Si han echado atrás esta mamarrachada de idea, mejor. Bienvenido sea el sentido común y el buen gusto.
Como ha dicho Repopo y yo mismo en más de una ocasión, unos buenos inhibidores de señal serían perfectos. Cobertura a cero nada más pisar la sala, así hacemos criba y quitamos de la ecuación a los espectadores de marca blanca, esos que no saben ver ni disfrutar una película. Los que van al cine para echar el rato y no sienten el menor cariño hacia este arte, que se vayan al botellón o a ver Telecinco. Cada cual en su lugar y todos contentos.
¿Suena a elitismo? Pues mira, sí, puede, pero para mí ir al cine es sagrado y más importante que cualquiera de estos tecno-zombies
Entre eso y que estoy hasta los huevos de molestas pantallitas encendidas en la sala, gente maleducada, niñatos que no callan, etc, pues cada vez me estoy volviendo más fascista en lo que a este tema se refiere.
Y dejando a un lado el tema cine, creo que esto de los móviles se nos está yendo de las manos. Que una persona no pueda estar dos horas seguidas sin usarlo debería ser considerado una enfermedad y no algo
normal.
Y es que cuando a una cadena de cines se le ha ocurrido una idea tan dañina, es porque la cosa está podrida.
Yo trabajo en una pizzería y os aseguro que a diario veo muuuucha mamonada con esto de los móviles. Para empezar están los grupitos de amigos que se sientan juntos pero se pasan todo el rato ignorándose porque se dedican a trastear el chisme ese. Y raros son los que se comen la pizza sin antes hacerle 20 fotos y sacarse 80 selfies sonrientes con los amigotes, esos mismos que 10 segundos antes ni se miraban, pero claro, en las redes sociales debe dar la impresión de que se lo están pasando a tope, ¡fiesta total, desenfreno... y postureo! Luego, la realidad es que están ahí sentados en silencio, con la mirada fija en la pantalla.
Lo dicho, todo me da mucho repelús y grima
En resumen: cada día me alegra más no tener whatsApp y limitarme a usar el móvil sólo cuando tengo que llamar o atender una llamada. Aunque eso por desgracia no me exime de sufrir la mala actitud de los demás, claro.