La frustración y desilusión cotidiana
Fernando León de Aranoa ofrece una solemne lección de cine llena de realidad y emoción con un Javier Bardem que bordea la genialidad
La difícil y preocupante situación del cine español acontece en un año bastante dramático debido a las erróneas producciones, a la falta de apoyo por parte de las plataformas televisas, a la carencia de buenos guiones y, sobre todo, a la inesperada caída de los considerados directores comerciales. En este calamitoso contexto, el director y guionista Fernando León de Aranoa vuelve a demostrar que en la sencillez y en la maestría de la poca ambición puede esconderse la rotundidad de la belleza, la esencia del cine, de los sentimientos y de la magnificencia artística. La flamante nueva Concha de Oro del festival de San Sebastián demuestra que la vida y el cine demandan cineastas como este precoz maestro del cine social, del arte, de la sutilidad y competencia como guionista. ‘Los lunes al sol’, tercera película de este portento del séptimo arte español, muestra lo más enérgico y humano de la corta pero intensa filmografía de León de Aranoa que se vuelve a revelar (como en ‘Familia’ y ‘Barrio’) de una forma directa y sutil, irónico y sombrío, turbulento pero a la vez cercano. La historia acontece en una ciudad costera del norte para narrar la vida de un grupo de hombres del sector naval que malviven parados en busca de soluciones que no llegan, que han visto como con la firma de un convenio todos salieron perdiendo. La conversación, la rutina y la amistad es el último refugio de unos personajes abatidos que no pierden la esperanza y las ganas de sonreír, todavía perseverantes en el anhelo y reflexionan sobre el futuro cualquier mañana de un lunes al sol.
Fernando León de Aranoa regresa al terreno que mejor domina, donde transita como un experimentado hacedor de realismo, el drama urbano. Esta vez en un tema que nunca pasa de moda y que afecta a gran parte de la sociedad: el paro y su pozo sin fondo. Porque ‘Los lunes al sol’ es película que habla, simple y llanamente de seres humanos desplazados que se levantan cada día con el duro objetivo de la supervivencia, de aquellos a los que la derrota les hace asumir, resignados, la desesperanza que envuelve sus vidas siendo luchadores vencidos por la realidad que les rodea, de una realidad sin trabajo y si un porvenir seguro, del sufrimiento de los que no tienen más remedio que pasar hambre y miseria para llegar a fin de mes.
El director de ‘Barrio’ no cae por ello en la simplicidad del dramatismo o en la fatalidad, sino que, de una forma hábil y exacta, lo franquea pasando con pasmosa pericia de la agria hilaridad de algunas secuencias para mitigar el tremendo drama a la lágrima, a la emoción del momento, a la aflicción desconsolada.
Para todo ello, la mirada diáfana de León de Aranoa cuenta con un guión firmado por Ignacio del Moral y el propio director rebosante de realidad, de pálpito, que bucea en la profunda e insondable médula de la tristeza, de la frustración y desilusión de unos personajes cercanos que atrapan al espectador con su proximidad y su forma de vida creada en una narración que bordea la ardua y suplicada perfección. El excelente tono narrativo y su portentoso ritmo cadente y sin fisuras, perfecto, refuerza unos diálogos sencillos y fidedignos que expresan con una asombrosa preservación aquello que dicen, sienten y piensan los resignados seres habitantes de esta ofrenda cinematográfica, de este diamante en bruto.
No sólo logra una concordia y un ritmo imponderables entre plano y diálogo. Lo que se consigue son momentos de puro cine, de delicada descripción social que desconsuela y, como consecuencia, llega a doler. Bajo la nostálgica y triste partitura, siempre constante y sugestiva, de Lucio Godoy, la historia de Fernando León cobra vida y trascendencia por Nieve de Medina, Luis Tosar, José L. Egido o Joaquín Climent, unos actores que viven en los protagonistas, que componen con su talento interpretaciones insuperables. Pero si algo destaca en esta pequeña obra maestra es un solemne Javier Bardem que empieza a hacer fácil lo imposible y factible lo inalcanzable con una soberbia actuación llena de matices, de ejemplar y sublime creación de un personaje.
‘Los lunes al sol’ se configura como la mejor película española del año hasta el momento, con la sencillez que propone especificar la forma de vida de la clase proletaria, del renegado que no acepta su despido, de la vulnerabilidad del que ve peligrar su matrimonio por su orgullo, del derrotado que acepta su edad para encontrar un trabajo digno o del hundido hombre viejo que no puede más ante la soledad que acaba con la vida. Toda una lección de cine, de vida, de la realidad que nos rodea y que, por desgracia, muchas veces olvidamos o no queremos ver.
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(a Childs) "¿Por qué no esperamos aquí un rato a ver qué ocurre?" </p>