Aunque sea tiempo de Semana Santa, yo sigo...
REVISANDO CLÁSICOS: EL CINE SOCIAL
AMERICAN MADNESS (1932, LA LOCURA DEL DÓLAR) de Frank R. Capra [sic].
Columbia Pictures Corp. A Frank Capra production.
Extraordinaria obra maestra del gran Frank Capra, uno de los más grandes de la historia del cine, cuya obra me sigue pareciendo absolutamente actual y tan deliciosa como cuando ví sus primeras películas en aquella vieja tv en b/n...
Soberbia muestra temprana del talento inconmensurable del director de origen siciliano y especie de esbozo que le servirá al autor para dar al 7º arte obras del calibre de CABALLERO SIN ESPADA, JUAN NADIE o QUÉ BELLO ES VIVIR, todas ellas obras maestras inmarcesibles que no agotan la visión cada vez que uno las disfruta sino que aprendemos (sí, aprendemos) cosas nuevas, cosas buenas, porque no todo van a ser mierdas como las que nos ofrece la vida últimamente (y hoy es un día especialmente malo...).
Con un estupendo reparto encabezado por el grandísimo Walter Huston (ni falta hace decir que padre del director John Huston) y con un guión del habitual Robert Riskin, de ritmo endiablado, diálogos como ráfagas de metralleta y grandes discursos de hondo calado emocional/social, LA LOCURA DEL DÓLAR (no es mal título el elegido en nuestro país) cuenta en sólo 73 minutos (¡73 minutos!, prodigio de edición) una historia de amistad, gratitud, lealtad y creencia en los valores más humanos de las personas que es difícil de ver sin que a uno se le pongan los pelos de punta o le salten las lágrimas, de alegría, que también se llora de alegría, h.... Sólo la larga escena final, con los depositantes intentando sacar sus ahorros cuando se corre la noticia de que el banco ha sido robado y la posterior llamada a todos esos clientes/amigos a los que el banquero encarnado por Huston ha prestado dinero fiándose de ellos, merecería pasar a la historia del cine, al igual que, qué mejor ejemplo, la memorable escena final de CABALLERO SIN ESPADA, donde James Stewart demuestra que era uno de los más grandes entre los grandes.
En fin, me voy a la cama. Hoy dormiré a gusto (pese a todo) porque tengo fé (aunque sea ateo) de que, en el fondo, la gente buena sigue siendo más que la gente mala.
Good night, Mr. Capra.
