Uno de los intérpretes norteamericanos más británicos que han existido. La flema que tenía, la dicción, el porte aristocrático, su sentido del humor, esa voz sedosa. Era un auténtico gentleman, una persona afable y muy cultivada. Leí hace tiempo que uno de sus personajes preferidos fue el Professor Rattigan de "Basil, el ratón detective". Quedaba bien en cualquier lado, tanto en películas serie A, muchas veces como actor secundario, como en la serie B.
No puse la de Dorian precisamente por el matiz fantástico que aporta el tema del cuadro, pero encaja perfectamente en el género. La vi por primera vez en el programa de Garci y aparte de que me gustó, me resultó sorprendente por la inclusión en momentos claves muy puntuales cde un color muy vivo en un película en blanco y negro y que aportan aún mayor atmósfera y contraste; y también por el aspecto pétreo e imperturbable, como irreal, del protagonista,
Hurd Hutfield. Su rostro parece bañado en cera, un detalle que arroja pleno significado a este personaje. Me recuerda en cierta manera a los muñecos de lo ventrílocuos, y más particularmente al de Anthony Hopkins en
Magic (1978, Richard Attenborough).
La reciente versión en la que desfilan Ben Chaplin y Colin Firth pone más carne en el asador obviamente en cuanto a decadencia manifiesta y deseo carnal, pero a cambio pierde ese factor insinuante por omisión y/o censura (en contraposición a ser demasiado explícito) que muchas veces funcionan tan bien en este tipo de relatos.
Veo que Jean Simmons y Angela Lansbury son asiduas al subgénero, por cierto. Aquí acompañada la segunda de ellas por una bella
pre-¡Qué bello es vivir! Donna Reed. ¡Qué fotogénicos son aquellos retratos de los años 30-40!
No conocía la película de Lang que ha puesto Akákievich.