Sábado por la mañana, no tengo el terreno muy despejado para darle caña al Toshi, asi que voy a escribir un bonito cuento que bien se podía titular "vidas paralelas", como una antigua sección en El Papus del dibujante JA.
Juan Urbano, 36 años, profesional, es un aficionado al Home Cinema y tecnologías de imagen y sonido en general. Tras profundas reflexiones ha llegado a la conclusión de que lo que mejor se adapta a su gusto, sus necesidades y su piso es una tele de plasma de 42".
Una vez tomada la decisión, ha iniciado un periplo por todos los foros dedicados al tema, incluidos los de USA y otros paises, pues domina el inglés. Ha leido y preguntado hasta la saciedad. Ha visitado las páginas web de las marcas, ha visitado distintos centros comerciales y tiendas especializadas.
Es una gran ocasión y ha decidido fijarse un presupuesto de 6.000 €. La ocasión lo merece, sus queridos DVDs se van a ver de vicio. Por fin ha reducido su lista a cuatro modelos, un Pioneer, un Panasonic, un Fujitsu y un Sharp. Empieza la parte más dura, nuevas visitas a los foros, nuevas preguntas más específicas sobre estos modelos en concreto, sobre la rapidez y fiabilidad de las tiendas online que disponen de ellos.
Tiene la cabeza hecha un lío, todos son excelentes aparatos, Pioneer ya se sabe cómo es, de Panasonic ha oido que sus plasmas son un punto y aparte, de Fujitsu también ha leido maravillas, el Sharp que vio en un centro comercial tenía una calidad de imagen increible. Comparar cual tiene más y menos contraste, recuerda cómo se veían en sus visitas a las tiendas, a las que llevaba su propia película del Retorno del Rey para que se la pusieran. Le costaba decidirse, las conexiones, el sintonizador...
Cada vez tenía más información, pero también tenía mas dudas y no tenía el plasma, así que finalmente se dijo: "Pioneer es Pioneer, apuesta segura". Y lo encargó a una tienda online por muy poco menos de sus 6.000 €. Tuvo suerte, estaba en stock y la recibió en dos días.
Por otro lado tenemos a Juan del Campo. Juan del Campo vive en un barrio rural, estoy en Zaragoza, podría ser... La Alfocea, sí.
Juan del Campo trabajaba en el campo, como su nombre indica, hasta hace un par de años, dada su avanzada edad. El trabajo no le dejaba mucho tiempo para ver la tele, por lo que la última que se compró fue en 1982, cuando el mundial de fútbol. ¡Qué coño, bajaron de precio y le gustaba el fútbol!.
Juan del Campo no se acostumbra muy bien a la inactividad, por lo que su hija lo suele invitar a comer. Su hija vive en el barrio del Actur. Una mañana Juan del Campo bajó del autobús con mucho tiempo hasta la hora de comer, hacía buen día y paseó un poco. Decidió entrar al centro comercial Gran Casa, nunca había estado, era enorme. Entró por una puerta lateral y vio una gran tienda roja, Media... algo más. En la entrada había una tele muy grande (luego supo que se llamaban plasmas). Era marca de la casa y costaba 1499 €. Estaba en pantalla doña María Teresa en la tertulia, y cuando la vio dijo: ¡Hostia, cómo se ve esa tele!, le impactó, el tamaño, la imagen y entró a preguntar.
Le tradujeron los 1499 € a 250.000 pesetas. Mucho dinero, pero esto lo vale. Llevo 25.000 pesetas encima, ¿Me la pueden mandar a la Alfocea y la termino de pagar alli?. Por supuesto, señor mañana la tendrá alli. Muy bien, estaré toda la mañana en casa con las perras.
Juan del Campo, salió del Media y del centro comercial, recordando lo grande y lo bien que se veía a doña María Teresa. Al día siguiente tenía la tele en casa.
TIEMPOS PRESENTES.
Juan Urbano disfruta de sus películas en su flamante Pioneer de 1.000.000 de pesetas, pero de vez en cuando lo asalta una comezón. "Aquel Sharp... me parece que con esta peli se hubiera visto mejor". Y el otro creo que tenía más contraste. Una lectura en un foro USA muy especializado le ha dado la puntilla. Ha leido a alguien que parece que entiende mucho valorar el Panasonic, que casi casi compró, mejor que su Pioneer. Intenta convencerse de que su compra ha sido la mejor y que esa comezón que le asalta terminará por desaparecer.
Juan del Campo ya ha recibido su plasma y se lo han instalado. Ya no trabaja y se levanta tarde. Después de comer se enciende una faria y se sienta a ver el telediario, y siempre, un día tras otro, dice con la faria en la boca: ¡Hostias cómo se ve este televisor!
Posdata. Iba a finalizar las dos historias diciendo que Juan Urbano acabó en un psiquiátrico dando grandes voces de "NO QUIERO VOLVER A VER UNA TELE EN MI PUTA VIDA" y que Juan del Campo murió placidamente en el sofá de su salón, siendo sus últimas palabras: ¡HOSTIAS CÓMO SE VE ESTA TELE!. Pero creo que sería pasarse.
La moraleja de este cuento la dejo al lector...