Todavía nos estamos riendo mi mujer y yo acerca de lo que ha pasado esta tarde.
Veréis, mi hijo mayor tiene 18 años y su novia también. Ambos están estudiando en el conservatorio. Se conocieron cuando ambos tenían 15 años, y obviamente, tanto nosotros como los padres de la chiquilla (unos benditos), no le dimos más importancia. Un noviazgo adolescente, fugaz y propulsado por las hormonas. Pues ahí siguen a día de hoy, y se toman muy en serio su relación. Estamos todos encantados, la verdad (y sorprendidos).
La cuestión es que ella vive con sus padres en una casa muy cerca de nuestro hogar, y de vez en cuando la invitamos a comer y pasar la tarde, e incluso en ocasiones se queda a dormir algún fin de semana (con el beneplácito de sus padres, huelga decirlo). A estas alturas es como una hija para nosotros, y nos tiene muchísima confianza. Mi hijo mayor hace lo propio en casa de ella.
Total, que a mi mujer se le ocurrió la brillante idea de, como quiera que les gustó mucho (muchísimo) Double Indemnity de Wilder, ponerles Body Heat, el estupendo debut de Larry Kasdan en la dirección (pero que bien filmada, fotografiada y escrita que está esta película, redios).
Durante el transcurso del film, no se oía ni una mosca. Los ojos los tenían pegados a la pantalla. Yo de vez en cuando les miraba de reojo y no perdían detalle de nada, completamente embobados. Cuando llega la escena de la bañera con hielo donde Turner se queja de lo escocida que está, la novia de mi hijo pide permiso para ir a por un vaso de agua. Paramos la película, va a beber agua, y vuelve. Y justo antes de sentarse dice, con un hilo de voz susurrante y algo entrecortada... eh... ehm, justo antes de esta escena se ha visto a el preguntarle a ella si estaba bien, mientras estaban en la cama y ella le ha pedido que por favor no parase. Luego cortan a la bañera helada... uh, ¿se está insinuando que han tenido sexo anal?
Sus ojos eran dos canicas y estaba levemente ruborizada. Y mi hijo, mamonazo (con todo el cariño del mundo se lo digo, lo quiero más que a mi vida, pero tiene más peligro que una caja de bombas), va y le responde, también susurrando y abriendo mucho los ojos: muy probablemente, si.
En ese momento hemos roto a reír los cuatro durante un buen rato.
El resto de la proyección ha transcurrido con normalidad. Sus caras tras el plano final del film eran un poema.
En fin...
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18 años, hormonas.
Pues eso.