Respecto a Frankenstein, Jane, llevando razón cómo llevas (aunque discrepemos en cómo interpretamos al personaje de
Elizabeth) quizá cuando hablaba de fidelidad a la novela debería haber matizado que me refería a fidelidad al
espíritu de la misma, no tanto en letra, donde efectivamente se toma numerosísimas licencias.
Puedo entender que a la gente se le atraganten las propuestas más radicales y artificiosas de
Branagh, como
Trabajos de amor perdidos,
La flauta mágica o
La huella, porque de estas pelis entiendo qué no les puede gustar a los espectadores, pero con
Frankenstein todavía sigue sin entrarme en la cabeza cómo hay tanta gente que la considera un bodrio mayúsculo, cuando para mí tiene todos los ingredientes que se le deberían pedir a una peli, desde buenas interpretaciones hasta un magistral trabajo de puesta en escena. Y si a eso le añadimos el hecho de ser para mí la adaptación más fiel en espíritu al original literario, pues el valor de la película todavía se multiplica más.
Bajo mi punto de vista, insisto, la peli trata de capturar el espíritu de la época de
Shelley, y creo que refleja muy bien ese choque de pensamiento entre el racionalismo ilustrado (que tan bien se muestra en las secuencias en la Universidad de Ingolstadt) y el subjetivismo extremo y el elogio de la pasión desbordada de los románticos. Branagh no sólo entiende el contexto en el que se gestó la novela de
Shelley, sino que
todas las decisiones de puesta en escena y tono (muy importante esto) [/B]las organiza según la lógica de aquella época. Ya sólo por lo bien que refleja este cambio de época y de mentalidad, creo que el visionado obligatorio de su
Frankenstein debería ser incluido en todas las programaciones curriculares de Historia de Secundaria.
