La pésima calidad de muchas de sus ediciones (más propias de una segunda copia casera de VHS que de un DVD), los discos con lectura defectuosa, los subtítulos bajados de internet (en el mejor de los casos), etc, no se justifican aludiendo al coste de duplicación. O se hace una edición decente... o se hace una porquería indecente; y esta última es la opción que han escogido algunas editoras de nuestro país.

Dejando aparte la procedencia de los masters (que sería probablemente una historia muy poco ejemplar), hay algo que me parece incuestionable: una empresa medianamente honesta debería avisar en el exterior de sus productos que el soporte físico utilizado no es el habitual disco prensado de cualquier edición profesional, sino un DVD-R o un BD-R, según el caso.

Incluso en USA se utilizan DVD-R para las ediciones por encargo de títulos considerados minoritarios o de difícil comercialización (Warner Archive, Fox Cinema Archive, Universal Vault, etc). Pero, aparte de que la calidad de edición dista muchísimo de las porquerías comercializadas aquí por algunos sinvergüenzas, se avisa muy claramente de que el soporte usado es un dvd-r: This product is manufactured on demand using DVD-R recordable media.

Pero, claro, aquí vivimos en el país de la picaresca (bonito eufemismo para denominar a desaprensivos, aprovechados, granujas y delincuentes) y se acepta como normal el que algunos comerciantes den gato por liebre con total impunidad. Y, en lugar de exigir mínimos de calidad y rigor en la información al consumidor, se argumenta falazmente una supuesta falta de rentabilidad para tratar de justificar lo injustificable : ediciones con una calidad impresentable y ocultación interesada de datos que en cualquier otro mercado se considerarían ineludibles.

Así nos va.