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Abuelo Igor
Yo añadiría Cinco veces dos, crónica de la disolución de una pareja contada desde la última y sexualmente violenta escena hasta la primera, Ricky, aquella del bebé volador que parecía hecha para subir escenas sueltas a YouTube y no acabó de entrarme muy bien, y Mi refugio, que aprovechó el embarazo real de Isabelle Carré para contar cómo la maternidad da una segunda oportunidad a una drogadicta y que, lo digo a modo de anécdota, me "curó" completamente de mi visión del embarazo como un estado físico casi monstruoso y alienígena.
Las tres únicas que no he visto han sido Potiche, El tiempo que queda, con Melvil Poupaud, y una que no sabía ni que existía, de lo que deduzco que es inédita en salas: Angel, rodada en inglés con Romola Garai y Sam Neill y basada en una novela de una tal Elizabeth Taylor que no es la actriz.
Ozon es uno de esos directores a los que tengo cierto cariño por haber estado con ellos como espectador de cine desde su primera película (al igual que con Tarantino, Aronofsky y alguno más) y encuentro curiosa su trayectoria desde aquel niño terrible provocador (Sitcom y Los amantes criminales son dos películas un poco olvidadas pero que planteaban toda una poética de la subversión sexual) hasta el director inquieto y sorprendente de hoy cuyas propuestas no me suelen decepcionar (salvo la ya mentada Ricky) y que a mi juicio, y a la chita callando, está dando mucho más juego en el cine continental que otros directores con más "nombre". Sin ir más lejos, un servidor sí es bastante partidario de Una nueva amiga, una película que estoy bastante seguro de que a Pedro Almodóvar le debe dar cierta rabia, por cómo maneja varias de sus temáticas y fijaciones de estilo de maneras que al manchego nunca se le hubieran ocurrido.
(Y ya que estamos con Ozon, aprovecho para reivindicar la figura un tanto ninguneada de Marina de Van, colaboradora y actriz ocasional en su primera etapa, y que luego inició una trayectoria en solitario con Dans ma peau, que dirige y protagoniza, haciendo sufrir lo suyo al espectador con su relato de una mujer aficionada a la automutilación, prosiguió con Ne te retourne pas, una de suspense psicológico nada menos que con Monica Bellucci y Sophie Marceau, una versión de Pulgarcito con Denis Lavant como el ogro, y, para rematar, Dark touch, una de terror rodada en Irlanda. Una carrera cuanto menos curiosa, ¿no? Lo malo es que se sale completamente de lo que aquí se puede estrenar en cines como los Renoir o los Golem).