REVISANDO CLÁSICOS: EL CINE ONÍRICO
THE NIGHT OF THE HUNTER (1955, LA NOCHE DEL CAZADOR) de Charles Laughton.
Paul Gregory Productions, Inc./United Artists Corp.
Obra maestra absoluta del cine de todos los tiempos rodada por el excepcional actor británico Charles Laughton, cuyo estrepitoso fracaso en taquilla finiquitó su labor como director pese a que su próximo proyecto, una adaptación de la novela de Norman Mailer, LOS DESNUDOS Y LOS MUERTOS, cuyo guión elaboró el actor, fue posteriormente a caer en manos del gran Raoul Walsh, en (otra) película difícil de ver hoy en día.
Una película imposible de encasillar en ningún género de ahí mi propuesta al incluirla dentro de un apartado tan subjetivo como el cine onírico (lo siento, no se me ocurrió nada más indicado). O como diría el maestro Terence Fisher, un cuento de hadas para adultos (hermosa definición).
Un personaje, el interpretado por un descomunal Robert Mitchum (una de las mejores actuaciones del cine de todos los tiempos, ODIO (mano izquierda) y AMOR (mano derecha), mil veces imitada pero nunca, jamás, superada), falso predicador y asesino múltiple de viudas (mujeres, todas, a las que desprecia y humilla) para obtener su dinero, que sigue la pista del botín conseguido por el padre de unos niños (unos excelentes Billy Chapin y Sally Jean Bruce) y que éstos guardan a salvo. Y una maravillosa, maravillosa, maravillosa, Lillian Gish, como la Abuelita o el Hada Buena, que cobija a los niños bajos sus alas y les protege de todo mal.
La puesta en escena de Laughton, extraordinariamente elaborada, en estrecha colaboración con el excepcional operador Stanley Cortez (en una fotografía con reminiscencias del cine mudo y del cine expresionista) y del director artístico Hildyard Brown, crean una escenografía que nos retrotae al mundo mágico de los cuentos de hadas y de lo onírico, con alguna de las más bellas imágenes que nos ha legado el 7º arte, como la hermosísima (y terrible) escena del cadáver de la madre flotando en el fondo del río.
La bellísima banda sonora de Walter Schumann, con canciones que forman parte de la historia (inolvidable el "dueto" entre el Cazador (Mitchum), sentado en el jardín de la casa y ¿la Presa? (Gish)). Y escalofriantes los gritos del Lobo Feroz cuando la anciana le dispara o antes cuando falla a la hora de atrapar a los niños.
Una de las obras capitales de la historia del cine que todo amante del mismo debería ver antes de morir (no es broma). Una pieza de orfebrería de singular belleza plástica, con extraordinarios actores, bellísima música y como decía Paul McCartney en "A Day in the Life": "Somebody spoke and I went into a dream".
Un cine para soñar y reflexionar. Un cine para emocionarse. Un cine con MAYÚSCULAS.
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