Efectivamente. No sólo en ambientación y tono (creo que es de las cintas que mejor rescatan el aire otoñal de la obra maestra de Carpenter), también en propósitos. Asesino sobrenatural de apaciguada actuación, inmortal, siempre presente en la panorámica pantalla, escondido bajo una "máscara" (insisten en ocultar su verdadera forma). Y también en algo que no se menciona: el sexo como desencadenante, la regla violada que lleva a la muerte, el placer mortal. La pérdida de la virginidad, en ambas, se paga caro, lo sorprendente de esta propuesta, quizá el golpe de efecto en contraposición con Halloween, es que el sexo implica muerte, pero también salvación.