Boquiabiertos debieron quedarse los espectadores de un cine de la ciudad británica de Exeter cuando se enteraron de que la sala a la que habían acudido para contemplar la recientemente estrenada Noé, una superproducción sobre el acontecimiento bíblico del diluvio universal, había quedado temporalmente inutilizada después de haberse visto afectada por una inundación.
La curiosa paradoja, que tuvo lugar el pasado 4 de abril, obligó a mantener clausurado el cine durante casi dos horas, desde las 12.15 (hora a la que estaba prevista la proyección de la película) hasta las 14.00 horas, cuando por fin pudieron abrirse las puertas de la sala, tras un arduo proceso de limpieza y secado por parte de los trabajadores del local.
No obstante, y pese a que lo más probable es que más de uno pensara en un principio que había habido algún tipo de intercesión divina en el incidente, ya que no ese día no llovió en Exeter ni se produjo ningún desbordamiento en ríos o embalses cercanos, la causa real de la inundación fue una simple máquina de hielo estropeada.
Al parecer, la máquina dejó de funcionar de improviso la noche anterior ocasionando que los hielos que guardaba en su interior se derritieran y que el agua anegara todos los espacios del cine, aunque, desde luego, aquellos que quieran ver en el acontecimiento una señal de los cielos tienen la excusa perfecta para creerlo.
Pese a acontecimientos curiosos como este, que por otra parte no ha tenido mayores consecuencias puesto que las salas ya se encuentran funcionando a pleno rendimiento, la última película del director Darren Aronofsky que protagoniza Russell Crowe está cosechando un gran éxito por todo el mundo.