allá de su argumento un tanto folletinesco, destaca por la imaginación desbordante de su director a la hora de filmarlo. Un feriante de Hamburgo, Boss (Emil Jannings, en una de sus poderosas interpretaciones) acoge en su carromato a una chica huérfana, procedente de algún país oriental (una seductora Lya de Putti), ante el escándalo creciente de su mujer.
Pero Boss decidirá dejar mujer e hijo y huir con la muchacha a Berlín y recuperar su anterior oficio de trapecista. Allí, un trapecista de fama mundial, Artinelli (Warwick Ward), que ha perdido a su compañero de número, los contrata para trabajar en un espectáculo de categoría, pero pronto surge la atracción de Artinelli por la chica y el triángulo amoroso estalla, con fatales consecuencias. Más allá de la trama, con final moralizante como acostumbraba a ser en estos casos (y aún hoy en día), el mérito del film está en el repertorio de elementos visuales puestos en juego: iluminación, movimientos de cámara, montaje, decorados (el teatro, la feria, el parque de atracciones, ambientes tan habituales en el cine de los años 20). Film a recuperar en
una excelente restauración que edita Eureka (por cierto, de 95 minutos, no esos 112 que indica imdb). La película mantiene un tono sepia durante todo el metraje.
