Pues veré la de Corazones en lucha
Pues veré la de Corazones en lucha
Última edición por hannaben; 05/05/2021 a las 13:28
Sin prisa pero sin pausa.
Intentaré verme este fin de semana la segunda entrega del díptico y de esta forma llegar a finales de junio (inicio de mis vacaciones a ninguna parte...) comentados EL DR. MABUSE y LOS NIBELUNGOS, si antes no me da un pampurrio.
Quiero verme y comentar (aunque sea a destiempo EL GATOPARDO) pero tengo pendientes reseñas para el rincón de Mackendrick, "el otro rincón" y el del 3-D.
Me gustaría especialmente con Ozu pero ahora mismo estoy un poco estresado por todos los frentes.
Tranquilo, que tenemos muchos años por delante para seguir con las revisiones... al menos eso espero y deseo.
Yo siempre, en esos momentos en que me estreso en demasía o me viene un ataque de angustia, me pongo esto y mano de santo. Un temazo compuesto por Jackson Browne, y llevado al éxito por esta banda, una de mis debilidades, The Eagles.
Además, fue el primer single de su álbum de debut. De ahí al cielo.
Por cierto, alcanzó el número 12 del Hot 100 en julio de 1972.
Mi blog: www.criticodecine.es
Das indische Grabmal. 1. teil: Die Sendung des Yoghi (1921), de Joe May
[Por cierto, Alcaudón, el título alemán dice “Yoghi”, no “Yogui”, me temo que cierto famoso plantígrado te haya despistado. No obstante, acudiendo a un conocido diccionario alemán, el DUDEN, que seguro que el amigo Alex conocerá, las formas que recoge son “Yogi” o “Jogi”, sin hache intercalada.]
Me encanta este hilo dedicado a Lang et altri, porque los comentarios de Alcaudón me ahorran la a menudo pesada tarea de hacer la sinopsis del film.
Como ya ha dicho nuestro “Führer” (dicho en sentido literal, y obviando las ominosas connotaciones históricas ), la película se divide en un prólogo y cinco actos, forma muy habitual de estructurar los films durante la época muda. Y, ciertamente, lo mejor del film se nos muestra en el prólogo: la secuencia de la vuelta a la vida del yogui Ramigani (espléndido Bernhard Goetzke), me parece uno de los momentos más fascinantes y terroríficas que he visto nunca, me hizo recordar la escalofriante vuelta a la vida de la momia interpretada por Boris Karloff en The Mummy, de Karl Freund, pero mucho más detallada. Ese retorno al mundo de los vivos ata al yogui al que lo ha despertado, el príncipe de Eschnapur, Ayan (magnífico también Conrad Veidt, aunque su personaje tenga un comportamiento un tanto desconcertante).
La forma como Ramigani abandona la escena, volatilizándose, y su posterior materialización, ya en el primer acto, en casa del arquitecto Herbert Rowland (un soso Olaf Fønss), me parecen momentos inolvidables, dignos de aparecer en cualquier antología del cine de terror. A partir de entonces el film adopta un aire moroso, lento, demasiado contemplativo, en donde parece que pesa más el decorativismo, el despliegue ciertamente espectacular de decorados y vestuario, que la acción del film. Ya se ha dicho que Mia May, como Irene, la prometida de Herbert, no tiene el magnetismo que le debería corresponder a una heroína que se embarca rumbo a la India, para luego sobrevolar el reino de Eschnapur en avioneta y, finalmente, meterse en la misma boca del lobo (o del tigre), todo ello siguiendo los pasos de su novio. Hubiera preferido el descaro de la Ressel Orla de Die Spinnen, o una actriz mucho más atractiva, como Lil Dagover.
De la parte europea, lo más destacable viene siempre de la mano (nunca mejor dicho) del yogui: desde su aparición en casa del arquitecto a la manipulación del cable del teléfono, pasando por el accidente que provoca en el coche de Irene o, un momento genial, cuando “su mano” se lleva la carta que le había dejado Herbert a Irene, ya en el inicio del segundo acto.
Durante el segundo acto conocemos a otro de los protagonistas, Mac Allan (Paul Richter), el amante secreto de la princesa Savitri (Erna Morena), personajes ambos con muy poco interés a lo largo de las dos partes. También se nos presentan los fieles amigos del príncipe: los feroces tigres.
En el tercer acto ya estamos situados del todo en la India. Ayan recibe a Herbert y le muestra la ciudad de Eschnapur, sus grandiosos edificios (que supongo que provocaban la fascinación de los espectadores de la época; aún hoy en día me parecen fastuosos) e incluso sus mortíferas aguas, plagadas de cocodrilos.
El largo viaje al lugar donde se ha de emplazar la tumba para la cual Ayan ha hecho viajar a Herbert a la India supone uno de los momentos culminantes de la primera parte, con la imagen de los elefantes subiendo una pronunciada pendiente o la contemplación del Valle del Silencio (“der Tal des Schweigens”), imagen donde resuena la obra de Caspar David Friedrich.
Sorprende el signo de extrema debilidad que muestra Ayan cuando confiesa los motivos que le llevan a construir la tumba para Savitri, sus lloriqueos. No nos transmite la impresión de poder y fuerza de un maharajá indio, amigo de los tigres. Rencoroso y vengativo, sí, pero sin la grandeza que se le supone a un personaje como él.
En el cuarto acto Irene irrumpe en Eschnapur, cautivando, de manera bastante inverosímil, al “pobre” príncipe, que le pone ojos de cordero degollado. Cuando Mirrjha (Lya de Putti, esta sí, actriz de dulce belleza) busque su colaboración para ayudar a un “hombre blanco” en apuros (en realidad, el amante de la princesa, Mac Allan), Irene, que creerá que la criada se refiere a Herbert, iniciará la búsqueda de su prometido por el laberíntico palacio, descubriendo la cueva de los penitentes (otra secuencia propia de un film de terror, en especial el penitente enterrado hasta el cuello, que parece el responsable de la infección de lepra que sufrirá Herbert, aunque no me quedó claro si por efecto de una maldición o por el contacto: está a punto de pisarle la cabeza), mientras que tras sus pasos, como si hubiera visto un fantasma, la sigue su prometido.
Irene entrará por error (y ya es equivocarse, le pasa por metomentodo) en el foso donde viven los tigres del príncipe. Afortunadamente, el yogui la salvará, una muestra más de sus poderes extraordinarios. ¡Ponga un yogui en su vida!
Del quinto acto poco a destacar, me parece el más flojo, porque el asedio a la cabaña de Mac Allen tiene poca garra, nada que ver con los momentos culminantes de la lucha en el templo inca de la primera parte de Die Spinnen. Aquí May muestra sus límites a la hora de sacar partido de las secuencias de acción. Quizá el momento más impactante es cuando Irene recibe un escabroso regalo: un cofre que contiene el cadáver de la paloma mensajera que ha querido enviar al cónsul en Bombay, un detalle de la refinada crueldad de Ayan (claro que uno se pregunta: ¿y cómo iba a saber la paloma la dirección del cónsul?).
Así, de forma un tanto anticlimática, termina esta primera entrega, dejando todos los cabos sueltos de cara a la segunda (que, por cierto, ya he visto ), a diferencia del díptico languiano de 1959, en el que el director utilizó un cliffhanger muy efectivo.
En resumen, May se muestra mejor como productor, ofreciendo unos magníficos decorados y una ambientación tenebrosa en los momentos más logrados, así como un suntuoso e imaginativo vestuario (aunque el modelito bananero de la princesa se las trae),
pero carece de la capacidad de mantener un ritmo vivo en un relato que se adormece en exceso. Por otro lado, el reparto es muy irregular: si bien Göetzke y Veidt dan el tipo, o Lya de Putti aporta belleza y sensibilidad,
las dos parejas protagonistas, Mia May y Olaf Fønss por un lado, y Erna Morena y Paul Richter por el otro, no me convencen.
La conclusión de la historia, Alcaudón mediante, la semana que viene.
Última edición por mad dog earle; 06/05/2021 a las 13:41
Dos apuntes a tu espléndido comentario:
1. Ya he sustituido en todo el texto la palabra yogui por yoghi.
2. En todo tu comentario has usado la palabra yogui y no yoghi.
Si es que somos de la generación Hanna-Barbera.
Última edición por Alcaudón; 06/05/2021 a las 13:13
Por supuesto, porque lo he escrito en castellano, no en alemán, y se trata de un nombre común. Yo solo te indicaba la corrección del título alemán.
Aquí el DRAE:
yogui
Del hindi yogī.
1. m. y f. Asceta hindú seguidor del sistema filosófico del yoga.
2. m. y f. Persona que practica los ejercicios físicos y mentales del yoga.
Añado que, si la práctica del yoga me permitiese tener los poderes de Ramigani, me apunto ya.
Última edición por mad dog earle; 06/05/2021 a las 13:14
O sea que lo tenía bien escrito...
Pues me niego a volver a revisar el texto de nuevo, salvo el título.
Hay que leer con atención.
[Por cierto, Alcaudón, el título alemán dice “Yoghi”, no “Yogui”, me temo que cierto famoso plantígrado te haya despistado. No obstante, acudiendo a un conocido diccionario alemán, el DUDEN, que seguro que el amigo Alex conocerá, las formas que recoge son “Yogi” o “Jogi”, sin hache intercalada.]
Ahora el título en alemán está bien (y el castellano, también).
Últimamente ando muy espeso.
Para los de Madrid. Este sábado echan en la filmoteca El tigre de Esnapur. Aún quedan entradas.
https://entradasfilmoteca.gob.es/Fic...dPelicula=1624
Mi blog: www.criticodecine.es
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Yo he podido ver bastantes films de Lang en pantalla grande, la mayoría en pases de la Filmoteca. Metropolis la vi por primera vez en una proyección en la universidad, en la assignatura "Historia del Cine" que impartía Miquel Porter i Moix. También tuve la "suerte" de ver en su día la versión colorista y pop perpretada por Giorgio Moroder.
Vista esta (histórica) noche la segunda parte de LA TUMBA INDIA procederé mañana por la tarde con su comentario que ya auguro que va a ser sensiblemente más breve que el anterior...
... palabrita del niño Jesús...
Y antes, por la mañana, intentaré reseñar la entrega semanal del rincón Mackendrick, dado que parece que el tiempo va a estar más bien lluvioso.
- Por cierto, amigo Earle, ¿no crees que el hilo se merece algún pequeño extra? -
Y a la noche - si antes no me ha dado un síncope - intentaré reactivar alguno de los hilos que he dejado sueltos here, there and everywhere con el visionado de alguna suculenta película.
Y no me olvido de EL GATOPARDO...
Última edición por Alcaudón; 09/05/2021 a las 02:25
Tal vez...
La que hubiese sido la primera película de la etapa norteamericana de su director...
Me parece que a Kirk Douglas le han metido en las mallas el paquete de Chaplin y el de Wong Kar-wai. Menuda alegría para quien lo reciba
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No la tengo a mano. La contribución de Mackendrick parece que fue escasa. También se cita su participación no acreditada en otro film, según imdb, firmado por Richard Quine, de título imposible de recordar: Oh Dad, Poor Dad, Mamma's Hung You in the Closet and I'm Feelin' So Said, para el cual Mackendrick hizo eso tan mal visto de filmar nuevas escenas que se añadieron al primer montaje. También se comenta que iba a ser el director de The Guns of Navarone, pero fue despedido por diferencias con el productor y guionista Carl Foreman.
Personalmente, cerraré mi revisión con Don't Make Waves, pero te animo a incorporar ese comentario sobre el film firmado por Guy Hamilton.