Los mayores quejicas del mundo. "Con toda su teatralidad, el Barça está usando a los árbitros: 165 tiros libres en 11 encuentros"
Incluso si usted no puede distinguir un club de fútbol europeo de otro, no tendrá dificultad para ver lo que es excepcional en el Barcelona. Este equipo ofrece una combinación vertiginosa de talento y arte fácil de reconocer aunque no se sea un seguidor del fútbol.
Pero el martes, cuando el Barça jugó ante el Madrid el partido de vuelta de semifinales de la UEFA Champions, este superclub pareció estar haciéndole un grave daño a su reputación. El problema radica en el comportamiento de sus jugadores en los últimos tiempos, que se divide en tres subcategorías distintas:
1) La propensión de llorar, quejarse y tirarse al suelo que podría esperarse de un niño pequeño.
2) El recurso frecuente a un Dios justo para ser librado de la persecución de los árbitros infieles.
3) Una tendencia a reaccionar ante cualquier impacto de los jugadores rivales retorciéndose como Desdémona en su lecho de muerte en el acto final del Otelo de Verdi.
Este crecimiento de las quejas, que han dominado los titulares de toda Europa la semana pasada después de 0-2 del Barça en Madrid,
parece ser parte de una campaña para obtener mejores respuestas o para acelerar el proceso antes los jugadores rivales. Algunos observadores dicen que ha llegado en un momento oportuno, cuando la potencia ofensiva del Barça se ha ralentizado un poco y el equipo se ha vuelto cada vez más dependiente para marcar de los tiros libres y las jugadas ensayadas.
Pero lo que realmente sorprende de esta explosión de histrionismo es lo bien que parece estar funcionando. Después de 11 partidos en la Liga de Campeones esta temporada, el Barcelona ha cometido 127 faltas, 11,6 por partido, mientras que sus rivales alcanzan una cifra más alta, 165 faltas, 15 por partido. En otras palabras, los rivales del Barcelona son castigados con casi cuatro faltas más por partido, disparidad sólo comparable con otros dos equipos de los 32 que participan en el torneo de este año.
El Barcelona ha recibido 12 amonestaciones y una tarjeta roja, frente a 27 amarillas y tres tarjetas rojas del Real Madrid. El otro semifinalista, el Manchester United, que tuvo una ventaja de 2-0 en al partido de ida frente al club alemán Schalke, ha recibido menos tarjetas amarillas que el Barça. Pero el Man U ha sido castigado con 145 faltas, cifra que es significativamente más alta que las 122 de sus rivales. El Madrid no ha tenido mejor suerte: sus jugadores recibieron una tarjeta en el 21% de la faltas (frente al 16% del Barça).
La victoria de la semana pasada sobre el Real Madrid fue uno de los partidos más intensamente debatidos de la Liga de Campeones esta temporada. En un típico partido de Champions de esta temporada no se superan las 29 faltas. Y en este encuentro se pitaron nada menos que 46. Y se mostraron cinco tarjetas amarillas y dos rojas, sin incluir la expulsión de José Mourinho, entrenador del Madrid.
El punto de inflexión llegó a los 61 minutos del partido, cuando el mediocampista defensivo Pepe fue expulsado por el árbitro Wolfgang Stark por lo que consideró una dura falta de Daniel Alves. Alves se retorcía de dolor en el suelo,
pero la reproducción de la imagen en el vídeo mostró Pepe apenas le tocó. Eso no impidió que los jugadores del Barça montaran un enjambre en torno a Stark para exigirle que expulsara a Pepe, que fue suspendido para el partido de vuelta de la semifinal.
Después del partido, Mourinho, entrenador del Madrid, dijo que la UEFA, la organización que dirige el fútbol europeo, ayudó a ganar al Barça. El equipo pidió a la UEFA que sancionara a Alves y a otros dos jugadores del Barça por fingir lesiones (El lunes, la UEFA exculpó a los jugadores del Barça y confirmó las suspensiones de Mourinho y Pepe).
Hay que señalar que tirarse, bucear y presionar a los árbitros ha sido parte integral de la cultura del deporte favorito del mundo. Junto a ello, el baile rítmico del Barça anima a utilizar todas las estrategias posibles a sus rivales, incluido el juego físico, para interrumpir el flujo del juego sin mucho esfuerzo.
Pero el Barça puede ser el primer equipo emplear eficazmente esta estrategia para poder ganar un campeonato europeo de clubes. "Es esta actitud de 'somos los mejores en el mundo y no te atrevas a ponerlo en duda", dijo Giorgio Chinaglia, antigua estrella italiana, cuyo país simbolizó durante años el estándar del teatro en el campo.
"Alves es uno de los que debería haber sido expulsado. Si eres un jugador de fútbol profesional, para qué haces eso".
Harry Redknapp, entrenador del Tottenham Hotspurs, club de Londres que llegó a los cuartos de final,
dijo que el teatro del Barça como una forma de 'mobbing' al árbitro, con un pelotón de jugadores sacudiendo tarjetas imaginarias y exagerando el impacto de las entradas, ha crecido hasta cansar. "Cada vez que se tomó una decisión había 10 jugadores rodeando al árbitro exigiéndole una expulsión", dijo Redknapp tras el partido de Madrid de la semana pasada.
"Esa no es manera de jugar al fútbol".
Un portavoz de Barcelona no respondió a esta cuestión el lunes. Después del partido de la semana pasada en Madrid, el defensa del Barça Gerard Piqué dijo que su equipo mereció ganar. "Fuimos el único equipo que quiso jugar al fútbol". La UEFA está considerando una regla que prohíba a cualquier jugador acercarse a menos de cinco yardas de un árbitro.
El Barça no es el primer equipo en tratar de sacar ventaja con sus habilidades teatrales. Algunos dicen que los italianos inventaron el piscinazo y desde luego se convirtió en obra de arte en las décadas de 1960 y 70. Pero el mayor ejemplo de tramposos en los tiempos modernos es el equipo de Alemania Occidental en la Copa del Mundo de 1990, cuando Klinsmann y Rudi Voeller llevaron el arte de dejarse caer a niveles históricamente desconocidos.
En los siete partidos del torneo, los rivales de Alemania recibieron 17 tarjetas amarillas y cuatro rojas, incluyendo dos en el final, cuando Argentina se quedó con nueve hombres. El único gol del partido llegó en el minuto 85 cuando Edgardo Codesal, el árbitro mexicano, pitó un penalti por caída de Voeller en el área. Andreas Brehme, quien dijo después que no hubo falta, marcó desde el punto de penalti el tanto que decidió el torneo.
Para ganar la Liga de Campeones, el Barcelona puede necesitar hacer algo mejor. En los primeros 25 partidos de Liga de esta temporada, el Barcelona anotó 76 goles, pero sólo cinco procedentes del juego abierto. Sin embargo, desde el comienzo de marzo, el Barcelona ha anotado 11 goles en tan sólo ocho partidos de Liga, un 45% de ellos a balón parado. Además, ocho de los 18 goles del equipo esta temporada en la Liga de Campeones han venido de jugadas a balón parado, incluyendo seis de córner, más que ningún otro en el torneo esta temporada.