El domingo pasado, el 22 de abril de 2012 (aunque algunas fuentes sitúan la efemérides hoy día 28), se cumplieron 100 años desde el nacimiento en Hiroshima de Kaneto Shindo, uno de los clásicos indiscutibles del cine japonés, tanto como director, en activo desde 1951 hasta 2010, como en su faceta de guionista, en la cual apareció en los créditos de más de 100 películas sin contar las que dirigió.
Se le recuerda fundamentalmente como director de dos clásicos del cine fantástico nipón, “Onibaba” (1964) y “Kuroneko” (1968), aunque también alcanzó notoriedad con “La isla desnuda” (1960), que se las arreglaba para contar sin diálogo alguno su historia de supervivencia cotidiana en condiciones precarias.
A partir de ahí, sin embargo, se pierde la pista de Shindo en Occidente. Ni siquiera la colección Criterion ha editado ninguno de sus títulos posteriores, y puede decirse que su único impacto posterior entre nosotros fue como guionista de la película original, “Hachiko monogatari” de la que Lasse Hallström realizó un remake en 2009 con Richard Gere.
Y sin embargo, la trayectoria de Shindo parece interesante. Aparte de ser, por lo visto, el primer cineasta japonés en contar los efectos del bombardeo atómico aliado sobre la población civil, Shindo dedicó varias películas a explorar la influencia de los impulsos eróticos sobre la vida humana, tanto en clave fantástica, en su famoso díptico de los 60, como en clave dramática, como en “Honno” (conocida en inglés como “The lost sex”) en la cual un hombre supuestamente reducido a la impotencia por la radiación recupera su vida sexual mediante una extraña terapia voyeurista por parte de su doncella, o en clave cómica, como en “Mujeres fuertes, hombres débiles” del 68. Shindo también exploró el cine negro, como vehículo para la denuncia social, en “Kagero” del 69, o en “Vive hoy, muere mañana” del 70.
Que un cineasta tan prolífico y longevo esté semiolvidado hasta el punto de que sorprenda enterarse de que aún vive es sintomático de nuestro desconocimiento de la cinematografía nipona. Uno se imagina, por ejemplo, a Clint Eastwood llegando casi a los 100 años como cineasta en activo, y los homenajes de todo tipo no se podrían ni contar. Incluso el centenario de Manoel de Oliveira tuvo mayor repercusión, por lo menos entre los aficionados al cine “de autor”. Sin embargo, no veo que ninguna filmoteca o cinestudio de España dedique ciclo o proyección especial alguna a un cineasta cuyo prestigio, cimentado en los tres títulos citados al principio, oculta el hecho de que no conocemos ninguna de sus otras obras.
¿Quién se animará a redescubrir a Kaneto Shindo?