David Watkin procedía del campo del documental, justo lo contrario que otros directores de fotografía ingleses de su misma época, que se habían formado en la época (e iluminación) de los grandes estudios. Por ello quizá sus primeros créditos para
Richard Lester y Tony Richardson a mediados de los 60 le llegan cumplidos los 40, justo cuando esa época de estudios había finalizado y afloraba en Europa el estilo de luz suave y rebotada, revelado forzado y menores niveles de iluminación influencia de gente como
Coutard, Almendros o Decae. Watkin me gusta por su tendencia a iluminar los decorados y no a los actores, no cambiando siquiera su iluminación en los primeros planos de sus actrices aunque ello conllevara tremendas peleas con los directores. Iluminando Watkin para poder rodar en 360 grados, Lester podía utilizar en sus películas multicámaras y mucho movimiento, creando así el estilo espontáneo, rápido y directo que caracteriza su cine en su primera etapa, aunque con bellas excepciones como "
Robin y Marian" (1976).
En muchos aspectos, Watkin se parece enormemente a
John Alcott o Chris Menges por su obsesión en recrear la luz natural y efectos lumínicos solares. Sin embargo, la película en que lo descubrí -de la que lo único salvable es su trabajo y el score de John Barry- es "
La Calle del Adiós" (Peter Hyams, 1979), en la que lleva al extremo su técnica al iluminar casi todos los decorados con una única fuente arcos de carbón desde fuera de las ventanas, creando haces de luz en el interior gracias al empleo de humo, un estilo que caló hondo entre los
hermanos Scott, especialmente Tony, que ya sé que no te gusta nada, aunque la fotografía de Stephen Goldblatt para "
El Ansia" a mí me gusta mucho y sigue este patrón ultraestilizándolo. Otras escenas de "La Calle del Adiós" me parecen estupendas desde el punto de vista fotográfico, como el bombardeo inicial sobre Londres o el encuentro entre Lesley-Ann Down y Harrison Ford en la cafetería, con las fuentes lumínicas presentes en el encuadre y también mucho humo reduciendo el contraste para crear imágenes muy suaves. Su trabajo en esta película justifica tantísimamente las fuentes de luz y las recrea tan bellamente que termina por no parecer natural por ello mismo.
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Watkin también tiene otro gran trabajo para Tony Richardson en "
La Carga de la Brigada Ligera" (1968), que el gran Geoffrey Unsworth consideraba una de las películas de época mejor fotografiadas de todos los tiempos. Watkin odiaba el formato panorámico anamórfico y trató de evitarlo durante toda su carrera, pese a lo cual aquí lo usó a lo bestia; interiores con bajísimos niveles de luz y objetivos a máxima abertura de diafragma, por lo que la pobre calidad óptica de los mismos produce tremendas aberraciones y una profundidad de campo mínima. Sin embargo el resultado es tremendamente moderno y atrevido y tiene un aspecto muy natural pese al pobre rendimiento de los objetivos en dichas condiciones. Incluso los exteriores resultan curiosos porque no hay apenas luz de relleno, únicamente un ténue empleo de reflectores sobre los rostros.
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Sus posteriores trabajos (como por ejemplo para Sidney Lumet) resultan menos interesantes y bastante más convencionales, aunque tengo entendido que sus colaboraciones con Franco Zefirelli -especialmente "Hamlet" (1990)- tienen su estilo característico y un buen nivel.