REVISÁNDO CLÁSICOS: EL CINE ONÍRICO.
ALL THAT MONEY CAN BUY (1941, EL HOMBRE QUE VENDIÓ SU ALMA), producida y dirigida por William Dieterle.
William Dieterle Productions, Inc. / RKO Radio Pictures, Inc.
William Dieterle es uno de esos grandes directores que trabajó en la Era Dorada de Hollywood realizando un ramillete de excelentes películas (incluídas varias obras maestras (entre ellas la inmortal PORTRAIT OF JENNIE (1948, JENNIE)) que hoy en día es poco o nada conocido por las nuevas generaciones de cinéfilos y poco o nada recordado por la vieja guardia, algo todavía más difícil de asimilar dada su más que evidente calidad y su extraordinaria elegancia en la puesta en escena. Algo que he tratado de ir corrigiendo aquí
https://www.mundodvd.com/las-ultimas...2/#post3817284 y aquí
https://www.mundodvd.com/las-ultimas...9/#post3827678 y que espero seguir haciendo en próximas entregas si la salud y el tiempo lo permite.
Lo primero que hay que destacar en esta soberbia pieza de cine fantástico (onírico, si se me permite la expresión, que ya usé también en otra pieza maestra como es THE NIGHT OF THE HUNTER (1955, LA NOCHE DEL CAZADOR) dado su carácter de fábula y su etérea puesta en escena) es que el primer rótulo que aparece en la pantalla es: A William Dieterle Production. O sea, que después de luchar denodadamente con su productora habitual, la Warner Bros., y después de conseguir éxitos (tanto de crítica como de público) con sus biografías de Pasteur (THE STORY OF LOUIS PASTEUR (1935, LA TRAGEDIA DE LOUIS PASTEUR), Zola (THE LIFE OF EMILE ZOLA (1937)) o Juárez (JUAREZ (1939)) por fin logró (en este caso en la RKO, debido al enorme éxito que supuso THE HUNCHBACK OF NOTRE DAME (1939, ESMERALDA, LA ZÍNGARA)) que se le reconociera como autor completo o sea director/productor en lugar de ser un simple asalariado del estudio de turno.
Lo segundo que nos llama la atención es que en los títulos de crédito aparecen listados los equipos creativos en dos grupos: delante de la cámara... y detrás de la cámara..., dando una sensación de trabajo colectivo que nos aporta información sobre el grado de compromiso e ilusión que se puso en el proyecto y del enorme talento recolectado en su puesta de largo.
La historia, que transcurre en el estado norteamericano de New Hampshire en 1840, es bien sencilla.
Un pobre granjero, Jabez Stone (James Craig), que vive en una modesta granja con su esposa, Mary (Anne Shirley) y su madre (la siempre colosal Jane Darwell), sufre todo tipo de calamidades y desgracias, hasta que al final, harto de tanta mala suerte y de ver como sus mejores intenciones se van al traste, hace un pacto con el Demonio, encarnado magistralmente por un divertido y a la vez amenazador Walter Huston (finalista del Oscar, que sólo se lo arrebató el gran Gary Cooper): vende su alma al mismo y éste durante un período de 7 años le proporcionará todo lo que el dinero puede comprar. Pero una vez pasado ese plazo...
En la trama tiene una presencia fundamental un político famoso en la época, Daniel Webster (un excelente Edward Arnold (un habitual del cine de Capra)), soberbio orador y al cual su elocuencia (en una secuencia magistral) le sirve para derretir el corazón de las almas más podridas del Infierno en su intento de rescatar el alma de Jabez de las garras del Enemigo.
Destacar, si ello es posible, la extraordinaria fotografía en blanco, negro y grises del gran Joseph August (es una de las películas visualmente más bellas que recuerdo); la extraordinaria partitura de Bernard Herrmann (no sólo de Hitchcock vivía este hombre); la dirección artística de Van Nest Polglase y los decorados de Darrell Silvera; la labor de montaje del luego (famoso) director Robert Wise; y todo el elenco actoral, especialmente Arnold, Huston, Darwell, una bellísima Simone Simon (lista para dar el salto a su obra máxima: CAT PEOPLE (1942, LA MUJER PANTERA)) y los noveles Anne Shirley y James Craig.
Ahora es posible ver esta joya en su metraje completo (se restauró en 1991) y paladear una obra que, tal vez, nunca guste a un amplio espectro del público pero que, desde luego, tiene un lugar destacado en las preferencias de los que habitamos en tierras inexploradas.
Buenas noches y dulces sueños.
