Podría tirarme el pisto con aquello de “la he dejado reposar”, pero lo cierto es que no la había visto hasta ahora. A mí los musicales no me disgustan en absoluto, hay unos cuantos que me gustan, algunos mucho, pero no soy en especial un fan de ellos. Con esto quiero decir que si un nuevo musical me gusta o no, nada tendrán que ver mis preferencias o prejuicios. Tampoco soy un gran entendido del particular.
Me ha gustado, esa es la sensación general que me ha dejado, aunque no puedo negar ciertos altibajos y un “sí pero no” que me acosaba a ratos. Lo que yo destaco, lo que “La La Land” me aporta con mayor intensidad, es sin duda una estética exquisita casi constante. La primera mitad del film me ha tenido obnubilado sobre todo por eso mismo, lo admito. Me han maravillado, literalmente, el diseño de producción y sus colores. Hasta los encuadres los he disfrutado de una manera extrañamente activa, por eso creo que la premiada fotografía es el punto más indiscutible de sus virtudes. Decorados y vestuario, y la omnipresente “hora azul”, se han sobrado para que mantenga una sonrisa de satisfacción, por supuesto apoyados del buen rollo y el elegante buen gusto que me transmitía la banda sonora y la originalidad de la narración en sus dos primeros fragmentos, el “invierno” y la “primavera”. He visto ahí una propuesta llena de frescura, donde el constante homenaje a la época clásica del cine musical se enriquece de los saltos temporales de sus referencias. En todo el metraje he pillado unas cuantas, bastantes, aunque no todas, a pesar de que la tónica general deja adivinar que todos los números musicales bailan en la línea que separa el homenaje del plagio.
La presentación de los personajes se ciñe al punto de vista de ella, y hasta que no termina no va al de él, para terminar este en el cruce de ambos. Un recurso eficaz y divertido. En esto ya se puede empezar a ver una particularidad que se repite hasta el final: El peso del musical lo lleva Emma Stone. Posiblemente porque Gosling no canta demasiado bien, solo lo suficiente para sus pocas, y poco exigentes, canciones. Y los bailes… bueno, mejor dejo ese tema para luego. Sobre el trabajo actoral, ambos están bien, ninguno magistral, y mejor ella. Son guapos del subgénero “carismático”.
Por desgracia, la película va desinflándose después, con ese “otoño”, ese "fall" que ha vaticinado mi ánimo e incluso mi entretenimiento. El argumento va ganando en complejidad, pero con una temática vista ya muchas veces, y mejor. Básicamente es la lucha de una pareja de artistas por sus sueños, los cuales les unieron para después separarlos. Salvando las distancias, en esto prefiero a John Carney (“Begin Again”, por ejemplo) de largo. Aquí, el positivismo se disipa y el drama aparece con cierta pesadez. Se mantiene en un nivel que no es malo, pero ya ha perdido la ilusión que me producía. Y así hasta prácticamente el final, claro. Un final con la escena más memorable de toda “La La Land”, un repaso por toda la historia de lo que pudo haber sido entre ellos que dura lo que dura la emotiva instrumental a piano que acompaña la escena. Habrá quien prefiera algún bailecito o canción, que los hay también remarcables.
Sin embargo, y este es, para mí, el punto más controvertido, tengo que decir que los números se me quedan flojos. Cojean. La cámara se mueve que da gusto (de verdad, muy loable), el vestuario es perfecto, y los escenarios exultantes… pero resulta que los bailes no son demasiado espectaculares. En ningún sentido. Los bailarines lo hacen bien, y ya. Las coreografías no son precisamente deslumbrantes, pero es que la parejita no da para mucho más. Cada vez que me han recordado su escena homologa en el musical que “referenciaba”, salían perdiendo los nuevos por mucho. Ni Gosling ni Stone tienen la soltura y los movimientos, ni de cuerpo ni de gestos, que los grandes a los que pretenden imitar. Digamos que dan el pego para salir del paso, pero sin más. Y ya que estamos, ¿realmente es algo bueno fusilar sin piedad las escenas más memorables de los musicales clásicos? ¿En cada baile? Un guiño, o algunos pocos, puede ser divertido. Pero esto llega al punto en que parece un especial para una gala de premios. ¿Realmente hay aquí ideas que puedan llamarse propias, originales y hasta innovadoras? Es que yo tengo serias dudas. Y eso que entre las magníficas críticas que se han repetido hasta la saciedad por doquier, de lo más sonado era la “perfecta química de los adorables protagonistas”. No sé, a lo mejor lo malinterpreté, esperaba más en ese sentido.
Lo cierto es que la película es buena, qué duda cabe. Y que las expectativas, que por x circunstancias ha generado esta película, le han venido mal. Es bonita, una joya visual incluso, y tiene grandes escenas. Pero no es muy muy bonita en lo argumental, no es redonda, no se mantiene arriba las dos horas que dura, quizás excesivas. El romance acaba resultando más convencional según avanza, y la historia de los sueños del músico y la actriz está tan vista y falta de alicientes que no interesa demasiado. La música jazz en sí, y la pasión que se transmite hacia ella sí que tiene más categoría. Pero yo prefiero “Moulin Rouge”, “Begin Again” o “Whiplash”, por nombrar obras modernas que comparten algunos aspectos. Si pudiera juzgar solamente la primera mitad de la película (junto con ese “montaje alternativo” mencionado del final, ya puestos), le perdonaría los defectos mencionados y la tendría en una alta estima muy superior a la del conjunto completo.
Spoiler:
Termino recomendándola, porque un visionado merece la pena, y que cada uno juzgue. Desde luego que verla tampoco es perder el tiempo, pese a que me parezca muy desproporcionada la manera en que se mitifican hoy día algunas apuestas por la nostalgia, dignas, pero al fin y al cabo humildes. A estado camino de gustarme mucho, pero termina en un lugar más moderado.
Saludos a todos. Yo, cuando pase un tiempo La La tengo que volver a ver. De esas es.