Ya se libró de 4 años...
Pura descripción. Nada de juicios paralelos. Y memoria, que para algo uno es comentarista del fútbol portugués en Digital +. Vamos allá: octubre de 2003. Novena jornada de la Superliga. En gestación, el gran Oporto de José Mourinho. En el equipo, Deco, por supuesto. El partido, caliente: derby Boavista-Oporto en Do Bessa. Lo que ocurrió. Pues que
al brasileño con pasaporte luso se le fue la cabeza. Al punto de recriminar al árbitro su expulsión, tras un rifi-rafe con el rival Raúl Meireles, tirándole... ¡una bota!
El borceguí impactó con media fuerza y a media altura en Paulo Paraty, que lo reflejó en el acta. Por cierto, para liar más la cosa, el árbitro se la tiró luego a Reinaldo Teles, responsable de Fútbol del Oporto, que estaba en la banda.
Bueno, retomemos el lado oscuro de Deco, tan real como su brillante fútbol y su concepción del rebote como fin tan válido como cualquier otro para marcar un gol.
A Deco le podían caer, pues, entre seis meses y cuatro años de suspensión por su acto (Con eso no se juega, que los colegiados son intocables).
Ahí entró a jugar la maquinaria de despachos oportista y, por qué no, hasta la Federación Portuguesa de Fútbol, pues se estaba en la temporada que culminaría con la Eurocopa de Portugal 2004. Y Deco, a pesar de Figo y Rui Costa, era vital para Luiz Felipe Scolari. Todo quedó en tres partidos de suspensión y sólo cumplió uno, ante el Nacional, para escándalo de la mitad más uno de Portugal, la afición del Benfica, el eterno rival.