SOLARIS (1972) de Andrei Tarkovsky.
El planeta Solaris es un ente viviente, y puede crear materialmente los sueños, anhelos, de los tripulantes de la estación espacial que lo orbita.
Obra Maestra de la ciencia ficción, vendida como el “2001” ruso y un film sublime, que agita a nivel racional, emocional y especulativo. De hipnótica narración lánguida, visualmente hermosísimo (como los otros del director, viendo clips e imágenes *) destacando –por decir alguna cosa- el principio, la casa, la vegetación… la forma de filmar el agua (retomado en su insuperable, sobrecogedor final) con una profusa indagación en los recovecos de la memoria, inquietantes las apariciones de la mujer y sus
muertes, y la escena de la levitación (recurso recurrente en el director, al parecer). La versión de Soderbergh no me había disgustado, pero poco concreto recuerdo realmente de ella.
Curiosamente “Solaris” no es de las obras más queridas dentro de la obra de Tarkovsky, ni por sus seguidores ni por el director mismo, que al parecer decía algo como (más o menos lo entrecomillado) “no supe liberarme del todo de los ropajes del género para llegar a algo más personal”. La verdad, a mi no me disgustan los “ropajes cifi” (no es que esta tenga muchos precisamente, a mi parecer), no le veo fricciones conceptuales, narrativas o visuales al film, ni me parece que este mal contada tal como está (otra cosa es que alguno deseara algo –aún- más críptico, pues parece que es la más “accesible” de su obra); pero uno no tiene que coincidir con las opiniones de otros espectadores ni con el propio creador de una obra, naturalmente. Tarkovsky también introduce en el primer acto una larga escena con un coche circulando por la autopista, para que “lo espectadores palomiteros huyan de la sala” (como si esos no fueran a aburrirse con el resto del film), lo cual tiene su gracia, pero es una escena que para mí no pinta nada y me parece probablemente el segmento menos interesante de la peli.
*Reconozco que solo he visto este film de Tarkovsky. Empecé “Stalker” y, aunque estéticamente fascinante, no logré conectar con él, dejándolo al rato. Quizá tuve un mal día. Lo intentaré en el futuro.
