¡¿PITO, PITO, GORGORITO?! (O de cómo Homer Simpson nos salvó de la fisión nuclear):
Ha llegado un momento en que no me basta autoconvencerme, diciendo que una película está técnicamente bien hecha, para justificar si me ha gustado o no. Sí una película que vale 100 millones de dólares estuviese mal hecha, algo falla, ¿no? Es cómo si voy a la Porsche, y las prestaciones del coche son las de un Clio. Pero las opiniones del Porsche son tan, tan tan buenas que aunque me vendan un Clio, termino creyéndome que conduzco un flamante Porsche por Sunset Boulevard.
A Gravity le pasa un poco lo mismo. Si se tirasen muchos fuegos artificiales alrededor de Chernóbil, hasta la ciudad perdida del este tendría su encanto. Si en las redes sociales, la televisión y la prensa nos dicen que es el Sancta Sanctorum, la gente empezaría a creer que visitar Pripyat, es sin error una experiencia maravillosa. Si todos lo dicen, no hay equívoco para afirmarlo.
Y Gravity, es esa película a la que le ha caído el gordo de la exacerbación de sus bondades. No me disgusta, me paso 90 minutejos entretenido, y hasta la próxima campaña viral. Una aventura espacial muy bonita y resultona, que faltaría más que técnicamente estuvise mal hecha. Y es ahí dónde echo de menos al eterno olvidado de la última década: al Sr. Guion.
Y ya está: fuegos artificiales maravillosos, un excelente trabajo de Emmanuel Lubezki, y un mejor diseño de postproducción que de producción dirigido al mercado. Así parecen funcionar las cosas en el barrio de los sueños de Los Ángeles.Spoiler:
Y que yo que conste, me lo he pasado muy bien, pero no me puedo olvidar tan fácilmente de 2001, de Alien, o la infravalorada visión de Solaris de Soderbergh. Que todas tienen fuegos artificiales sí, pero un guion de acero que deja en mal lugar a lo que nos presenta Cuarón que estás en los cielos.
Por cierto que mal se dobla en la actualidad en España, y lo digo por lo que la toca Sandra Bullock, que en esta ocasión me gusta bastante.
Un muy cordial saludo