“QUE CUARENTA AÑOS NO ES NADA”
Sigo con la revisión de mi videoteca tomando como objeto las películas que han cumplido los 40 años. En esta ocasión comento dos films multipremiados:
Annie Hall, de Woody Allen, obtuvo el Oscar a la mejor película, mejor director, mejor actriz principal (Diane Keaton) y mejor guion original (de Allen y Marshall Brickman). La vi de estreno, en diciembre de 1977, y recuerdo que supuso toda una revolución. El cómico del momento, que nos tenía acostumbrados a las astracanadas, se ponía un poco serio y sentimental, y nos contaba de manera adulta una relación de pareja, aunque sin dejar de lado el humor, perfeccionando su personaje de judío neoyorquino acomplejado y obsesionado por la muerte y el sexo. En su día, especialmente para los espectadores jóvenes como era mi caso, el film resultaba sorprendente: diálogos dirigidos a la cámara; ruptura de la lógica narrativa (cuando el personaje de Allen hace aparecer a McLuhan en la cola de un cine); visitas de los personajes al pasado; libertad, “realismo”, a la hora de contarnos las interioridades de la vida de pareja; diálogos abiertos sobre sexo, etc. Con los años, vas descubriendo que aunque no dejaba de ser un cine fresco para la época, especialmente en el cine norteamericano, en realidad bebía a chorro del cine europeo: Bergman, Fellini y el cine francés (Truffaut, Godard, Rohmer, etc.) sobre todo. Allen ni siquiera esconde sus referencias (quieren ver
Face to Face, de Bergman; se discute sobre Fellini en la cola del cine, etc.).
El problema es que después de 40 años de ver al personaje de Allen en multitud de películas, lo que resultaba fresco, ingenioso, audaz, ahora me parece más bien reiterativo, verboso en exceso, autoindulgente, ególatra. Con el tiempo Allen-personaje y Allen-actor me han ido dejando de interesar, aunque sigo considerándolo un excelente director de actores. Aquí mismo Diane Keaton está espléndida, y los secundarios funcionan a la perfección (por ejemplo, Carol Kane, Shelley Duvall o el habitual Tony Roberts). El film también nos sorprende con una breve aparición de Jeff Goldblum o de un inquietante Christopher Walken, como el hermano de Annie, o incluso de Paul Simon, metido en funciones de actor por primera vez.
Aunque el visionado se sigue con fluidez, con una permanente sonrisa con regusto amargo, me parece un film que ha perdido mucho del interés que tenía en su momento (algo que me temo sea extensible a buena parte de su cine).
Padre padrone, de Paolo y Vittorio Taviani. También la vi de estreno. Era la primera película de los Taviani que veía, y llegaba con el aval de la Palma de Oro de Cannes. En su día recuerdo que tuvo una gran repercusión: era comprensible que una película que denunciaba el autoritarismo paterno y la explotación a la que somete a sus hijos, en una sociedad rural atrasada, inculta y reprimida sexualmente, se recibiera con alborozo cuando el franquismo todavía estaba bien vivo en España por muchas elecciones que se hubieran hecho en junio. Eran tiempos de cambio y de esperanza, permanentemente amenazada, algo que se encarnaba en la frágil figura de Gavino, el protagonista del film, al que vemos primero como niño y después como joven, cuidando del rebaño de ovejas familiar. La película está basada con ciertas libertades en el libro autobiográfico de Gavino Ledda, lingüista sardo que aparece en el prólogo y en el epílogo del film. Hay un interesante elemento lingüístico: el protagonista habla sardo y como es arrancado del colegio para trabajar en el campo no aprende el italiano hasta que va al ejército, donde precisamente se le va a prohibir hablar su idioma. En la
versión en DVD que tengo, de DeaPlaneta (de calidad pésima y no anamórfica), este detalle no se aprecia bien, ya que durante toda la primera parte los personajes hablan en italiano, y solo descubrimos que habla sardo cuando cumple el servicio militar, lo cual resulta extraño, porque hasta entonces no hemos oído que lo hablara (a mí me parece recordar que en la película que vi en el momento del estreno se mantenía el sardo en la primera parte del film, pero no estoy seguro). En general, la película queda como un testimonio de una sociedad arcaica, patriarcal, en una geografía torturada, árida, dura como el trato que los padres dan a sus hijos, con venganzas entre familias, ignorancia y avaricia. El tono que le dan al film los Taviani quiere ser un tanto poético (el uso de la música; los supuestos diálogos entre los pastores mediante sus instrumentos: un acordeón y una flauta; los “pensamientos” de los animales, que se subtitulan), y usa algunos elementos de distanciamiento, como la irrupción del propio Ledda en el film. 40 años después ha perdido algo de su contundencia, pero sigue siendo un film estimable, que además nos descubrió a un gran actor, Omero Antonutti, el padre, al que años después veríamos en
El sur, de Víctor Erice.
Añado otra película de 1977:
La isla del Dr.Moreau, de Don Taylor. En
De la literatura al cine he publicado hoy un comentario sobre este film y su relación con la novela de H.G.Wells.