Si hay un inquieto nuevo talento en el Viejo Continente, creo que no me equivocaría demasiado si pronuncio el nombre de Dietrich Brüggemann. Creo que no es exagerado decir que a partir de ahora, es uno de los nuevos realizadores, que más tiene que mostrar en el panorama cinematográfico internacional. El director bávaro ha dejado caer en la SEMINCI su nuevo largometraje, Kreuzweg, traducido en nuestro país literalmente como "Camino de la Cruz", traducción que no me gusta demasiado, existiendo términos más acertados como por ejemplo Via Crucis.
A continuación os dejo el cartel de la película, y su trailer en alemán con subtitulación en inglés:
Ya se alzó el pasado febrero con el Oso de Oro al mejor guión, y mis ganas por verla no hicieron más que aumentar, hasta que tuve noticia que SEMINCI la presentaría en España, dentro de la Sección Oficial a concurso. De forma comercial se estrenará dentro de nuestras fronteras, en el periodo del 28 de Noviembre//12 de Diciembre (aún no está demasiado claro).
Y ayer la vi. La vi y me encantó. Me gustó desde el punto de vista técnico: filmada en 14 planos secuencia prácticamente estáticos, y una composición endiabladamente estudiada en cada uno. Repleta del simbología, referencias y escorzos imposibles; utilizando sabiamente el fuera de campo y moviendo la cámara únicamente cuando se necesita. Sustentando la película en un poderosísimo libreto, y unas interpretaciones incuestionablemente precisas. Todo ello dentro de un crescendo, que en un principio me presentaba dudas, para el fluír del tejido narrativo.
Mención aparte merece la joven Lea van Acken, interpretando el escalofriante rol protagonista dentro de este cuento de brujas terminal. Todo son movimientos, gestos, miradas, voces... dentro de 14 jaulas de las que es imposible escapar. Contemplando la impermeabilidad del borde de los planos, mientras el esqueje mental va variando dentro de los 14 estados de ánimo, formando parte de un Todo.
Son muchas las influencias que se pueden rastrear en este film. Sin duda están Dreyer y Bergman, pasando por Fesser. No mencionar Camino sería improcedente, pese a resultar ser películas muy distintas. Kreuzweg usa el poder de una idea y un entorno, para hilar un cuento envenenado sobre la adolescencia, y el poder de la sugestión en edades tempranas. Cada plano se convierte en una jaula de la que no se puede huír. Aparentemente sencilla, pero complicada una vez se intentan desmenuzar las piezas; estallando en un clímax propio de cada espectador una vez aparecen los títulos de crédito finales. A mí personalmente me duele, según van pasando las horas.
Buen cine está pasando por Valladolid estos días (las malas mejor no las digo, que las hay ). Kreuzweg es una joyita. Muy buena: 7 sobre 10, y madurando a la espera de subir algún punto extra. Recomendada y casi obligatoria.