Vista esta tarde.
Para mí un chasco. Secuela bastante floja y más teniendo en cuenta que han pasado cuatro años desde la primera entrega. Tiempo más que suficiente para haber presentado una película más acabada (no sólo argumentalmente).
Por el camino se han quedado muchas cosas. Se ha dejado atrás un desarrollo clásico de intro-nudo-desenlace muy definido, sustituido aquí por una amalgama de tramas y personajes (donde el protagonismo del joven vikingo acaba bastante difuminado) en un camino hacia la nada. A diferencia de la primera entrega que en el fondo contaba una clásica historia (pero fantásticamente bien llevada) de superación ante el miedo a lo desconocido y de redención, a lomos de la amistad nacida entre un vikingo y un dragón, su secuela está prácticamente vacía en el plano emocional
quitando momentos puntuales como la muerte de Estoico y su funeral -decisión valiente y de lo más destacable del film, todo hay que decirlo- o el reencuentro de este con su mujer. Buena parte de culpa la tiene el personaje de la madre, que lejos de ser una fuente de conflicto que enriqueciera a los personajes como lo hacía el miedo (o no) a los dragones hace cuatro años, más bien parece un recurso fácil para consumir minutos de largometraje (y no pocos), y además sin casi ningún peso en el resultado final. Para más INRI, esa ausencia de conflicto se solventa en cinco segundos con un vergonzoso "creí que si me mantenía alejada de vosotros estaríais más a salvo" que padre e hijo encajan sin poner la cara de "¿pero qué coj****? ¿A salvo de QUÉ?" de cualquier espectador mínimamente avispado.
La cosa podría haberse solventado un poco poniendo más atención al otro aspecto de la historia que también se toca, como es el ejercicio de asumir responsabilidades para las que uno no se siente preparado, pero también acaba pasándose bastante de puntillas por el asunto y solventándose por la vía rápida con dos-tres frases.
A todo esto, que no es poco, habría que añadirle la práctica desaparición de un personaje como Astrid (degradada a nivel de Patapez y compañía), la introducción de un villano que no puede caer más en el tópico
(del que aparte de preguntarnos si era necesario, tenemos que suponer que tiene la habilidad de Hipo para con los dragones pero en plan malvado, porque tampoco lo explican claramente)
, la ausencia de alguna secuencia de acción que pudiera quedar para el recuerdo (la peli tampoco tiene ningún clímax que ayude), y no menos importante, el absoluto ninguneo a la banda sonora de John Powell que suena siempre (pero siempre ¿eh?) de tapadillo, cuando era uno de los puntos más fuertes en los que se apoyaba
Cómo entrenar a tu dragón (para mí el mejor soundtrack de aquel año con diferencia).
Y así es como se han cocinado una pobre secuela de una gran película. En fin...