De repente, el último verano.
Película rarísima, chunga, opresiva y malrollera, donde las haya, repleta de alusiones a tabúes (incesto, homosexualidad, canibalismo y unas cuantas cosas más) y a cosas innombrables. La historia trata sobre una ricachona sureña bastante excéntrica (Katherine Hepburn), cuyo hijo, un personaje misterioso y aparentemente fascinante llamado Sebastian, murió el verano anterior en oscuras circunstancias. El tal Sebastian era poeta y aparentemente un tipo buenísimo y maravilloso, pero como iremos viendo, no es oro todo lo que reluce. La ricachona busca la ayuda de un joven médico, interpretado por Montgomey Clift, cuya especialidad es la neurocirugía (muy en boga en la época en que transcurre la historia, donde se hacían lobotomías con la misma facilidad con que se vacuna hoy de la gripe), y que necesita dinero desesperadamente para un nuevo hospital. Quiere la ricachona que el doctor le practique la lobotomía a una sobrina suya (Elizabeth Taylor), que es un tanto rara y tiene fama de promiscua y conflictiva. Si lo hace, tendrá el dinero para su nuevo hospital. Esta idea es secundada ardientemente por los parientes cercanos de la chica, su madre (Mercedes Mc Cambridge) y su hermano, los insoportables y zafios parientes pobres de la ricachona sureña. Pero Monty tiene sus dudas sobre si la chica realmente necesita la operación, y empieza a investigar por su cuenta. Pronto se da cuenta de que Liz es la menos rara en una familia donde todos están de la olla y encima son tiburones dispuestos a devorarse unos a otros. Resulta que el interés que todos tienen por que la chica sea sometida a una operación incapacitante tiene que ver con que así sus ávidos parientes podrán disponer de la parte de la herencia que le corresponde...y con que ella sabe un oscuro secreto relacionado con Sebastian, y otro más sobre las muy extrañas circunstancias en que murió...secretos que tendrían inimaginables consecuencias si se supieran.
Gran reparto y excelentes interpretaciones para una película tensa, extraña, agobiante, que apela al horror primordial, y donde se siente una angustia y una opresión constantes. Me pregunto cómo se las arreglaron para llevar al cine una historia con semejantes ingredientes en el Hollywood de aquella época. No es de las que te deja con el culo torcido, sino directamente fuera de la geometría euclidiana

. Yo, más que un drama, la veo como una cinta de terror, pero de terror de verdad, no de ésas de vampiros que saltan de la caja y casas encantadas de tren de la bruja.