Ya ha concluido la saga galáctica de George Lucas que cambió el cine para siempre (¿a peor?). Y uno, antiguo fan de Star Wars, no puede sino despedirla con pena y algo de rabia, en vista del trabajo hecho por este ¿director de cine? Al cual la fuerza no le ha acompañado en la artificial y prolongada continuación de su saga en clave de regreso al pasado. Ciertamente ¿era necesario hacer los episodios 1, 2 y 3? No, no había necesidad alguna, salvo la económica como casi siempre, la de éste Sith (en palabras de Alex de la Iglesia en "El País") que no busca otra cosa que engordar su cuenta corriente.
Lucas, ha demostrado haber perdido la inspiración, el olfato, las ganas de hacer cosas bien hechas, el talento y diría que hasta la ilusión, y de paso ha hecho perder parte de su magia a las primeras películas (en orden cronológico de rodaje) de la saga, retocándolas más que el careto de Cher, y derribando mitos en los que algunos de esos personajes clásicos se habían convertido. Eso sí, la campaña comercial ha sido perfecta, llorando a todos los críticos para que le pusieran bien la peli, diciendo que nadie iba a ir a verla de lo negra y tétrica que era y patatín, patatán... juas, juas, juas!!!!!!
A todo esto, debo aclarar que el Episodio 3 en sí, me ha dejado buen sabor de boca (ya diré por qué), pero eso no tiene nada que ver con que siga pensando que su director y responsable sea un miserable y un horrible director de cine (ahora dice que se va a dedicar a hacer cine independiente de bajo presupuesto, pero en fin... Ya veremos como al final acaba haciendo media docena de series tarrañeras para la tele, sobre el tema galáctico).
Para empezar, creo que voy a ser el único que defienda a Hayden Christiansen (no porque esté muy bueno, que supongo que lo está) sino porque creo que mejora ostensiblemente respecto a la anterior película, tiene un par de escenas estupendas, y bueno, otras en las que da una pena horrible de lo perdido que está. De hecho, la escena clave en la que su personaje se pasa al lado oscuro... (la peor de todo el film), el pobre chaval baja la cabeza e intenta esconderse de la cámara porque no sabe ni lo que tiene que hacer... Supongo que en ese momento, crucial para la saga, Lucas estaría supervisando algún juguete chungo (siempre ha odiado dirigir a los actores) y bueno, entre que en frente tenía a un teleñeco (Palpatine maquillado como una puta de puerto) y la pantalla azul... pues oigan, me hubiera gustado ver a Marlon Brando en su situación.
Menos perdón tiene lo mal que esta el amiguete Ewan, caracterizado de Señor Patata (o de hermano mongolo de Alec Guiness) que en la otra escena crucial del film (y la segunda peor del mismo en mi ranking particular) osea, cuando ve la holografía que le muestra la verdad, pone cara de "marchando una de bravas!!!!", muy patético. A la pobre Natalie Portman en quien volvemos a creer después de suspirar por ella en Closer, desearla que no se vuelva a meter en estos berenjenales comerciales, donde tiene mucho que perder y poco que ganar (salvo dinero); en concreto en el Episodio 3 que nos ocupa, directamente no tiene papel, y bueno, de esa tripa cervecera que simula un embarazo, mejor no hablamos.
Vuelve en esta película Lucas, a destrozar el personaje de Yoda, convertido en "La pelota vasca" la goma contra la piedra (Abeja Maya le llamaba en su artículo Alex de la Iglesia), en esa lucha redícula (a question please: ¿Para que usa el bastón al caminar, para engañar al enemigo?), que no tiene ninguna razón de ser de guión, ni en su inicio, ni en su fin. ¿Por qué Lucas, por qué?
Vuelve en esta película Lucas a pecar de escenas de videojuego, y vuelve un director a deshacerse de mala manera de el pobre Christopher Lee (de la puñalada trapera Jackson a la puñalada Lucas, y tiro porque me toca). A ver, señores, un poco de guión. ¿No era el Conde Dooku un villano principal de la saga? Pues nada, aquí se lo despacha en los primeros diez minutos de película, y sustituye su lugar en la trama, por un robot llamado General Groevious hasta ahora desconocido (¿será porque se venderán más juguetes del robot que del Conde, que es menos comercial?). pues eso, que reduce al bueno del Conde al nivel del bakalufo aquel de Darth Maul del Episodio I.
Y más reacciones encontradas. La papeleta de John Williams, que últimamente empieza a no gustarle trabajar demasiado (desconozco si también se ha pasado a la fabricación de vinos, como Coppola)... bueno, pues si la partitura de Williams en este episodio es magnífica, que lo es y mucho... con detalles de "calitat" como el de no meter la "Marcha imperial" a todas horas (opción fácil), ¿por qué ser cutre y meter en el entierro de Padme, la misma pieza que en el entierro del personaje de Liam Neeson del primer episodio? ¿Acaso es la música que incluye en el precio la funeraria de Naboo y por eso ha de sonar por defecto en ambos sepelios? ¿O a santo de que el tema del Salón del Trono del Episodio IV en los créditos finales, una y otra vez? El resto, temas grises, hermosos, dramáticos, quizás demasiado inspirados en Howard Shore y el anillo, en parte (se lleva lo celta), pero en los momentos cumbres vibrante.
Hasta aquí, lo que no me gusta de Star Wars: Episodio 3, o cómo siendo mejor película de toda la saga nueva, se queda a muchos años luz de El imperio contraataca que es la mejor de la saga clásica. Como digo, escenas claves carentes de dramatismo, actores mal dirigidos, incongruencias de guión y un ritmo, que en principio parece ser un mérito (son más de dos horas trepidantes que se pasan en un suspiro), pero que al acumular tantos hechos dramáticos en el tiempo, parecen atropellados y acaban dando una sensación de juerga espacio-temporal carente de sentido.
Como le grita Obi-wan a Anakin: «Tu eras el elegido, tenias que acabar con el mal, no unirte a él». Así me dan ganas de gritarle a Lucas... primero, porque no tenía ninguna obligación de hacer estas películas, y segundo porque forrado como estaba, debería haberlas hecho bien. Y sólo esta última, y en una pequeña parte, consigue el objetivo.
Y dirán ustedes..., ¿Y por qué dice que le gusta La venganza de los Sith?
En primer lugar, por la espectacular batalla inicial, que demuestra que por fin Lucas, se ha gastado el dinero. Es la escena más espectacular de las dos trilogías. Un espectáculo para los sentidos; aquí no se derrocha en la creación de mundos, de criaturas, de espacios... es un film a lo grande... en lo visual, enhorabuena, porque han echado los restos.
En segundo lugar, porque por fin cuenta de manera menos embrollada, lo que es el gran atractivo original y única razón que a mi se me antoja para contar esta historia, lo que es el paso de una democracia a una dictadura en medio de un estruendoso aplauso (magnífica esa frase de la Portman en el Senado). Uno siempre se preguntó, cómo en la original Guerra de las Galaxias un emperador disolvía un Senado años después de comenzar la dictadura ¿Cuál era ese papel del Senado en ese monstruoso sistema? Aquí Lucas lo cuenta más o menos bien (lo de que sea por Bush como él dice, sería otro cantar... que estos directores americanos listillos nos dicen a los europeitos lo que queremos oir). De una amenaza fantasma, a la privación de libertades para hacer frente a esa amenaza, y finalmente cual efecto tenaza, ahogar la libertad, mientras todo el mundo aclama la llegada del terror. Simplemente lo mejor de esta nueva trilogía.
Aunque... podría haberse contado mucho mejor todavía, que mi hermana casi se vuelve majara con la trama de El ataque de los clones respecto a este tema (igual algún día me entero de quien era el Saifo-Díaz ese que encargó los clones).
Por último, déjenme que les diga porque me ha encantado esta película tan pobre, y porque me ha hecho emocionarme en esa media hora final. Son veintiocho años esperando para ver como le ponen el casco a Darth Vader, veintiocho años para ver a los Lars mirando el doble sol de Tatooine con Luke en brazos.
A veces el mal cine, tambien puede conmovernos... y esto era lo fácil de la película, y Lucas lo ha hecho bien. Era lo que queriamos ver, y para mí son ya imágenes grabadas a fuego en mi retina:
Para aquellos que alguna vez tuvimos un amigo, más hermano que amigo, y que le perdimos en el reverso tenebroso, esa imagen de Anakin con los ojos inyectados en sangre y gritando "Te odioooo" a Obi-Wan, mientras se quema vivo, nos hiela el corazón.
El rostro quemado de Anakin recibiendo el casco de Vader mientras se escucha el cierre del mismo y su primera respiración con el traje, es ver en imágenes nuestra peor pesadilla.
Padme, en su eterna serenidad, camino de la incineración, llevando entre sus manos el amuleto de Jaipur tallado que un niño de ocho años enamorado, le regaló una vez, nos pone de forma terrorífica en pantalla la magnitud de la caída de ese mesías, el que era el más bello y poderoso jedi, y que acabó siendo su verdugo, y el asesino de aquellos que le amaban.
Leia en brazos de su nueva madre y los Lars acogiendo a Luke, o como siempre hay una salida para la mayor de las desesperanzas.
En esos momentos, en esas imágenes, volvemos a la magia que Star Wars nos dio una vez en nuestra infancia, porque son imágenes que espiritualmente pertenecen a la trilogía original, imágenes que todos ya habiamos visto en nuestra imaginación. Son por lo tanto esos momentos, los que nos dejan el buen sabor de boca, y mal sabor el resto.
¿Han merecido la pena las seis horas de metraje previas para llegar a esos veinte o treinta minutos finales (desde que comienza el duelo final hasta los títulos de crédito) que nos devuelven a la magia del año 1978? No lo sé.