Iba completamente desganado a verla y he salido encantado. Una película infantil, sencilla, sin muchas pretensiones, con buen ritmo (no como los Harry Potter con los que siempre me duermo), que cuenta lo que tiene que contar sin irse por las ramas y con una dirección aceptable, sin tanta alharaca como el señor Jackson en su para mí, tras cada revisionado, más insufrible adaptación cinematográfica de El señor de los anillos. Ha logrado dos cosas que no esperaba de ella y que siempre agradezco de una película o un libro: entretenerme y hacerme pensar, porque ir descubriendo todo el andamiaje simbólico que se esconde tras el aparentemente simplón argumento me ha resultado un ejercicio interesantísimo. Tristemente esta película se va a convertir en bandera para muchos grupos integristas cristianos que no ven más allá de sus narices ni son capaces de contextualizar y diferenciar el mito de la realidad.
En definitiva, una agradable sorpresa.