A mí Jurassic Park me pilló en la mejor edad posible. De crío me apasionaban los dinosaurios, y buena parte de la culpa la tuvo esa película, hacia la que siempre voy a tener un cariño infinito. Precisamente por eso, fui a ver Jurassic World con sentimientos encontrados: quería de corazón que me gustase, pero las cosas que había oído y leído no me invitaban al optimismo en lo más mínimo, y ya me temía una catástrofe.
Siendo objetivos, JW es una cinta bastante sólida como blockbuster. La acción está bien llevada, tiene escenas espectaculares y un ritmo muy adecuado. El diseño del parque en sí es espectacular, y los dinosaurios no defraudan (aunque hay alguna escena, como la del huevo del principio, que cantan un poco). Al margen de eso, que apenas daría para convertirla en un producto veraniego olvidable a las dos semanas, la película tiene dos enormes virtudes: una, que es capaz de reiniciar la saga y ofrecer algo novedoso a las nuevas generaciones, pero con las dosis justas de nostalgia para enganchar también a los que crecimos con la primera. Era muy fácil convertir la cinta en un juego de guiños y referencias que terminara por perder a los nuevos espectadores, o tomar el camino contrario y traicionar todo lo que fue JP, pero sus responsables han conseguido un equilibrio bastante satisfactorio que seguramente contentará a casi todos (y a la vista está el enorme éxito de taquilla).
La segunda virtud, y tal vez la más importante, es que es una película que en todo momento es consciente de sí misma. Parece como si después de décadas de guiones tirados a la basura, proyectos reiniciados e ideas descartadas sus responsables hubiesen condensado en el guión todas las dificultades que se han ido encontrando a la hora de devolver a la vida al universo cinematográfico de Jurassic Park, un gigante del pasado que para algunos era mejor no traer de nuevo a nuestra época. A pocos se les escapa que el Indominus Rex parece una autoparodia de todo el film en sí mismo: la gente ya no quiere dinosaurios, quiere algo más. El público es difícil de contentar, busca más acción. más dientes, bichos más grandes y peligrosos, ideas más locas. Bajo esa premisa, el guión se deja llevar, y aquí es donde aparecen algunos problemas argumentales y narrativos que lastran lo que por otro lado ha resultado ser una idea magnífica (toda la trama de los militares es forzada e inverosímil, por ejemplo, y la supuesta inteligencia superior del híbrido se vuelve un recurso de serie B cuando el animal resulta ser lo bastante listo como para... arrancarse el localizador, nada menos.).
No es el único fallo. Todos los personajes son planos y aparecen dibujados a grandes rasgos, pero lo peor es que a nadie le importa porque son absolutamente accesorios al lado de los auténticos protagonistas: los dinosaurios. Los raptores son probablemente los personajes más complejos y mejor trabajados de la película: cambian de bando, se cuestionan su lealtad, tienen un conflicto entre seguir su instinto o seguir a Owen. El público los aplaude incluso cuando se vuelven contra sus cuidadores. Y lo mismo pasa con el T-rex y el mosasaurio, antihéroes improvisados y muy efectivos. Convertir al monstruo en héroe funciona muy bien, y parece que es justo lo que el público quiere (la sala de cine durante el combate final parecía un circo romano), pero Jurassic World cae en todas las trampas que un recurso así acarrea: a veces se pasa humanizando a los animales (las miradas cómplices entre Blue y Owen o entre Blue y Rexy son un despropósito de absoluta vergüenza ajena) y a veces se queda corto (a Owen le importan una mierda los tres raptores que mueren. Esto también es aplicable al Indominus, que podría haberse presentado como un Frankenstein moderno, un ser artificial incomprendido que busca encontrar su lugar en el mundo y en lugar de eso se vuelve una máquina de matar imparable. Si tan solo hubiesen aplicado la idea de la comunicación con los raptores a otras especies y hubiésemos visto al Indominus tratar sin éxito de "hablar" con el ankylosaurio, los apatosaurios o hasta con los humanos antes de matarlos, la cosa habría cambiado para mejor)
En definitiva, Jurassic World es una película que camina constantemente en la cuerda floja, en permanente peligro de caer en un extremo u otro (o bien en el producto rupturista o en el producto para nostálgicos, en la recreación visual o en la acción más pura, en la aventura familiar o el terror, y así podríamos seguir) y consigue llegar a la meta a duras penas, pero lo consigue. Tiene fallos (algunos muy evidentes) y muchos aspectos desaprovechados que parten de buenas ideas y se quedan a medias, pero también muchas virtudes. Se trata ante todo de un producto, como su título indica, global, con argumentos suficientes para gustar y entretener a cualquiera. No es el hito que fue la primera entrega ni tampoco busca serlo, sino que hay que alabar su honestidad y ese difícil juego entre la simpleza y la osadía que hace que vaya a dejar indiferentes a pocos espectadores.
En lo personal, me parece la mejor secuela de la saga, y una película bastante disfrutable pese a sus defectos. Salí contento del cine. No se le puede pedir mucho más.