Esta es una de esas películas que por su originalidad, peculiaridad, y lo especial de su argumento, son fácilmente percibidas por mucha gente como infantiles, facilonas, o secundarias, menospreciando a priori algunos aspectos que otros en este caso asumimos con su posible riqueza, y la asociación de ésta al mundo de los cómics o los superhéroes.
El segundo cuarto del film es quizá el acto -o cuarto- menos pulido de todos, donde el histrionismo -y exageración- inherentes al personaje/s de James McAvoy, y la simpleza de la situación reinante, se unen para dejar un momento desangelado y exagerado que puede descolocar -y de hecho descoloca- a alguna gente no especialmente sumisa ante esta propuesta. Donde parece que todo se va a resumir en explotar ese histrionismo con un anodino y ramplón toma y daca entre personalidades y flashes.
Superado ese segundo cuarto, la película vuelve a rebosar la vida, el cuidado, y la originalidad de los mejores momentos de "El protegido".
Y es una pena que no se hubiese tenido otra mano con ese espacio intermedio, asiéndolo un poco mejor, aún en ese punto de la trama, a esa realidad cotidiana -común y tangible- a partir del cual se intenta dar un paso adelante identificando ahí la verosimilitud del cómic, porque hubiese podido ser un gran film. Un cierre memorable de esta trilogía.
Así, después de todo, es una buena película, y entretenida. Pero nada más.