Una simpática peli ochentera sobre el mundo de los efectos especiales...
Rollie Tyler (Bryan Brown) es un genio de los efectos especiales a los que todos acuden cuando quieren efectos de calidad. Una noche se presenta en el estudio de su última película un miembro del departamento de Justicia, Lipton (Cliff de Young) para pedirle que haga un trabajo: simular el asesinato de un jefe de la mafia que se ha retirado y quiere testificar (Jerry Orbach). Aunque con prejuicios, Rollie prepara el asesinato, pero el asesinato resulta ser real, y él empieza a ser perseguido...
Entonces entra Bryan Denehy y la trama policíaca, llena de tópicos: el compañero graciosete y despistado, el poli brusco y desordenado que se pasa por el forro las ordenes de sus superiores... pero aún así, confieso que la peli me enganchó (es la tipica peli que han puesto más de cien veces en la tele) y que tiene momentos de buen humor y de suspense bastante conseguidos, y una buena trama, aunque desde el principio sepamos que de ese trabajo no puede salir nada bueno...
Tiene una secuela, con Rachel Ticotin, que repite más o menos los mismos esquemas, con Brown y Denehy repitiendo papeles.