Vista
Rufufú (absurdo título hispano para el original
I soliti ignoti), de Mario Monicelli, una comedia extraordinaria, divertidísima, y que ofrece una imagen miserabilista de la Italia de los 50 con una carga ácida auténticamente disolvente. Partiendo, según imdb, de un relato corto de Italo Calvino (sin acreditar en el film), "Furto in una pasticceria", Monicelli y su numeroso equipo de guionistas explotan el tema que popularizara Jules Dassin tres años antes en su
Du rififi chez les hommes (en España,
Rififi, de ahí supongo proviene el peculiar título del film de Monicelli en España): un robo preparado por un grupo variopinto de hombres, pero lo que en Dassin tiene un aire fatalista, trágico, en Monicelli es una comedia que no tiene piedad de sus protagonistas, torpes, inútiles, vagos, fracasados, unos personajes completamente al margen de la sociedad "normalizada y que progresa", que subsisten a base de pequeños hurtos, engaños, estafas y picarescas varias.
El reparto es inigualable: entre otros, Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni, Renato Salvatori, Totò, Claudia Cardinale, Carla Gravina,... Pero es que además Monicelli dirige con mano de hierro y un ritmo envidiable, que no da un solo respiro al espectador, un guion perfecto, donde todo encaja a la perfección: gags, diálogos, personajes, situaciones. Una muestra más de que, además del quinteto de oro del cine italiano (Fellini, Antonioni, Rossellini, Pasolini, Visconti, sin olvidar por supuesto a Vittorio de Sica), durante los años 40, 50 y 60, hubo una segunda línea extraordinaria de directores, algo olvidados, que merecen una reivindicación y recuperación, entre los cuales yo destacaría a Monicelli y a Germi (pero también Bolognini, Comencini, Lattuada, etc.).
