A partir de una situación laboral en la que hice referencia a un par de diálogos de la segunda, saltaron un par de chavales que no la habían sentido ni nombrar -y que no eran merecedores de La Palabra -. Así les hablé más más y más, y terminaron no solo viendo la trilogía de un saque, sino hipnotizados ante tamaña creación.
El alcance de La Palabra es infinito, maese...y misterioso