Beautiful Girls (Ted Demme, 1996)
Por alguna razón hace unos días me vino a la mente Beautiful Girls y hoy mismo le he pegado un revisionado.
Me encantó en su momento y lo sigue haciendo ahora. Creo que su principal virtud es que saca pleno rendimiento de sus puntos positivos aunque si tuviera que destacar un sólo aspecto serían, sin duda, los diálogos.
En Beautiful Girls funcionan muchas cosas: el guión de un Scott Rosenberg que sitúa la acción en un pueblo random de la Costa Este (aunque está filmado en Minnesota) al cual regresa Willie, un pianista algo frustrado, desde NYC para asistir a la reunión de ex alumnos del instituto. Es pleno invierno, es una de esas localidades donde nieva todo el invierno, de clase media, de las que tienen su propio mundo y viven alejadas de las grandes áreas urbanas. Willie es el único de su grupo de amigos, que ahora ronda la treintena, que escapó de allí y fue a la gran ciudad.
Funciona la dirección de un Ted Demme que saca provecho de ese libreto y de unos actores en estado de gracia, amen de cara visible de una cantera relacionada con la Generación X (ese gran Douglas Coupland, autor del término), para capturar esos magníficos diálogos.
Funciona un casting espectacular, bastante plausible en lo estético (no hay demasiadas fealdades, cierto, pero los más atractivos/as son creíbles y además, en ese entorno, parecen más probables) y en comunión idónea con el director y el libreto. Matt Dillon ES el ídolo de instituto; Mira Sorvino ES la no-tan-princesa que termina saliendo con él; Michael Rapaport ES el inmaduro obseso; Willie ES un fracasado sin demasiada seguridad en si mismo; Umma Thurman ES lo nuevo, exótico y excitante; Rosie O'Donnel ES la feminista cabreada; Natalie Portman ES la vecina de 13 años que no tienes muy claro si es una niña, casi una mujer o estás entrando en los pensamientos ilegales.
Funciona todo el paquete final, Demme y esos diálogos no dejan espacio a un solo momento aburrido, ni una sola escena sobra, todas son especiales por si mismas, todas aportan. Esa BSO es generosa, variada, y cuando crees que ya se ha terminado, te cae la fabulosa Graduation Day de Chris Isaak durante los créditos.
Pero lo mejor son los personajes y esos diálogos. Willie se impone más como protagonista, como elemento con el que más se identifica el público ya que, aunque ha crecido en ese pueblo, su reajuste a él va en línea con nuestro conocimiento del mismo. Es una cinta coral, cada personaje tiene su momento, su papel y lo gratuito no es necesario porque las emociones llegan con facilidad.
Beautiful Girls trata la llegada, casi sin avisar, de ese futuro que augurabas cuando eras un adolescente, encauzado, eso sí, a la imaginería del pueblo random norteamericano, con todos sus tópicos de instituto y demás. Ese futuro son los sueños rotos de la mayoría, adultos que no aceptan dicho rol, la primera crisis existencial. Demme y Rosenberg no nos dan lecciones morales ni recompensas tontas. Ni siquiera ocurre demasiado. Aunque no es un ejercicio nihilista, ni un
la vida es así (hablamos de los 90 y de Miramax), la relativa felicidad, y las pocas concesiones finales, perecen ante las bondades de la película. Vamos que en ese punto me importa un comino que Willie se largue de nuevo a NY y todo parezca que vaya a ir bien. Lo bueno ha sido esa pequeña estancia en el pueblo.
Momentos. El discurso de Paul sobre las modelos:
“Supermodels are beautiful girls, Will. A beautiful girl can make you dizzy, like you’ve been drinking Jack and Coke all morning. She can make you feel high full of the single greatest commodity known to man – promise. Promise of a better day. Promise of a greater hope. Promise of a new tomorrow. This particular aura can be found in the gait of a beautiful girl. In her smile, in her soul, the way she makes every rotten little thing about life seem like it’s going to be okay. The supermodels, Willy? That’s all they are. Bottled promise. Scenes from a brand new day. Hope dancing in stiletto heels.”
La escena más conocido tal vez sea la que cantan Sweet Caroline. Umma Thurman y ese punto masculino, sí señor.
O tal vez la más conocida es esta, brutal Rosie O'Donnel