Y en una ligera advertencia en un
emplazamiento significativo de cámara:
cuando Wanley se sienta en la biblioteca
del club para leer unos pasajes de El
cantar de los cantares, el mayordomo, a
la izquierda del encuadre, le sirve una
copa; cuando el mismo mayordomo le
despierta a la hora convenida,
iniciándose entonces la película, es
decir, el sueño, está ahora a la derecha
del encuadre. Hasta ese momento, todo,
la planificación y la distribución de los
personajes, había sido muy metódico y,
llamémoslo, cartesiano. Este cambio de
eje resulta, como mínimo, una
advertencia, quizá sólo entendida como
tal cuando vemos la película por
segunda o tercera vez y conocemos su
resolución… quizá.