Aquel 1997 fue un año fantástico para el cine. Titanic, cuyos méritos no hay que restar (yo la vi, de hecho, en cines, y en su momento fue un
como un templo, por lo espectacular y bien hecha que estaba), no debe hacernos olvidar que hubo muchas y muy buenas alternativas.
Encabezadas por L.A. Confidential, pero también con Mejor...imposible, un pedazo de comedia con tintes agridulces de mi querido James L. Brooks (otra que me cargué en cine), o El indomable Will Hunting (ambas, las únicas que pudieron rascar algo en los Oscar).
Pero también esa Full monty que triunfó en los Bafta, u otras propuestas estupendas, como La tormenta de hielo de Ang Lee, Boogie nights, Donnie Brasco, o más comerciales, como Air force one, men in black, Con air, o la misma El quinto elemento. Añazo, sin duda.