Desde luego, hay animación más allá de Disney. Ya os conté mi último fracaso con La Bella y la Bestia (lástima, con algo más de sangre y tinieblas y menos azúcar glass, purpurina y cancioncilla habría sido una auténtica obra maestra). Yo el otro día andaba revisitando
El último unicornio, de la Bass and Rankin, que hicieron cosas muy chulas a principios de los ochenta -lástima que ya no estén en el negocio-.
El vuelo de los dragones es una de esas obras maestras semidesconocidas. Lo mismo me pasa con El último unicornio, que yo no había visto desde un pase televisivo hace un montón de años, cuando aún daban, sobre todo por Navidad, programación decente en horario infantil, pensando en los niños y no tratándolos como criaturas de otro mundo o como retrasados mentales. Contaban historias muy fantásticas, que, en esencia, planteaban problemas serios (como la relación entre la realidad y la fantasía y el conflicto entre los valores humanísticos y la deshumanizada sociedad moderna, expresado de manera metafórica), con un estilo de dibujo muy barroco, a medio camino entre la animación tradicional y el manga japonés (mucha gente que trabajaba allí provenía de Japón, y era una época en que el manga empezaba tímidamente a conocerse en Occidente). Sus películas tenían un tono más oscuro y fantástico que las de la Disney -eran más películas destinadas a adolescentes y adultos jóvenes que a niños- y no se cortaban en mostrar situaciones violentas o angustiosas. Últimamente les estoy siguiendo de nuevo la pista a varios clásicos animados infrecuentes de mi niñez. Hace poco comentaba
Corre, Meros,
Jack y la bruja, el
Drácula y el
Frankenstein de la Toei (en sus hilos correspondientes), y ahora quiero ver si revisito
El pequeño Nezha contra el rey de los dragones y
El alegre París, películas de las que guardo recuerdos muy borrosos pero que me causaron una grata impresión. Algunas de ellas me ha costado mucho identificarlas. Recuerdo una época en que daban muchos largometrajes de animación por la tele, en horario matinal, especialmente por Navidades, fines de semana y así, y muchas de las películas que ponían eran animes orientales, que se empezaban a conocer por aquí.