Benjamin Wallfisch es un excelente orquestador y director de orquesta británico de formación clásica; amigo y compañero de estudios de Dario Marianelli -a quién suele orquestar y dirigir sus obras-, con inmenso prestigio en este campo pese a su juventud, y con algunas obras de concierto muy valoradas entre los aficionados a la música culta, de considerable complejidad estructural e intelectual.
No es la música del compositor británico, en sus múltiples capas y combinación de atonalismo, dodecafonismo y melodía, de fácil asimilación, e intelectualmente -salvando las claras distancias- llega a demandar casi tanto del oyente cómo el John Corigliano más incisivo -con quién comparte algunos rasgos estilísticos-. Digo esto, porque tras explotar en el cine a lo largo de estos últimos dos años con partituras tan estimulantes cómo Annabelle: Creation, Lights Out o la extraordinaria A Cure for Wellness, es con IT la obra con la que el británico toca techo de momento, estableciendo una clara y trabajadisima dicotomía entre la música melódica, triste, aventurera, pero con poso amargo; de infancia desgarrada adjudicada a los niños y las disonancias y atonalismos dedicados a Pennywise. Ambas facetas luchan, se desarrollan y entremezclan, combinando motivos aquí y allá y pervirtiendo el material dedicado a los críos. Al final, la música queda en suspenso, un interrogante que no se resuelve pero que si deja clara una cosa: los niños han dejado de serlo y el mal no ha muerto .
Una de las bandas sonoras mejor escritas, estructuradas, (lo de orquestada y dirigida se sobrentiende siendo Wallfisch un joven prodigio en esas disciplinas), planteadas narrativamente y ejecutadas del 2017, y probablemente de los últimos tiempos. Poco comercial, que demanda intelectualmente del oyente y cuya primera escucha puede resultar bastante difícil.
Estupenda. Toda una sorpresa.
8,5.
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