Pues anoche visonamos en familia
King Kong, de Jackson.
Además, la vi por primera vez en versión ampliada, con deliciosas secuencias de ataques de bestias prehistóricas para animar la llegada a Skull Island. Ya hablé largo y tendido de ella en su momento. Valoro muchísimo la puesta en escena, la fotografía alucinante, esa ambientación ominosa y espectacular, salvaje como pocas, esos efectos digitales e, incluso, la labor de los actores principales.
¿Qué es lo que menos me gusta? Pues, como ya dije, que se le vaya la olla a Jackson y se atreva con secuencias imposibles, destinadas a los palomiteros, que te sacan de la tensión. Vuelta a ver la carrerita olímpica entre las patas de los brontosaurios y velocirractores es para cagarse en to lo que se menea. Yo quitaría esa larga secuencia de un plumazo y le haría mucho bien a la historia. En la misma línea, la lucha contra tres Rex por parte de Kong es muy, muy arriesgada. De nuevo la fantasía se mezcla con la ficción a la manera de
Van Helsing. Una cosa es jugar en la cuerda floja, arriesgar, y otra mostrar un imposible. Prueben a pelear con tres perros y con un huevo en la izquierda. Prueben diez veces a ver cuántas de ellas el huevo se hace tortilla en la mano. A eso voy. Sí, que es cine y que la fantasía es un hecho. Pero yo hablo de abusar, no de usar. Es como la secuencia en la que al Brody le quitan un montón de bichos del cuerpo a golpe de ¡metralleta! Eso sí, sólo toca a los bichos pero no al prota, que para eso ha de seguir hasta el final. Bien por la cordura.
Alejandro, tú que buscas tantas cosquillas a
Prometheus, ¿cómo te animas a defender estas cosas, pardiez?
Una pena, por mi parte, que no hubieran tratado con un pelín de prudencia estas secuencias, porque a pesar de que era inevitable jugar con la incoherencias con un tema así, al menos se podía hacer de manera algo disimulada, sin abusar tanto. Es ficción, pero no disparate, y al menos en mi medidor, los números han saltado de manera alarmante con estos detallazos.
Con respecto a Kong, lo humanizan tanto que parece una persona. Kong, en el original, es un animal gigantesco y agresivo que siente atracción hacia esa cosita delicada y rubia que le han dejado los nativos. Está bien que den otra mirada más tierna y romántica, pero que tampoco me lo vendan como un atisbo de veracidad, porque los gorilas tampoco son así se amorosos. Kong es un ser perteneciente a la fábula, y no es simplemente un gorila grande. Este intento de veracidad podrían haberlo aplicado a las secuencias comentadas, ya que pertenecen a "a", y Kong pertenece al predio imaginario "b": (a + bi). O sea.
Con todo, le pongo un 8, por todo lo bueno. Eso sí, el clásico de 1933 sigue siendo el molde, la epopeya onírica y el viaje al subconsciente del ser humano, además de uno de los títulos claves en la historia del cine.
