https://static.fnac-static.com/multi...e-ojos-DVD.jpg
Esta me llama la atención.
https://static.fnac-static.com/multi...e-ojos-DVD.jpg
Esta me llama la atención.
Renoir decía que la peli era basicamente fisica.
Última edición por hannaben; 04/04/2022 a las 17:30
Mi blog: www.criticodecine.es
30. El río (The River, 1951)
Después de dejar el cine estadounidense (pero no el país, siguió viviendo la mayor parte del tiempo en Beverly Hills), Renoir inició un largo periplo fuera de Hollywood hasta el final de su carrera, que, con la India como primera etapa, seguiría con su vuelta a Europa para rodar en Italia y Francia.
El director franco-estadounidense (había adquirido la doble nacionalidad) se sintió atraído por la novela “The River” de la escritora inglesa Rumer Godden (1907-1998), publicada en 1946. Godden era la autora de “Black Narcissus” (1939), llevada al cine en 1947 por Michael Powell y Emeric Pressburger, en una adaptación que no satisfizo en absoluto a la novelista. Por ese motivo, se mostró muy reluctante a la hora de aceptar que Renoir convirtiera su novela, escrita sobre la base de sus recuerdos de infancia en Bengala, en una película.
Pero la charme de Renoir consiguió que Godden no solo cediera los derechos, sino que además aceptara escribir el guion junto al director, desplazándose para ello a California. Para su financiación, Renoir consiguió el apoyo de un curioso personaje, Kenneth McEldowney, propietario de una importante floristería en Los Angeles, que vendía sus productos en la modalidad de drive-in. Como en otras ocasiones en la historia del arte, The River fue posible gracias al capricho, a la veleidad artística, de un rico empresario, que, ciertamente, dejó su nombre inscrito en la posteridad con este único film producido con su aportación económica.
Para el rodaje, Renoir se instaló en la India, en la región de Bengala, en las cercanías de Calcuta. La novela sitúa la acción en un punto no determinado de esa zona a caballo entre la India y la actual Bangladesh, sin llegar a identificar en ningún caso de qué río se trata. Godden había crecido en el seno de una familia semejante a la que aparece en la película, cerca de Narayangaj, próxima a Dacca, capital de Bangladés, pero cuando la India todavía no se había independizado ni se había producido la conflictiva separación entre el gigante asiático y los dos Pakistanes musulmanes (acontecimientos que habían tenido lugar poco antes del rodaje del film).
He leído alguna crítica a la película que aduce que no refleja de manera suficientemente clara la dependencia colonial del Imperio Británico ni la conflictiva partición entre la India y el Pakistán Oriental. A la primera crítica, hay que decir que la película visualiza los recuerdos de infancia de una adolescente, Harriet (Patricia Walters), acompañados de su voz en off ya de adulta. No se problematiza ni la relación de dependencia política ni los problemas sociales o económicos de la región, sino más bien es un acercamiento espiritual a la diferencia cultural, el paso del tiempo, la pérdida del paraíso de la infancia, el miedo a crecer, el primer amor y la muerte, todo ello contado con suavidad, no exenta de dramatismo, en algunos momentos como si de una ensoñación se tratase.
Respecto a la segunda crítica, no parece tener sentido, puesto que, aunque no se precisa la fecha en la que transcurre la acción (tampoco en la novela, que, a diferencia de la película, está narrada en tercera persona, aunque sea Harriett el personaje que actúa como hilo conductor), parece evidente que nos encontramos en los años posteriores a la I Guerra Mundial, ya que el personaje del norteamericano capitán John (Thomas E. Breen, hijo de Joseph Breen, el infausto censor de la MPPDA) ha perdido una pierna en la guerra (como la perdió realmente el actor en Guam), y la voz de la narradora, una Harriett adulta, impide que se trate de la II Guerra Mundial.
La colaboración de Renoir y Godden, en mi opinión, obtuvo un resultado más rico y con más facetas que la novela. Aunque el tono e incluso el lenguaje en algunos pasajes es el mismo, la película introduce más personajes y dramatiza de manera más aguda la tragedia que cae sobre la familia de Harriett. Así, a diferencia de la novela, Harriett es la hermana mayor y tiene cuatro hermanas más pequeñas y un hermano, Bogey. Además, juega un papel relevante el vecino, Mr. John (el fordiano Arthur Shields, hermano de Barry Fitzgerald, uno de los pocos actores profesionales del reparto), primo del capitán John, al que ha invitado, y padre de una muchacha mestiza, Radha, personaje ausente en la novela y que permite introducir una reflexión sobre las diferencias culturales y lo problemático de su entrecruzamiento (tema central, años después, de un magnífico film de George Cukor, Bhowani Junction). Radha, de casada Radha Burnier, es, además del nombre del personaje y de la actriz, el de la consorte de Krishna, dentro de la religión hinduista. Radha era bailarina clásica de danza india, que demuestra sus habilidades como tal durante el film, en una secuencia en que se visualiza una narración alegórica escrita por Harriett en la que encarna, precisamente, a esa otra Radha.
Harriett, Radha y Valerie (una amiga algo mayor) van a sentir, de manera diversa, una fuerte atracción por el joven norteamericano, que en el caso de Harriett supone su primer enamoramiento, el adiós a la infancia.
Entre coloristas fiestas populares, como el Diwali (fiesta de la luz), flores multicolores y una mirada impresionista sobre el paisaje bengalí, se teje una pudorosa trama de amores y desamores.
Lo tierno del cruce de relaciones, de los primeros besos, se ve ensombrecido con la trágica muerte de Bogey, mordido por una cobra que habita en la higuera sagrada. La fascinación del niño por los animales en general y las serpientes en particular le acarrea fatales consecuencias, lo que sirve, a su vez, para marcar el final de una época para Harriett.
La joven, una muchacha sensible con veleidades poéticas (como la misma Godden), sintiéndose responsable de la muerte de su hermano pequeño, intentará suicidarse lanzándose al río (momento ausente de la novela), pero será rescatada por unos pescadores y reconfortada por el capitán John.
Una elipsis nos traslada unas semanas después, en plena fiesta de la primavera, cuando las tres jóvenes reciben carta del capitán John. Pero algo más importante acontece en la familia: el nacimiento de una nueva vida. Así, a la muerte de Bogey le sucede el nacimiento de una nueva hermana, con lo que el ciclo de la vida muestra una vez más su movimiento imparable, como el del río con cuya imagen acaba el film, acompañada de las últimas palabras de la Harriett adulta: “The day ends. The end begins”, que apelan a la circularidad de la existencia.
The River es un film bellísimo, una experiencia inolvidable, en la que Renoir, con su sobrino Claude como director de fotografía (y con la colaboración como ayudante de dirección de Satyajit Ray, que todavía no había debutado como director), experimentó por primera vez con el color, lo que le obligó a una larga postproducción. Se comenta que fue debido a las dificultades en el rodaje (el material rodado se tenía que enviar diariamente a un laboratorio de Londres y no se podía ver, de vuelta a la India, hasta unos días después), lo que provocó que a la hora del montaje Renoir se encontrara con huecos que dificultaban la comprensión de la trama, para solucionar lo cual se añadió la voz en off, que no estaba prevista inicialmente.
En todo caso, la película que podemos ver hoy en día, especialmente si lo hacemos en la magnífica restauración del Academy Film Archive, editada por el BFI, es un placer sensorial (aunque no se hayan eliminado todos los defectos de celuloide). La experiencia con el color va a ser la tónica imperante en las próximas tres entregas de este ciclo: La carrosse d’or, French Cancan y Elena et les hommes. Pero eso ya será dentro de quince días. Que descanséis esta próxima semana… ¿de pasión cinéfila?
La National Board of Review la consideró una de las mejores películas extranjeras de 1951 a The River, junto a Milagro en Milán o la considerada mejor extranjera del año, Rashomon.
En los BAFTA también fue considerada entre las mejores películas y también entre las mejores películas británicas (allí se ha estilado siempre los dos apartados), aunque la gran ganadora ese año fue La barrera del sonido, de David Lean.
Mi blog: www.criticodecine.es
En Venecia ganó el León de Oro de 1951. Fue el "redescubrimiento" de Renoir en Europa. La edición del BFI incluye un interesantísimo documental en que se ve al productor, Kenneth McEldowney (el florista), ya anciano, enseñando con orgullo el galardón.
Mi blog: www.criticodecine.es
Eso parece ser. Pero tengo delante de mis ojos a McEldowney con un León que dice "Produttore" Il Fiume" (The River)". No sería el de Oro, quizá solo el de laton. Ya sabes que estos premios están hechos con la materia de nuestros sueños, y si no que se lo pregunten a Will Smith.
Empalmando directamente con las críticas vertidas sobre el film que menciona Mad, y concretamente que no refleja el problema bélico social del momento, a mi sinceramente, agradezco que no se le diera ningún peso en el film, a mi me ha interesado otras cosas, como por ejemplo, ver el día a día de una familia acomodada en un país tan diferente al de donde provienen, centrado sobretodo en el mundo teeneger, con las tres adolescentes con las hormonas rockanrolleando; de verdad, un conflicto bélico aquí, ni pega ni interesa.
Ya lo he comentado por algún sitio del foro, que no me gustan el film con tragedias, pero con tragedias tramposas, esas tragedias que salen de la nada con el objetivo de impactar al espectador y abrir la veda de la lágrima fácil, esas tragedias inesperadas tan típicas en los culebrones mejicanos, colombianos.....y ahora, parece ser turcos, el cual tienen el número más alto de tragedias por metro cuadrado. Si, hay tragedia, pero no de este tipo, ya que Renoir, nos prepara el terreno dedícandole mucho minutaje a unos de los deportes más peligrosos del mundo, jugar con cobras. No iré de listillo y diré que me esperaba la tragedia, pero dicha tragedia era probable y no surge de la nada, hay un trabajo previo para llegar a ella, y vaya trabajo, excelentes momentos con el profesional indio de ello, e impactante el momento que dos huevos el niño quiere sacar a la cobra de su jaula elegante. Después con el asedio en el árbol en busca de ella y el momento flautista, conduce a una probabilidad alta de tragedia, eso y al tratarse de un niño que se cree invencible ante todo.
El colorido es impactante, lo llevan de fábrica y Renoir lo potencia, y no sólo en los momentos "culturales", como en la excelente historia montada por Harriett donde se ve el recorrido de una historia de amor made in India y allí, dicha explosión de colores ayudada con los bailoteos estrambóticos, para nosotros, y normales para ellos, acentúa más el impacto total de la escena. También excelente las escenas de la decoración con pintura blanca en el suelo. Y un largo etc...el cual me conduce a sentir que estoy viendo un documental ficcionado, un film didáctico, y eso, siempre es de agradecer.
No encuentro vinagre alguno para darle, aunque si entiendo el poco renombre del film, al ser un film poco convencional, pienso que el film debería ser referencial en el cine clásico, y por ende del cine, pero no tiene ese status, quizá injertado un par de escenas bélicas, que seguramente hubieran sido del estilo gatopardianoviscontiano, pero Renoir fue mucho más vivo que Visconti y no quiso hacer algo que no sabe o no tiene recursos para hacerlo, hay alguna escena bélica en la filmo de Renoir? ahora mismo y por ahora no me viene ninguna a la cabeza.
En resumen, un film de obligado visionado al cinéfilo que se preste, eso si, si busca un film sobre el colonialismo y a la par belicista, que se ahorre el visionado y vaya a pasear a Bobby. Un film fijo al top5, y a mi lista de futuras compras, y concretamente de la edición de BFI, que por cierto,no hay ninguna queja del archivo usado, muy pesado, creo recordar de 4GB, eso es mucho para un archivo y le da un muy buena definición en pantalla, además con subtítulos en castellano. Como dije en el hilo de Bogart, me ha salido una doble sesión de lo más disfrutona.
-"Digamos que regular, hay margen de mejora."
En todo caso, la edición de BFI no lleva más subtítulos que en inglés, y solo en la película, los extras, muy interesantes, a pelo.
Más que reflejar una guerra (¿cuál debería ser?), alguna crítica va más en el sentido de falta de reflejo de los conflictos propios de un país bajo el control colonial de los británicos. Pero ese, en todo caso, hubiera sido otro film (y, de hecho, otra novela). Me parece evidente que no era la intención de Renoir ni de Godden.
Mi blog: www.criticodecine.es
Creo que debo rectificarme a mi mismo. The river o Le fleuve, de Renoir, se llevó uno de los premios del apartado del Festival de Venecia titulado International Award, porque el premio a mejor guión original fue a parar a Oro en barras.
Mi blog: www.criticodecine.es
Nadie es perfecto, tomaszapa. Supongo que ese es el galardón que luce con orgullo el productor en el documental citado. Lo que no sé es si es de oro o solo "oro parece".
Mi blog: www.criticodecine.es
Mi blog: www.criticodecine.es
Qué bien revisionar Le fleuve
la semana que viene comento
https://imagesdelaculture.cnc.fr/-/autour-du-fleuve
La belleza es la unica protesta
https://64.media.tumblr.com/7f40bcfb...b35b72fd96.jpg
Basada en la novela de Rumer Godden.
A orillas del Ganges,vive una familia de británicos.La hija mayor es Harriet de catorce años quien comparte juegos con Valérie,hija de un terrateniente y Mélanie,una joven mestiza.Pronto desembarca el capitán John,herido en la guerra, del que las tres adolescentes se enamoran.Bogey,el menor y único varón,quiere ser encantador de cobras..
Renoir pone el ojo con delicada reserva y la más sutil psicologia.
Historia sencilla como el fluir del río..sorprende lo espontaneo,dejando efectos dramáticos,para narrar con discrecion lo más intimo de mente y corazon.
En palabras de Jean Renoir: “es una especie de apunte sobre la vida de una familia inglesa en Bengala. No hay relato, ni principio, ni fin. Es como si se hubiera
recortado un fragmento de la vida de un grupo humano sin pretender hacer de él una historia”
Con un elenco amateur y poco conocido.. Renoir incide en la importancia de naturaleza y espiritu,utiliza el color por primera vez,fotografía bellísima de C Renoir que capta los tonos luminosos y perturbadores, aparte de lo filmado documental,la peli luce evanescente como de cuento.
En 1952,Renoir confiesa: “Algo muy importante me pasó a mí y a millones de personas..la Segunda Guerra Mundial.Antes de la guerra, mi forma de participar en este concierto universal era tratar de llevar mi voz de protesta. Hoy, el nuevo ser que soy se da cuenta que ya no es tiempo de sarcasmos y que lo único que puedo traer a este universo ilógico, irresponsable y cruel es mi amor".
8.8/10
Más tarde me iré poniendo al día con vuestros comentarios pero estos días estoy luchando a la desesperada...
... en busca del tiempo perdido...
THIS LAND IS MINE (1943)
Director: Jean Renoir.
Producción: A Jean Renoir-Dudley Nichols production.
Distribución: RKO Radio Pictures, Inc.
Productores: Jean Renoir, Dudley Nichols y Eugène Lourié (no acreditados).
Guion: Dudley Nichols y Jean Renoir (no acreditado).
Fotografía: Frank Redman, en blanco y negro (1.37:1).
Diseño de producción: Eugène Lourié.
Dirección artística: Albert S. D’Agostino y Walter E. Keller.
Decorados: Darrell Silvera y Al Fields.
Música: Lothar Perl.
Montaje: Frederic Knudtson.
Reparto: Charles Laughton (Albert Lory), Maureen O’Hara (Louise Martin), George Sanders (Georges Lambert), Walter Slezak (Comandante Erich von Keller), Kent Smith (Paul Martin), Una O’Connor (Emma Lory), Philip Merivale (Profesor Sorel), Thurston Hall (Alcalde Henry Manville), George Coulouris (Fiscal), Nancy Gates (Julie Grant), Ivan Simpson (Juez) y John Donat (Edmund Lorraine).
Rodaje: del 11 de octubre al 11 de diciembre de 1942.
Duración: 1 h 43 m 19 s.
Estreno: 7 de mayo de 1943.
El título del segundo de los cinco largometrajes que el director francés Jean Renoir rodó en suelo norteamericano bien podría haberse enfatizado todavía más con el añadido de una interjección final (THIS LAND IS MINE!) para de esta forma hermanarlo con una obra coetánea de Fritz Lang como es HANGMEN ALSO DIE!, con la que comparte no tanto la forma pero sí el fondo. Por cierto, ambas citas jamás llegaron a estrenarse en salas comerciales en nuestro país, algo lógico teniendo en cuenta la situación política de España hasta muy avanzados los años ‘70…
Viendo las imágenes que nos muestran los telediarios día sí y día también una película como THIS LAND IS MINE, todo lo irregular que se quiera, es más necesaria que nunca.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Pues bien, THIS LAND IS MINE es el ejemplo perfecto de que semejante aseveración no tiene por qué ser siempre cierta.
En THIS LAND IS MINE el (poderoso) guion de Dudley Nichols se impone claramente a la sencilla (aunque funcional) puesta en escena de Jean Renoir.
Tal vez por ello el único Oscar que ganó la cinta en 1944 fue a parar al mejor sonido.
Un bonito homenaje a la importancia que el sonido, la palabra, tiene en la película y que Nichols/Renoir escenifican no sólo en las tres escenas cumbres de la misma, los parlamentos de Albert Lory (Charles Laughton) en el juicio y el postrero en la escuela, sino también en las reveladoras conversaciones que mantiene el comandante von Keller (Walter Slezak) con el traidor (uno de tantos) director de la estación, Georges Lambert (George Sanders) y con Albert.
Aunque en el rótulo inicial se indique que la acción transcurre en…
… está claro que nos encontramos en una pequeña localidad francesa.
- Por cierto, no deja de ser curioso que en otra película cuasicoetánea (y que acabo de comentar en el rincón Bogart) PASAJE PARA MARSELLA aparezcan dos rótulos similares…
Prueba evidente es el momento en el que el director Sorel (Philip Merivale), Albert y Louise (Maureen O’Hara) tienen que iniciar la penosa labor de arrancar las páginas de los libros de texto se dice lo siguiente…
Estoy de acuerdo en que a pesar del excelente reparto con que cuenta la película algunos papeles están descompensados, por un lado por la inadecuación de alguno de los actores que los encarnan (O’Hara o Una O’Connor) y por otro lado porque no están desarrollados en igual medida (Paul (Ken Smith)).
Ciertamente puede resultar un tanto brusco el cambio del apocado y tímido Albert en el tramo final de la película y que tiene su Rubicón particular en la terrible escena en la que es testigo del fusilamiento de su admirado director y de otros nueve ciudadanos, pero sus dos parlamentos (el primero, por cierto, antes de la citada ejecución) son ejemplos pluscuamperfectos del poder de la palabra o si se quiere, de la razón sobre la sinrazón.
Seguramente Charles Chaplin lo había dicho más alto y más claro en la profética EL GRAN DICTADOR (1940), pero es justo reconocer que THIS LAND IS MINE es una de sus más dignas descendientes.
Por su parte, Maureen O’Hara era una mujer muy bella...
... y una excelente actriz (especialmente en sus trabajos para John Ford, para quien Nichols escribió alguno de sus mejores guiones) pero no creo que fuese la mejor elección para el papel de alguien que se debate entre el amor fraternal (Paul) y el carnal (Georges).
Curiosamente la cartelería de la época potenció notablemente su figura...
... a pesar del protagonismo indiscutible de Charles Laughton, con quien ya había trabajado en un par de ocasiones (una de ellas ya tuvimos oportunidad de comentarla en el rincón Hitchcock tiempo ha…).
El gran George Sanders ya había encarnado a otro villano en la espléndida (ya lo siento) EL HOMBRE ATRAPADO (1941), de… ya sabéis quién e igualmente escrita por Nichols.
Si allí personificaba al elegante (aunque brutal) comandante Quive-Smith, aquí por el contrario su papel de Georges tiene algo (o más bien bastante) del Judas bíblico, pues traiciona a su mejor amigo, Paul, la persona que está detrás de los sabotajes contra las fuerzas ocupantes no tanto por beneficio propio como por el de toda la comunidad, para evitar males mayores.
Por cierto, su suicido (en plano subjetivo) me recuerda al del doctor Murchison (Leo G. Carroll) con el que Hitchock ponía (casi) punto final a RECUERDA (1945).
Y ya que mencionamos al director británico, un año antes Walter Slezak había coprotagonizado una (¡otra!) de sus grandes obras maestras, NÁUFRAGOS.
Si allí demostraba ser el más listo de la función, aquí encarna a un oficial alemán menos estereotipado de lo habitual, conocedor de los clásicos y que admira en cierta forma a sus enemigos pero a los que combatirá sin piedad.
El personaje de Paul, encarnado por el lewtoniano Ken Smith (LA MUJER PANTERA (1942), THE CURSE OF THE CAT PEOPLE (1944)), me recuerda al del doctor Svoboda (Brian Donlevy) en la mencionada HANGMEN ALSO DIE!, aunque su recorrido vital es mucho menos tortuoso.
Como decía, es uno de los personajes menos trabajados, aunque sus escenas de confraternización con los alemanes no sólo le alejan del estereotipo a él sino que, en cierta forma, humanizan a los invasores, si bien ya estamos muy lejos de los tiempos de LA GRAN ILUSIÓN.
Y en verdad Una O’Connor, habitual en las producciones fantásticas de la Universal (especialmente las de su amigo James Whale), es más bien un lastre, aunque es justo reconocer que su (excesiva) expresividad combina a la perfección con el retraído carácter de su vástago.
Y no debemos olvidar que es ella quien provocará (involuntariamente) la muerte de su propio hijo al delatar a Paul.
Sin embargo, es algo más complejo y para ello de nuevo debo recurrir a la ya reiteradamente mencionada HANGMEN ALSO DIE!, en concreto a la escena en la que el profesor Novotny (Walter Brennan) le dice a su hija, Marscha (Anna Lee – por cierto, otra actriz lewtoniana (BEDLAM (1946) -) aquello de “A se lo confía a B, B… ¡y G significa Gestapo!”, puesto que Emma se lo cuenta a Georges, este hace lo propio al alcalde y este a su vez al comandante von Keller.
Por su parte, el personaje del director del colegio encarnado por un magnífico Philip Merivale, a pesar de lo escaso de su presencia en pantalla, protagoniza alguna de las secuencias más emotivas de la película, como las ya mencionadas de la mutilación de los libros (algo que Ray Bradbury tomaría como el corazón de su obra más popular, “Fahrenheit 451” (1953)) o la de su fusilamiento, con ese bellísimo gesto de cambiar de gafas para así poder ver a Albert, al que saluda alborozado…
... antes de caer antes las balas enemigas…
Al contrario que en AGUAS PANTANOSAS aquí Renoir gozó de una notable libertad gracias a la creación de una empresa conjunta con el guionista Dudley Nichols y al apoyo de la RKO que no sólo distribuyó la película sino que también intervino en la financiación, así como en la cesión de estrellas de la casa (Maureen O’Hara, Ken Smith) y de buena parte del equipo técnico.
Seguramente el paso del tiempo ha pasado factura a THIS LAND IS MINE, pero la contundencia de su mensaje – porque es una película con mensaje y no se avergüenza de ello – sigue igual de vigente casi ochenta años después.
Buenas tardes y, buena suerte.
Muy pronto colocaré un breve comentario sobre "Una mujer en la playa" y otro más en el hilo "pre-code" de "Penthouse" (Asesinato en la terraza) (1933, W.S. Van Dyke). También tengo intención de ver el film con Paulette Goddard pero tendrá que ser un poco más adelante. En el hilo de Fritz Lang, el díptico de Edward G. Robinson vendrá enseguida; esta semana veré la primera. Y así, poco a poco iré remontando y leyendo vuestros comentarios desde donde me quedé.
Un saludo para todos, campeones.
Mi blog: www.criticodecine.es
31. La carroza de oro (Le carrosse d'or/The Golden Coach, 1952)
Después de 12 años sin rodar en Europa (desde que dejó en 1940 el rodaje de Tosca en Roma debido a la II Guerra Mundial, y acabó emigrando a los Estados Unidos), Renoir aceptó hacerse cargo de la adaptación de la comedia en un acto de Prosper Mérimée, “La Carrosse du Saint-Sacrament” (1829), que había previsto rodar Visconti (nuevamente, los destinos de Jean y Luchino se cruzaban; precisamente, será el montador habitual del italiano, Mario Serandrei quien hago lo propio en La carrosse d’or).
Le carrosse d’or (o La carroza d’oro o, incluso mejor, The Golden Coach, ya que Renoir filmó con sonido directo en inglés, estando las versiones francesa e italiana dobladas, por lo que el director prefería sin dudar la inglesa, conocida su aversión a los doblajes) es una coproducción franco-italiana, rodada en Cinecittà. Su argumento responde al típico exotismo hispano, muy habitual en el siglo XIX, que Mérimée también hizo suyo en la famosa “Carmen”. La acción se sitúa en Lima, a principios del siglo XVIII, cuando coincide la llegada a la ciudad de una compañía teatral italiana de la commedia dell’arte, en la que la temperamental Camilla (Anna Magnani) interpreta el papel de Colombina, y una espectacular carroza de oro, encargada por el virrey, Ferdinand (el británico Duncan Lamont).
Como dato curioso, al parecer la historia de Mérimée se inspira en la relación del virrey Amat (Manuel d’Amat, militar catalán que da nombre a una popular plaza en Barcelona, responsable de la construcción del conocido Palau de la Virreina, que, incluso después de muerto, siguió ocupando su esposa) y una actriz peruana, Micaela Villegas, conocida como la “Perricholi”.
Esta historia de amores varios e intrigas palaciegas le sirve a Renoir para dos cosas: por un lado, seguir experimentando con el color, junto a su sobrino Claude Renoir, continuando lo iniciado en The River y sirviendo de puente con otros dos films en los que el color será el elemento fundamental, French Cancan y Elena et les hommes, estos dos rodados ya en Francia. Además, Renoir juega con los diferentes niveles de representación, volviendo a su gusto por la teatralidad, y abandonando su interés por la naturaleza y la naturalidad.
Ya desde la imagen inicial, Renoir nos sitúa en el escenario. La cámara se acerca al telón y este se levanta. Con ella, entramos en la historia, los personajes “saltan” del escenario y empiezan a reproducir la vida. Lo que nos van a contar es simple: Camilla, desbordando energía como corresponde a una actriz como la Magnani, se echa tres amantes: Felipe, un castellano que los ha acompañado en su viaje a América (el norteamericano Paul Campbell); el virrey y un torero popular en Lima, Ramón (el italiano Riccardo Rioli).
El enamoramiento del virrey comporta otros problemas, ya que genera escándalo en la corte, movilizándose la nobleza para destituirlo, mucho más cuando el virrey accede a regalarle a Camilla la carroza, ya que los nobles consideran que se ha de poner a disposición del Estado y no dárselo a una comedianta.
Con el desenfado y exceso habitual en Renoir, la historia avanza entre representaciones de los comediantes, celos, encuentros nocturnos, corridas de toros, duelos a espada e intrigas cortesanas. Todo ello con la típica inadecuación lingüística, debido a lo diverso de los actores. En la versión en inglés se supone que esta es la lengua equivalente al castellano, la que hablan en la corte, mientras que los actores de la compañía utilizan a menudo el italiano. Con todo, hay algo de artificial en los diálogos. Aunque Renoir filma con agilidad, a mí personalmente la película no me llega a interesar y no comparto su sentido del humor. Renoir, no obstante, parece volverse a sentir a gusto con esa mezcla de vodevil y de comedia galante del XVIII, ilustrada con música de Vivaldi.
La resolución del conflicto, cuando parece que Felipe y Ramón acabarán en la horca y Ferdinand destituido, viene de la mano de Camilla que dona la carroza al obispo (el francés Jean Debucourt) para que lleve el Santo Sacramento a los moribundos, restableciéndose el orden social, que se había visto perturbado por la presencia de la actriz. Al final, Renoir recupera el carácter de representación del film, devolviéndonos la visión del escenario y cerrando la película con Camilla, en solitario, delante del telón, ya bajado.
La película fue un fracaso comercial y de crítica, a pesar de ser, según leo, el primer film en Technicolor producido en Europa sin participación norteamericana. Con todo, Truffaut lo admiraba, llegando a decir que era “le plus noble et le plus raffiné jamais tourné”, y bautizando su productora como “Les Films du Carrosse” en homenaje al film de Renoir. En mi caso, lejos de lo hiperbólico del comentario de Truffaut, junto al colorido (para valorar el cual haría falta disponer de una copia mejor que la vista, un DVD de Regia Films bastante deficiente), me quedo con la interpretación de la Magnani, para lo bueno y para lo malo, y en un curioso discurso de Felipe, que podríamos calificar de protoecologista, defendiendo una vuelta a la naturaleza y una comunión con la población indígena.
La próxima semana seguiremos con la experimentación con el color, esta vez con el decorativismo de la sinfonía de colores que despliegan las bailarinas del Moulin Rouge en French Cancan.